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Último adiós a mi amiga Carmen Hornillos
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Último adiós a mi amiga Carmen Hornillos

A las ocho de la tarde de este miércoles 16 de julio daba comienzo el funeral por Carmen Hornillos en la iglesia de Los Jerónimos de

A las ocho de la tarde de este miércoles 16 de julio daba comienzo el funeral por Carmen Hornillos en la iglesia de Los Jerónimos de Madrid, frente al hotel Palace y a tiro de piedra del Ritz, donde tantas veces Carmen había acudido como cronista social. Familiares, amigos y colegas de la profesión que compartimos con ella tantos momentos nos reunimos para rendirle homenaje y darle el último adiós en una ceremonia que ofició el padre Bru, con quien trabajó durante un tiempo en la cadena Cope.

El punto en común de todos los que estábamos allí era el mismo: nuestras vivencias con Carmen. "¿Te acuerdas de aquel día?";"¿y cuándo se empeñó en comprar en Canarias una grabadora que luego no sabía cómo funcionaba?";"que risa cuando contaba sus aventuras en Torrelavega"...Y así innumerables anécdotas que nos pusieron a todos la sonrisa en la cara.

María Teresa Campos y Andrés Arconada fueron los maestros de ceremonia de este acto que, seguramente, Carmen habría descrito con un "os estáis pasando". Los dos periodistas han sido este miércoles la voz de los que estábamos presentes y también de los que estaban ausentes, como es el caso de Paloma Gómez Borrero, quien en la carta que envió y leyó Campos expresó lo que todos pensábamos: "Qué dura es la distancia. Estar a tantos kilómetros. A pesar de que Roma está lejos, me siento unida a vosotros. Carmen estuvo muchas veces en Italia y sobre todo en Roma. Y Roma echaráde menos a Carmen".

Hace un año por estas fechas Carmen aún estaba en activo. Al menos aparentemente, porque devolvía las llamadas y los Whatsapp que la escribíamos. Una de las veces me dio las coordenadas para adornar una información relacionada con los Príncipes de Asturias (ahora Reyes) y recordamos los buenos tiempos que pasamosen Tribuna, la revista que fundó Julián Lagounavez que dejó en lo más alto la revista Tiempo. Historias, anécdotas y corralitos compartidos en estrenos, en actos de la Casa Real o en otras convocatorias donde a los periodistas nos colocaban (y colocan) en unas zonas determinadas sin dejarnos mover. De ahí el nombre. No sé muy bien cuál fue el motivo, pero del trabajo pasamos a hablar de la vida. De nuestro pasado, del presente y de cómo se presentaba el futuro más inmediato. Comentamos las vueltas que recorremos para llegar al mismo lugar y cómo el destino te quita y te pone.

Antes de esta conversación, que duró más rato que cualquiera de nuestras coincidencias profesionales, nos habíamos visto físicamente en un acto que ahora no recuerdo. Hornillos (porque así la llamábamos, al igual que yo soy Barrientos o Beatriz es Cortázar) estaba guapa, con lo cual intuyo que aún no le habían detectado el cáncer. O puede ser que sí. Qué más da. El caso es que después desapareció del mapa y de pronto me entero que está enferma y que, como los elefantes, decidió hacer su último viaje al lugar que la vio nacer hace 52 años. Torrelavega fue siempre su punto de referencia, su puerto de atraque y el que te prestaba cuando te veía regular: "Oye que si quieres venir tengo casa".

A las ocho de la tarde de este miércoles 16 de julio daba comienzo el funeral por Carmen Hornillos en la iglesia de Los Jerónimos de Madrid, frente al hotel Palace y a tiro de piedra del Ritz, donde tantas veces Carmen había acudido como cronista social. Familiares, amigos y colegas de la profesión que compartimos con ella tantos momentos nos reunimos para rendirle homenaje y darle el último adiós en una ceremonia que ofició el padre Bru, con quien trabajó durante un tiempo en la cadena Cope.

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