Iñaki Urdangarin vuelve al cole

Como un padre de familia más, al que parece no pesarle la mochila de la imputación, Iñaki Urdangarin ha acompañado a sus cuatro rubísimos cachorros a ese colegio de lujo en Ginebra donde sólo unos privilegiados pueden matricularse.

Mientras en España el fiscal Horrach decide qué pena de cárcel solicitar para el ya conocido hasta la posteridad como “duque em-Palma-do”, Iñaki pasea su bronceado de Biarritz por las calles de Ginebra, como un alto ejecutivo más, disimulando que su cuenta bancaria se ha llenado a base de corruptela.

A falta de claridad, una vez más especulación. Urdangarin no podrá residir en Suiza, pero todo apunta a que pasará más tiempo allí que aquí, que gozará de una residencia exclusiva, de una seguridad de lujo y que viajará en primera por obra y gracia de un casamiento que, de momento, le ampara bajo su paraguas protector y le permite beneficiarse del confort que reporta el trabajo creado en exclusiva para una infanta primero ‘imputada’ y luego ‘desimputada’.

Probablemente, muchos de los ciudadanos suizos que se crucen con él durante estos días por las calles de Ginebra desconozcan el pasado y el dudoso futuro del jugador de balonmano que un día se casó con la pequeña de los Borbones, pero los kilómetros de distancia no lograrán que desde España a más de uno se le pongan los pelos de punta al contemplar cómo Iñaki acompaña a sus niños a esa escuela, mientras ruega a Hacienda que le devuelva el dinero de su declaración para sufragar los gastos de la vuelta al cole de sus hijos.