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El cambio radical de la reina Letizia: del “no son vacaciones” a “me encanta Mallorca”
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Paloma Barrientos

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El cambio radical de la reina Letizia: del “no son vacaciones” a “me encanta Mallorca”

En lo que lleva de estancia en la isla, ha protagonizado hasta siete apariciones públicas y ha manifestado lo que parece ser una mayor armonía con esa parte de su vacación balear

Foto: Doña Letizia en Mallorca. (Limited Pictures)
Doña Letizia en Mallorca. (Limited Pictures)

Mientras era princesa, la reina Letizia no tenía más remedio que acatar la agenda de veraneo de su familia política, una disposición marcada por el jefe del Estado que incluía el palacio de Marivent como lugar de encuentro aunque, de puertas para dentro, cada uno hiciera su vida. Lo único que era más o menos obligado era el desayuno, que doña Sofía pedía que fuera comunitario, salvo en la semana de regatas que, como todos competían, lo hacían en el club náutico o cada uno por separado.

Esos primeros veranos no fueron complicados para la princesa, como demuestra la hemeroteca. Algunos años se instalaba en Marivent la sobrina Carla, hija de su hermana Erika, que le hacía mucha gracia a don Juan Carlos. Incluso llegó a quedarse con ella cuando los mayores salían.

Después, las relaciones familiares se fueron enfriando y el distanciamiento con sus cuñadas se hizo cada vez más evidente. El tiempo colocó a cada uno en su sitio y a la infanta Cristina y su marido, imputado por el Caso Noos. La experiodista debió de intuir lo que después fue una realidad que acabó con Iñaki Urdangarin en la cárcel. Mejor poner distancia.

placeholder  La familia real en Palma. (Limited Pictures)
La familia real en Palma. (Limited Pictures)

Mallorca era un paraíso, pero con las características de una jaula de oro: poca independencia, obligatoriedad de estar presente en determinados lugares como parte del trabajo institucional, cenas públicas con la familia en Flanigan (el restaurante preferido de don Juan Carlos), recepción en el palacio de la Almudaina, paseos en el barco para seguir la regatas... y suma y sigue.

2019: el año del cambio

Las cosas cambiaron cuando el rey abdicó y el príncipe de Asturias se convirtió en Felipe VI. Marivent dejó de ser el plan perfecto para el nuevo jefe del Estado, su mujer y sus hijas. Pasaban el tiempo justo y después desaparecían del mapa ante el desconcierto general. Nadie, salvo el presidente del Gobierno, sabía dónde, cómo y con quién pasaba las vacaciones la familia Borbón Ortiz. Era un secreto de Estado y la planificación parecía diseñada por el CNI. A la Reina no se la veía contenta en sus pocas apariciones públicas y no lo disimulaba. Ese malestar fue la consecuencia de la famosa frase dirigida a los periodistas "¿De verdad que creéis que esto son vacaciones?". Y ahí quedó para la posteridad.

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Los últimos veranos eran más o menos igual: poca aparición pública antes del posado oficial y después invisibilidad absoluta. El cambio radical ha llegado este agosto. Las apariciones de doña Letizia han sido muchas (siete hasta ahora) y variadas. Siempre con sus hijas y varias alternando con la abuela doña Sofía.

Ha sido la primera vez que ha pasado cerca de hora y media en el club náutico hablando con los deportistas, con estudiantes que regentaban un stand de kiwis, con las azafatas... Ese día no fue muy elocuente con la prensa, y sí en los días posteriores en sus salidas por la ciudad fuera de agenda. Cuando en el mercadillo de Pollença le preguntaron si le gustaba Mallorca, su respuesta fue afirmativa. Solo le faltó decir: "Me rechiflan estas vacaciones".

Y lo mismo en el posado de diez minutos en los jardines de Marivent. El cambio de tercio ha sido espectacular. La imagen de los reyes de España en la isla es el mejor reclamo para ese turismo de calidad que siempre hubo y hay en las Baleares.

Mientras era princesa, la reina Letizia no tenía más remedio que acatar la agenda de veraneo de su familia política, una disposición marcada por el jefe del Estado que incluía el palacio de Marivent como lugar de encuentro aunque, de puertas para dentro, cada uno hiciera su vida. Lo único que era más o menos obligado era el desayuno, que doña Sofía pedía que fuera comunitario, salvo en la semana de regatas que, como todos competían, lo hacían en el club náutico o cada uno por separado.

Esos primeros veranos no fueron complicados para la princesa, como demuestra la hemeroteca. Algunos años se instalaba en Marivent la sobrina Carla, hija de su hermana Erika, que le hacía mucha gracia a don Juan Carlos. Incluso llegó a quedarse con ella cuando los mayores salían.

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