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Extraños robos en el exilio dorado de los duques de Palma
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Paloma Barrientos

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Extraños robos en el exilio dorado de los duques de Palma

El barrio suizo elegido por Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina podría no ser muy seguro. Varios reporteros de distintos medios de comunicación han sido víctimas de robos

Foto: Los Duques de Palma en una imagen de archivo (I.C.)
Los Duques de Palma en una imagen de archivo (I.C.)

Cuando los duques de Palma tomaron la decisión de instalarse en Ginebra, la seguridad y privacidad eran las principales bazas para elegir esta ciudad europea y no otra. Los temas laborales relacionados con el trabajo de la infanta Cristina en la Caixa eran lo de menos, como se ha visto después. Se trataba de un puesto de nueva creación apoyado logísticamente por la fundación que preside el empresario Agha Khan, gran amigo de la familia Borbón. Desde Ginebra también resultaban más fáciles los desplazamientos a Madrid y Barcelona con varios vuelos diarios a disposición de Urdangarin para los encuentros puntuales con sus abogados. La escolarización de los niños tampoco era mayor problema, ya que los matricularon en un colegio internacional al que acuden los hijos de diplomáticos y directivos de multinacionales. Una vida tranquila en un exilio dorado consecuencia directa de la instrucción del ‘caso Nóos’ y la imputación del duque, a la que recientemente se sumó la de la infanta.

Lo que no imaginaban era que su estancia se iba a ver alterada por la inseguridad del barrio elegido, como ha quedado demostrado por los tres robos que han sufrido los reporteros españoles que se desplazaron hasta la ciudad suiza tras la noticia de la imputación de la hija del Rey. Los ladrones rompieron los cristales de los vehículos de los reporteros de Europa Press y de El Programa de Ana Rosa (Telecinco), aparcados muy cerca del domicilio de los duques. Una zona vigilada por cámaras de seguridad y, por tanto, unas imágenes que puede visionar en cualquier momento la policía suiza y pasar la información a los colegas españoles adscritos a la seguridad de la infanta y de sus hijos.

Los Policías que custodian a los duques han realizado en ocasiones tareas más relacionadas con asistentes privados, como llevar a casa la compra de la familia

No así a la de Urdangarin, que solo se acompaña de funcionarios del Cuerpo General de Policía cuando va con su familia. A pesar de lo fácil que podría resultar la investigación, ya que las cámaras vigilan tanto la puerta principal del domicilio como la posterior, no ha habido ningún tipo de información para los damnificados. Este hecho, unido al descubrimiento por parte del periodista Jano Mecha de la puerta secreta que utilizaban los duques para salir y entrar de su casa sin que quedara constancia ha dado pie a muchas especulaciones. Entre ellas, el preguntarse si ahora la zona elitista de Ginebra se ha convertido en una versión del inseguro barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas. Aunque hay otras interpretaciones que tendrían que ver con una manera de presionar a los informadores.

Esto último no parece del todo lógico. De hecho, los reporteros desplazados han mantenido una buena relación con los miembros del Cuerpo de Seguridad del Estado que, por cierto, en ocasiones han realizado tareas más relacionadas con asistentes privados. Por ejemplo llevar a casa la compra de la familia Urdangarin Borbón o portar bolsas con ropa cuando el duque salía por la puerta secreta vestido de comando, con la cara tapada con un pasamontañas. La buena voluntad de la prensa quedó de manifiesto con la visita de Claire Liebert y Ana Urdangarin para celebrar con su hijo y hermano su 46 cumpleaños. Cada vez que han salido solas, ninguna cámara las ha seguido considerando su intimidad.

Ahora habrá que esperar nuevas visitas de familiares y amigos. La más próxima parece que será la de la infanta Elena, acompañada de su hijo Froilán. El adolescente se lleva muy bien con sus primos y es también una manera de alejarlo del interés mediático que despiertan sus correrías adolescentes en Madrid. 

Cuando los duques de Palma tomaron la decisión de instalarse en Ginebra, la seguridad y privacidad eran las principales bazas para elegir esta ciudad europea y no otra. Los temas laborales relacionados con el trabajo de la infanta Cristina en la Caixa eran lo de menos, como se ha visto después. Se trataba de un puesto de nueva creación apoyado logísticamente por la fundación que preside el empresario Agha Khan, gran amigo de la familia Borbón. Desde Ginebra también resultaban más fáciles los desplazamientos a Madrid y Barcelona con varios vuelos diarios a disposición de Urdangarin para los encuentros puntuales con sus abogados. La escolarización de los niños tampoco era mayor problema, ya que los matricularon en un colegio internacional al que acuden los hijos de diplomáticos y directivos de multinacionales. Una vida tranquila en un exilio dorado consecuencia directa de la instrucción del ‘caso Nóos’ y la imputación del duque, a la que recientemente se sumó la de la infanta.

Infanta Cristina Iñaki Urdangarin Suiza
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