:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F80b%2F5a0%2F1d3%2F80b5a01d350dead8b6ceb9784be8990a.png)
Malas Lenguas
Por
Carta abierta a Belén Esteban
Querida Belén:Te conocí una mañana de septiembre del 2001 en los pasillos de una redacción de Antena 3. Lo primero que hiciste, antes de darme los
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F26f%2F1bd%2Ffa4%2F26f1bdfa4180a1d4d175d60608d565ab.jpg)
Querida Belén:
Te conocí una mañana de septiembre del 2001 en los pasillos de una redacción de Antena 3. Lo primero que hiciste, antes de darme los buenos días, fue recriminarme el llamarte “Madame Chabacán”. Yo llevaba años haciendo videos para la televisión sobre tu vida y andanzas y aquel mote no te cayó demasiado bien, por lo que no tardaste ni medio minuto en reprochármelo, exactamente el mismo tiempo que tardaste en entablar una conversación conmigo como si nos conociésemos de toda la vida. Tú eras así, directa y abierta. Años después, aprenderías a no fiarte de todo el mundo y a establecer un muro defensivo en el que refugiarte y donde ahora, tras meses de terapia, es difícil penetrar.
Por aquel entonces venías herida de una guerra librada en ‘Ambiciones’ de la que todavía no tengo claro si te has curado del todo. Eras impulsiva en la misma medida que generosa y aún quedaba en ti cierta inocencia que te impedía pensar que un día te convertirías en la ‘Princesa del Pueblo’, título por cierto, que en ocasiones te ha costado más de un disgusto.
Contigo, Belén, era fácil reír en la misma proporción que enfadarse. Un DJ te traía por la calle de la amargura en los días en los que comenzaste a conocer la noche. Tú, que habías desaprovechado años en Ubrique, tenías, a tu regreso, esas ansias por vivir con intensidad lo desconocido y fue cuando comenzaste a perderte.
Alguna mañana me llamabas, antes de salir de camino a la redacción, para quejarte de que la prensa te estaba esperando en el portal de tu casa, y el discurso era siempre el mismo: “Belén si no quieres contestar no contestes, pero sonríe y no les trates mal. Cuenta hasta diez”. Pocas veces lo conseguiste.
La relación entre los periodistas y tú siempre ha sido de amor- odio. La prensa parecía dividida entre defensores y detractores de ‘La Esteban’ y no siempre entendiste que las críticas y opiniones formaban parte del buen sueldo que cobrabas por vender tu vida. Era difícil conocerte y no tenerte cariño, lo que en ocasiones nos ha costado verdaderos quebraderos de cabeza a los que, intentado ser independientes, te hemos dado “estopa” por tus actitudes, en ocasiones despóticas, o por informaciones que a ti no te interesaban que salieran a la luz.
Por tu lado pasaron muchas personas que, al amparo de la gallina de los huevos de oro, sacaron buena tajada con el fenómeno televisivo, algo de lo que tú empezabas a ser consciente. Las condiciones en las que se cerraron los primeros posados en Interviú y que reventaron los quioscos, hoy serían sin duda más beneficiosos para ti y menos para los intermediarios.
Si en Antena 3 regalaste alguna entrevista que dio dolor de cabeza a la competencia, en Telecinco cada ‘Belenazo’ tuyo era un mazazo para el rival. Pero en toda esa vorágine un día, Princesa, dejaste de tener los pies en la tierra. Ya no eras protagonista de tu propia vida; la verdad y la mentira las maquillabas cada tarde y mientras que en la tele seguías dando minutos de gloria, en tu casa vivías minutos de infierno. Un infierno del que nunca hablaste claramente con nadie.
Estuve varios años sin trabajar contigo pero tuvimos algún contacto puntual. No te olvidaste de tus antiguos compañeros a la hora de casarte a pesar de estar ya en otra cadena de la misma manera en que no nos olvidamos de ti el día más difícil de tu vida, cuando falleció tu padre.
Nuestro reencuentro tiempo después, en un plató de televisión, no fue sencillo del todo. Sin embargo, tú olvidaste con más facilidad algunos tiros dados desde la competencia que otros que, estando a tu alrededor, se empeñaban en recordártelos. Eso sí, tampoco agradeciste nunca la defensa que se había hecho de ti desde una trinchera en la que se suponía que ‘La Esteban’ era la enemiga.
Tu deterioro era alarmante; hacía mucho tiempo que se especulaba con el problema de ‘La Esteban’ y ni los documentales sobre tu vida ni los concursos de baile habían podido tapar una realidad cada vez más notoria. Sin embargo, tú siempre tenías a alguien a quien culpabilizar; si no era Jesulín, que no venía a ver a tu hija, era la prensa que no te dejaba vivir y si no Fran, tu ya ex marido… Así fue hasta que un día explotaste.
Tengo que reconocer que cuando se anunció tu retirada para curarte no confié del todo en tu recuperación. Sin embargo, no solo has sido capaz de abandonar el infierno, sino de verbalizar el nombre de tu verdadero enemigo.
A tu vuelta he podido hablar contigo en un par de ocasiones y me he sorprendido ante la facilidad que tienes de nuevo para reír. Tu grito de “Arriba La Esteban”, un himno que muchas veces entonabas sin creértelo del todo, ha dado paso a “Estoy feliz” y así espero que continúes por mucho tiempo. Porque si otras princesas tienen derecho a vivir su cuento con final feliz, tú, que has conquistado a todo un pueblo, no ibas a ser menos.
Un beso compañera.
Querida Belén: