Esperanza Aguirre, una mujer multitarea, como Obregón

Esperanza Aguirre es a la política lo que Ana Obregón al mundo artístico. Las dos son mujeres multitareas cuyo horario laboral no se sabe cuándo empieza y menos cuándo finaliza. Estos últimos días la candidata a la alcaldía de Madrid ha tenido tiempo para participar en tertulias, realizar entrevistas en radio y televisión, visitar el bar del padre de Monedero y viajar hasta Barcelona.

Allí se reunió con empresarios catalanes y también asistió al XXV Aniversario de la Fundación Seeliger y Conde, donde trabajaba hasta que Rajoy la eligió para sustituir a Botella en el ayuntamiento de la capital. Desde ese momento su agenda ha aumentado y su actividad, igual que la de la artista mediática, es un sin parar. Tuvo tiempo para darse un paseo por el barrio de Sarriá, donde compró calcetines en una tienda, un farol en otra, una camiseta en Desigual y unos leggings en Calcedonia. Todo para la dura campaña que le espera. Y aún tuvo tiempo de entrar en Imaginarium, donde adquirió unos juguetes para sus nietos. Lo llamativo fue que mucha gente que la reconocía en los comercios o por la calle la paraba para saludarla y hacerse fotos con ella.

No tuvo encontronazos desagradables. Además, lo mejor estaba aún por llegar. De regreso a Madrid, al entrar en el AVE, un muchacho fornido la saludó al tiempo que le decía: “Doña Esperanza, yo le subo la maleta hasta donde haga falta”, al tiempo que le quitaba de las manos el equipaje. La candidata le explicó que no hacía falta porque había sitio en la parte inferior. Y el mocetón a lo suyo y convenciéndola que era mejor arriba porque así no se golpeaba. El caso es que Aguirre le dejó hacer y se fue a su asiento, donde continuó repartiendo besos.