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Las intenciones de la novia de Di Stéfano
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Las intenciones de la novia de Di Stéfano

Cada vez que una jovencita de corte agraciado, curvas de infarto y vientre fértil anuncia que quiere casarse con un octogenario entrañable, con movilidad limitada y

Foto: Las intenciones de la novia de Di Stéfano
Las intenciones de la novia de Di Stéfano

Cada vez que una jovencita de corte agraciado, curvas de infarto y vientre fértil anuncia que quiere casarse con un octogenario entrañable, con movilidad limitada y cuyos planes de futuro, por ley de vida, no abarcan mucho más allá de un decenio, suelo preguntarme qué motivos llevan a una mujer a tomar una decisión así.

En la mayoría de los casos, a la diferencia de edad se añade otra no menos importante: la económica, que por norma general suele beneficiar a estas Afroditas que, sin parné de por medio, nunca hubiesen salido de su Olimpo para casarse con un héroe en sus horas más bajas.    

Gina González lo tenía claro allá por el año 2007, cuando en una entrevista que concedió en su Costa Rica natal, dejó boquiabiertos a aquellos que escucharon decir que su deseo sería convertirse en entrenadora del Real Madrid. El vestuario debió de quedarse perplejo cuando imaginó que esas curvas serian las encargadas de dirigir  sus calentamientos. Los socios merengues debieron sonreír al pensar que la morenaza tendría que poner firme a más de un jugador, que la hubiese elegido antes como compañera de salidas nocturnas que como seleccionadora blanca. Como aquello no surtió efecto, Gina trazó otro plan para tener un lugar en el palco de honor del club: Casarse con la persona que mejor representa el pasado y presente de los de Chamartín y pasar a engrosar las líneas de la ‘Wikipedia’ como la última mujer del mítico Alfredo Di Stefano.

Me cuentan que la costarricense se presenta a sí misma como periodista, abogada y hasta notaria, pero que ella sueña con una vida alejada de un despacho y cercana al césped, en el que hizo sus pinitos como reportera. También ansía estar junto a un señor al que, según ella, hace tiempo no le dejan ver. La todavía señorita González ha decidido lanzar un órdago a los hijos de la ‘Saeta Rubia’, que no ven en el último partido de su padre otras intenciones más allá que las mercantilistas.

En los últimos tiempos, ha sido Gina quien se ha encargado de acompañar al veterano del Real Madrid a numerosos actos y gestionar algunas de sus colaboraciones, lo que no ha sido muy bien visto por aquellos que aprecian a Di Stefano. Pero ser la compañera rumbosa del noble ancianito es una cosa y verla organizando las empresas del astro y colocando los trofeos del veterano en el museo del Real Madrid, después del día que fallezca, es otra bien distinta.

Gina controla el negocio de los medios  y ha sabido dar el golpe de efecto en el momento justo. Lo que no ha calculado quizá, es que ante tan sorprendente anuncio de boda, saldrían ciertas informaciones que ella ya ha comunicado pondrá en manos de sus abogados. Desde aquí le recomiendo que se ahorre las costas de letrados y las reserve de cara a la guerra que se le avecina con los hijos de la ‘Saeta Rubia’. A no ser, claro está, que con estas minutas también corra el adorable ancianito. 

Cada vez que una jovencita de corte agraciado, curvas de infarto y vientre fértil anuncia que quiere casarse con un octogenario entrañable, con movilidad limitada y cuyos planes de futuro, por ley de vida, no abarcan mucho más allá de un decenio, suelo preguntarme qué motivos llevan a una mujer a tomar una decisión así.