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El escote de la reina en Nueva York
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Paloma Barrientos

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El escote de la reina en Nueva York

A diferencia de su nuera Letizia, cuyos estilismos son motivo de análisis exhaustivos, observaciones e investigaciones varias del cómo, cuándo y dónde lo ha lucido con

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A diferencia de su nuera Letizia, cuyos estilismos son motivo de análisis exhaustivos, observaciones e investigaciones varias del cómo, cuándo y dónde lo ha lucido con anterioridad, los vestidos de la Reina pasan desapercibidos. No son llamativos, utiliza colores neutros y, salvo los pijamas floreados o con motivos geométricos que suele utilizar últimamente, su armario es poco descriptivo y nada innovador.

De las pocas veces que un modelo de doña Sofía ha dado que hablar fue en una de las recepciones oficiales cuando la presentadora Mariló Montero apareció en el besamanos con el mismo Escada de 1.000 euros que la consorte real. Los “qué horror”, “qué mala pata” o maldades de “¿a quién le sienta mejor?” fueron los chascarrillos de aquel 12 de octubre en el Palacio Real. A la Reina le preocupó cero y la ex de Carlos Herrera se convirtió en protagonista sin buscarlo.

Después de esa coincidencia, el armario de la Reina sólo serviría de titular para una película con formato Disney, nunca como editorial de moda y, mucho menos, como comparativa positiva con algunas de las colegas europeas, que suelen pecar de volúmenes y volantes, como también le ocurre a la abuela de la futura heredera.

Por eso, la aparición de doña Sofía en Nueva York, en los premios que llevan su nombre, con un escote marcando “balconet”, como definen los expertos a esa manera de mostrar la delantera, sorprendió a los españoles y llamó la atención de los invitados locales. Nunca se había visto a la Reina en plan Josefina Bonaparte. Cuentan que hasta el propio Banderas, al que le entrego una de las medallas de oro –la otra fue para la ex secretaria de estado Hilary Clinton–, le costó no percatarse del cambio.

Una vez que Corinna está fuera de juego y su invisibilidad es manifiesta, la Reina ha decidido elegir un vestuario con mayor recorrido. El traje de gala azul noche es ya un referente cuando se hable del cambio de imagen de su majestad, que al menos en Nueva York fue una realidad.

A diferencia de su nuera Letizia, cuyos estilismos son motivo de análisis exhaustivos, observaciones e investigaciones varias del cómo, cuándo y dónde lo ha lucido con anterioridad, los vestidos de la Reina pasan desapercibidos. No son llamativos, utiliza colores neutros y, salvo los pijamas floreados o con motivos geométricos que suele utilizar últimamente, su armario es poco descriptivo y nada innovador.

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