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La inquina de Lola Flores hacia Isabel Pantoja
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Paloma Barrientos

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La inquina de Lola Flores hacia Isabel Pantoja

Isabel Pantoja nunca hizo amistades en el mundo artístico. Ni femeninas ni masculinas. A lo más que llegó fue a mantener una relación afectiva con José

Isabel Pantoja nunca hizo amistades en el mundo artístico. Ni femeninas ni masculinas. A lo más que llegó fue a mantener una relación afectiva con José Coronado mientras duró el rodaje de Yo soy esa, que supuso el estreno cinematográfico de la cantante. Esos amores fueron flor de un día y como llegaron se fueron. Y eso que Coronado tiene la habilidad de cambiar de estatus a sus chicas, que se convierten en amigas para toda la vida cuando dejan de compartir cena y desayuno. Con Pantoja no sucedió esa transformación, igual que tampoco estableció lazos con el resto de folclóricas, con las que nunca se llevó bien. No tuvo química con Lola Flores por motivos obvios, pero tampoco con Rocío Jurado y el resto de las denominadas “las mi armas”. Un apelativo genérico que las distinguía del resto de cantantes tipo Massiel, Karina, Mari Trini o Dúrcal, porque ellas no utilizaban el “mi arma” como referencia cariñosa.

Pantoja nunca quiso que la metieran en el mismo armario. No hizo panda porque consideraba que su estatus era diferente. Puede ser que ni mejor ni peor, porque ella siempre se ha subido a un escenario en solitario y la única referencia familiar era su hermano, que la arropaba con la guitarra. Después llegaron, ya como artista consagrada, las apariciones estelares de “su pequeño de alma con su piel de canela”, que era más un momento tierno que productivo. Aunque en su día se llegó a decir que si salía Paquirrín a escena subía el caché de la cantante, este dato nunca fue cierto y pasó de ser un rumor a formar parte de la leyenda negra de la tonadillera. Igual que sus desencuentros con Lola Flores, que en cambio sí tuvieron una base absolutamente real que tenía que ver con Lolita y Paquirri.

‘La Faraona’ consideraba que ese noviazgo podría haber tenido una segunda vuelta si Pantoja no hubiera aparecido en el horizonte vital del torero. De ahí la inquina de la “madre coraje”, como se puede ver en el vídeo adjunto, en el que machaca con furia los ingredientes en un mortero cuando la preguntan por Isabel. El caso es que Pantoja no tiene hoy esa defensa de sus colegas, como sí la tuvo la gran Lola en la época de sus problemas con Hacienda. La artista, más sola que nunca, se consuela con su familia directa y con el cariño de los seguidores de sus clubs de fans que, al fin y al cabo, si no canta probablemente desaparezcan.

Isabel Pantoja nunca hizo amistades en el mundo artístico. Ni femeninas ni masculinas. A lo más que llegó fue a mantener una relación afectiva con José Coronado mientras duró el rodaje de Yo soy esa, que supuso el estreno cinematográfico de la cantante. Esos amores fueron flor de un día y como llegaron se fueron. Y eso que Coronado tiene la habilidad de cambiar de estatus a sus chicas, que se convierten en amigas para toda la vida cuando dejan de compartir cena y desayuno. Con Pantoja no sucedió esa transformación, igual que tampoco estableció lazos con el resto de folclóricas, con las que nunca se llevó bien. No tuvo química con Lola Flores por motivos obvios, pero tampoco con Rocío Jurado y el resto de las denominadas “las mi armas”. Un apelativo genérico que las distinguía del resto de cantantes tipo Massiel, Karina, Mari Trini o Dúrcal, porque ellas no utilizaban el “mi arma” como referencia cariñosa.

Isabel Pantoja