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José Fernando y Chabelita...¿carnaza para los buitres?
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

José Fernando y Chabelita...¿carnaza para los buitres?

Alcanzar la mayoría de edad permite a unos poder ejercer el derecho al voto y entrar al bingo para jugar unos cartoncillos, mientras que otros que

Foto: La hija de Isabel Pantoja en una fotografía de archivo (I. C)
La hija de Isabel Pantoja en una fotografía de archivo (I. C)

Alcanzar la mayoría de edad permite a unos poder ejercer el derecho al voto y entrar al bingo para jugar unos cartoncillos, mientras que otros que hasta el momento habían vivido amparados por la Ley del Menor, se convierten en los protagonistas de los mayores culebrones del mundo del corazón por ser hijos de quienes son, es decir, cachorros de unos padres que vendieron su vida por entregas, convirtiéndolos en objeto de deseo el mismo que día que cumplieron dieciocho años.

Quizá cuando llegaron al mundo real, el mundo del ‘colorinchi’ era otro y entonces estaba permitido meter el micrófono al nuevo miembro de la camada y exponer su rostro de niño regordete y risueño en portada de revista, convirtiendo la foto en la envidia colectiva de los lectores que añoraban esa vida de ensueño. Un sueño que, para algunos de los que entonces posaban felices hoy se ha convertido en pesadilla al observar como el cachorro hecho hombre o mujer es noticia, en un caso, por entrar en prisión y en el otro por vivir precisamente en eso, en una prisión, mientras su barriguita crece albergando a una nueva vida.

Una vez más, la hipocresía se ha apoderado de aquellos que critican esta prensa, que todo el mundo rechaza pero que al final leen o ven, llamando carroñeros a los que siguen al minuto las vicisitudes de la vida de José Fernando y Chabelita Pantoja sin entender que fueron sus propios padres los que alimentaron a estos buitres feroces durante dieciocho largos años.

Mientras unos padres guardaron y conservaron, otros expusieron y rentabilizaron. Lástima que estos últimos no calcularan que, algún día, el peligroso juego les estallaría en la cara y esa misma prensa a la que llamaban cada Navidad, como quien escribe carta a los Reyes Magos, terminase por dar la buena noticia de un embarazo y la mala noticia de un ingreso en prisión. Y es que, lo quieran admitir o no, convirtieron a sus hijos en objeto de interés público, en sucesores de una saga que aprendió a coquetear con la “maldita prensa” de la que tanto se quejan cuando la noticia no es buena, pero a la que llaman cuando el bolsillo se resiente.

Si en vez de ser hijo o hija de Rocío Jurado y de Isabel Pantoja hubiesen sido herederos de otros famosos menos dados a esto del cuore, ¿se habría dado la noticia? La respuesta es que probablemente sí, pero no hubiese alcanzado las cotas a las que han llegado estos dos culebrones porque no habría habido mucha memoria histórica y visual de la que tirar. Sin embargo, con José Fernando lo hemos tenido fácil, ya que existen imágenes del día que fue presentado en sociedad, de varios posados felices, declaraciones de él mismo hablando de sus problemas, de la herencia, de su bipolaridad, entrevistas con su tía comentando la difícil relación del niño con la ‘Más Grande’ y hasta de sus novias, que llevan tiempo etiquetándole de conflictivo.

Con Chabelita, el mismo cantar. El bebé, que llegó de Perú entre fuertes medidas de seguridad para salvaguardar una exclusiva de ciento cincuenta millones de la época, ha sido protegido por su madre en la misma medida que ha sido expuesto y, a estas horas, se baraja la posibilidad de que la niña, hecha ya mujer, esté negociando una portada para sacar beneficio al bombo.

Lo que no hubiesen sido más que dos noticias de corto recorrido se han convertido en noticionesduraderos, gracias al caldo de cultivo que sus propios progenitores han sembrado durante los últimos años. Darán igual comunicados de advertencia, porque hasta donde la ley lo permita, la nueva camada seguirá siendo carnaza.

Alcanzar la mayoría de edad permite a unos poder ejercer el derecho al voto y entrar al bingo para jugar unos cartoncillos, mientras que otros que hasta el momento habían vivido amparados por la Ley del Menor, se convierten en los protagonistas de los mayores culebrones del mundo del corazón por ser hijos de quienes son, es decir, cachorros de unos padres que vendieron su vida por entregas, convirtiéndolos en objeto de deseo el mismo que día que cumplieron dieciocho años.

Chabelita Isabel Pantoja