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En Dinamarca la princesa sonríe, aquí no
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

En Dinamarca la princesa sonríe, aquí no

Miércoles 13 de febrero, abro la revista y allí me la encuentro a ella, con esa sonrisa que irradia felicidad a pesar del frio nórdico y

Foto: En Dinamarca la princesa sonríe, aquí no
En Dinamarca la princesa sonríe, aquí no

Miércoles 13 de febrero, abro la revista y allí me la encuentro a ella, con esa sonrisa que irradia felicidad a pesar del frio nórdico y que trasmite la sensación de estar encantada de conocerse y ser quien es. Será que estoy romántica porque solo queda un día para San Valentín, pero ¡qué envidia da ver a la princesa Mary Donalson posando con naturalidad!, sabiendo que lo que hace, forma parte de la complicada profesión de heredera y que al pueblo se le gana más con detalles familiares, que con actos protocolarios en los que la gran mayoría solo repara en los estilismos elegidos.

Las comparaciones son odiosas, pero lo reconozco, soy de las que tiendo a comparar, sobre todo cuando a las personas solo las conozco por la imagen que proyectan y en mi memoria, por más que rebusco, no encuentro ni una sola imagen de nuestra Letizia con una carcajada. Será porque aquí nos tenemos que conformar con esos posados obligados que, muy de vez en cuando, la pareja protagoniza en medios elegidos por ellos mismos y que suenan más a lavado de imagen que a complicidad con el pueblo llano.

De repente reparo en que nuestra princesa es la única que no tiene facilidad para relajar su rostro y dejar de trasmitir tensión interior. Ni el día de su boda ofreció, bajo ese vestido que le hacía parecer un pajarillo que sacaba la cabeza del nido, algo que denotase que era feliz. Y vuelvo a comparar, hoy no lo puedo evitar, y me traslado a Holanda,  a ese dos de febrero del 2002, cuando hasta llorando por la ausencia de su padre, en el día mas especial de su vida, la Zorreguieta daba el “sí, quiero” enseñando dentadura, que es la mejor manera de sonreír. Será que en España llovía o será que Máxima se atrevió a decir públicamente que su marido, el heredero Guillermo, a veces era “medio bobo”. Algo que aquí, sería imperdonable.

Hasta en Gran Bretaña, donde la reina ejerce con mano dura su autoridad sobre los miembros de su familia, a los que trata como súbditos, la joven Kate Middleton ha sido capaz de enseñar la quijada y borrar por un momento la pesada sombra que recaía sobre ella, tras la elevación de Lady Di a los altares.

Al mal tiempo buena cara. No son buenos tiempos para la monarquía, pero Letizia no pone  buena cara. No quiere o no puede. Si su rostro es la imagen de la marca España, ella ha acabado de un plumazo con los tópicos del vino y la pandereta.   

 

Miércoles 13 de febrero, abro la revista y allí me la encuentro a ella, con esa sonrisa que irradia felicidad a pesar del frio nórdico y que trasmite la sensación de estar encantada de conocerse y ser quien es. Será que estoy romántica porque solo queda un día para San Valentín, pero ¡qué envidia da ver a la princesa Mary Donalson posando con naturalidad!, sabiendo que lo que hace, forma parte de la complicada profesión de heredera y que al pueblo se le gana más con detalles familiares, que con actos protocolarios en los que la gran mayoría solo repara en los estilismos elegidos.