A la princesa Letizia le salva el protocolo

Mucho se ha hablado y escrito sobre la actitud de la princesa Letizia con respecto a la manera que tiene de evaluar, ordenar y computar sus tiempos cuando se trata de dirigir su vida institucional. Llamativas fueron sus palabras hace dos veranos, cuando al referirse a su estancia en Marivent, aseguró públicamente que eso “no eran vacaciones” y que consideraba su estancia en Palma como computo laboral. En los primeros años, la hoja de ruta vacacional la organizaba la princesa Corinna, que también se encargó de su viaje de novios, como ya explicó la “amiga entrañable” cuando salió del armario y casi se convierte, dada su locuacidad, en una participante de Hombres, mujeres y viceversa.

A partir de ahí, sus escapadas secretas fueron aumentando hasta llegar a la actualidad, en la que los fines de semana los dedica a su vida lúdica, a sus amigas y a sus niñas. Incluso en los últimos tiempos, los viajes internacionales terminan en viernes. De ahí que en Palma le dieran el título de “la real liberada sindical”, por aquello de sus convicciones políticas e ideológicas antes de ser princesa. A todas estas decisiones inusuales se unió la querencia de la nuera real a volver a su vida de ciudadana, pero con los privilegios que se derivan de formar parte de la Primera Familia. Escapadas a conciertos, festivos a Portugal y paseos y cervecitas en la zona de Tirso de Molina, donde este fin de semana la vieron los vecinos del barrio.