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Urdangarin, 'el justiciero'
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Urdangarin, 'el justiciero'

En los últimos tiempos, se ha puesto de moda que aquellos a los que la justicia persigue de alguna manera, utilicen a la mujer de la

Foto: Urdangarin, 'el justiciero'
Urdangarin, 'el justiciero'

En los últimos tiempos, se ha puesto de moda que aquellos a los que la justicia persigue de alguna manera, utilicen a la mujer de la balanza con los ojos vendados para arremeter contra los que, desde el libre ejercicio de su profesión, ponen sobre el tapete la información que define sus propios comportamientos.

Es curioso que Julián Muñoz, desde la cárcel y sin un duro en los bolsillos, demande y recurra ante el revés de la justicia, contra un periodista al que intenta tapar la boca sin darse cuenta de que, en ocasiones, no hay nada peor que intentar poner mordaza al perro para que este ladre más. Con un futuro entre barrotes, a ‘Cachuli’ las obsesiones hacia ciertos comentaristas se le han agudizado y, no conforme con intentar que paguen costas en abogados, les pide cárcel, imaginando que los que nunca han cometido más delito que el de informar, pasen días de pena en un calabozo similar al suyo.

Desde el banquillo de los acusados, y con una petición de la fiscalía de cuatro años de prisión por el accidente que le costó la vida a Carlos Parra, José Ortega Cano ha intentado parar los pies de más de una docena de periodistas, que han narrado a diario las andanzas del 'viudo de España' sin terminar de comprender que quien puso el cascabel al gato, fueron los sobrinos, hermanos y el propio hijo del torero, que por unos cuantos billetes destrozaron la figura de quien en su día salió por la puerta grande.

El último en sumarse a la causa de tapar bocas maledicentes ha sido Iñaki Urdangarin. El marido de la infanta Cristina ha pasado de ser el Duque ‘em…palma… do’ a Iñaki ‘el justiciero’, argumentando, en su macro demanda contra varios medios al más puro estilo Telma Ortiz, que los comentarios vertidos sobre los mails enviados a su socio Diego Torres causan daño a su mujer y sus cuatro hijos, menores de edad. Ya podría haber pensado el guapo de los yernos del Rey, antes de dar al botón de ‘enviar’ cuando escribía aquellos mails, en su descendencia y en la esposa gracias a la cual obtuvo el ‘Don’, que ahora ya nadie emplea al nombrarle.

El Duque tiene todo el derecho a interponer cuantas demandas estime oportunas velando por su intimidad, pero al caballero de la triste figura quizá no le convenga tener que exponerse a un paseíllo ruidoso el día que se celebre un juicio, ya que en los tribunales habrá más cámaras que abogados.  

El bueno de Iñaki quiere sentar en el mismo banquillo a su ex socio Diego Torres y a varios de los directores de los medios de comunicación más importantes de este país, para defender su intimidad. Él, sin embargo, no busca dinero. Quizá porque estaría mal visto, a estas alturas, mostrar un interés económico tras una imputación como la suya y una investigación como la que se le está haciendo a esa mujer a la que ahora intenta proteger. 

En los últimos tiempos, se ha puesto de moda que aquellos a los que la justicia persigue de alguna manera, utilicen a la mujer de la balanza con los ojos vendados para arremeter contra los que, desde el libre ejercicio de su profesión, ponen sobre el tapete la información que define sus propios comportamientos.

Iñaki Urdangarin