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El juicio final de José Ortega Cano
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

El juicio final de José Ortega Cano

‘La más grande’ interpretaba el pasodoble aquel de Ortega Cano en la arena… sin imaginar que la faena que tendría que lidiar un día el diestro

Foto: El juicio final de José Ortega Cano
El juicio final de José Ortega Cano

‘La más grande’ interpretaba el pasodoble aquel de Ortega Cano en la arena… sin imaginar que la faena que tendría que lidiar un día el diestro nada tendría que ver con los vítores de los tendidos, ni con una salida por la puerta grande. La arena en la que tendrá que torear el diestro a partir del 12 de marzo no entiende de aficiones y el indulto, en esta ocasión, no tiene cabida. La vida le dio un giro al de Cartagena aquel 28 de mayo de 2011, cuando su coche colisionó con otro vehículo y causó la muerte de Carlos Parra. Su vida se torció, la de Parra acabó. Desde entonces nada ha vuelto a ser igual, ni para unos, ni para otros.

Durante días, el viudo de Rocío Jurado se debatió entre la vida y la muerte. Muy pocos contaban con que, a pesar del dicho de que los toreros están hechos de otra pasta, José podría salir de esta embestida. Hasta la extremaunción se le llegó a administrar pensando que se acercaba el día del juicio final. Pero la bravura pudo con las lesiones y un José envejecido abandonaba el hospital, para encerrarse en su finca convertida en santuario. Desde entonces,  los gritos de asesino no han parado de retumbar en su cabeza.

La viuda de Carlos Parra, callada, anónima, desconocida de manera voluntaria a pesar de las invitaciones de los medios que ansiaban sus palabras, se negó a echar más leña a un fuego que cada día prendía con nuevos datos. Ella solo clamaba justicia y que los Ortega dejasen de pronunciar el nombre de su marido. Pero el torero y los suyos buscaban otra justicia: la mediática y la metálica. El diestro solicitaba el perdón de los aficionados televisivos mientras  que algunos de sus familiares, los más desaprensivos, se dejaban querer por los periodistas que preguntaban por tasas de alcohol y conducciones temerarias.

Sobrinos traidores, un hermano oportunista y un hijo incapaz de pagar sus propias deudas de alterne, han acaparado los focos buscando parné. Hasta un noviazgo por sorpresa y un heredero de pura cepa han llenado las páginas con su nombre en los últimos años. Del torero aquel que fue no quedaba ni la sombra.

Manuela, la viuda, perdía a su marido cada vez que la prensa se hacía eco de los avatares del torero. Ese ha sido su inmerecido calvario. Cada dato, cada comentario, cada especulación han sido gotas de vinagre que, durante casi tres años, se han derramado en una herida abierta que quizá nunca logre sanar. “Cuando le vea la cara en persona no sé cómo voy a reaccionar” le decía a Antonio Rossi en una conversación que accedió a que se publicase de manera gratuita. La viuda ha sido ejemplar hasta para eso.

El día ha llegado, la suerte suprema del torero está echada y de nada servirán capotes ni trajes de grana y oro. Carlos Parra quería cambiar el mundo pero el mundo se detuvo para él, mientras que el de Ortega Cano no ha parado de dar tumbos. Acusado de un delito de homicidio imprudente y dos contra la seguridad vial, uno por conducir supuestamente bajo los efectos del alcohol y otro por exceso de velocidad, el torero puede acabar en la cárcel. Un pasodoble, este, para el que todavía no hay letra escrita. 

‘La más grande’ interpretaba el pasodoble aquel de Ortega Cano en la arena… sin imaginar que la faena que tendría que lidiar un día el diestro nada tendría que ver con los vítores de los tendidos, ni con una salida por la puerta grande. La arena en la que tendrá que torear el diestro a partir del 12 de marzo no entiende de aficiones y el indulto, en esta ocasión, no tiene cabida. La vida le dio un giro al de Cartagena aquel 28 de mayo de 2011, cuando su coche colisionó con otro vehículo y causó la muerte de Carlos Parra. Su vida se torció, la de Parra acabó. Desde entonces nada ha vuelto a ser igual, ni para unos, ni para otros.

José Ortega Cano