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De los gases de Ortega Cano a la urticaria de Bárcenas
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

De los gases de Ortega Cano a la urticaria de Bárcenas

Acorralados por la justicia cualquier salida es válida. Esto es lo que deben pensar dos de los  ajusticiados más mediáticos de nuestro país,  que presos por

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Acorralados por la justicia cualquier salida es válida. Esto es lo que deben pensar dos de los ajusticiados más mediáticos de nuestro país, que presos por sus actos o a punto de ingresar en prisión por su irresponsabilidad, han tirado de volante médico, alegando dolencias poco mortales, para librarse del lugar al que un tribunal les ha enviado.

Da igual un reflujo esofágico, es decir, los gases que en ocasiones producen un exceso de cerveza, que una urticaria, es decir, un salpullido. Ortega Cano y Bárcenas, acorralados, buscan salidas cuan lobeznos enjaulados.

El imputado de la Gurtel, el mismo que ahora se queja porque le aprietan las cadenas, pasó una noche navideña en el Hospital Gregorio Marañón. Me cuenta una fuente bien informada que Bárcenas, al que alguien debió confundir con un Rey Mago, recibió trato de majestad. Custodiado por veinte Guardia Civiles, el condenado fue recibido por el jefe de hospital. La dolencia, una simple urticaria que en otros casos se trata con Urbason y a la calle (en este caso a prisión) le sirvió a Luis para pasar la noche en la unidad de alta dependencia, lugar al que se envía a los pacientes mas graves y donde fue trasladado en silla de ruedas y con la cabeza tapada para no ser reconocido.

El causante de la muerte de Carlos Parra aún no ha ingresado en prisión, pero tal miedo le debe dar el talego que, a pesar de haber lidiado toros con dolencias cardÍacas y haber estado a punto de morir por el asta del animal, el tembleque del barrote le ha acongojado hasta el punto de sacar una lista de dolencias más larga que la de los Reyes Godos, intentando evitar el paseíllo hacia Sevilla II.

En los tiempos en los que el dinero ilegal corría como la pólvora en sobres y contabilidades paralelas y en los que el torero brindaba sus triunfos con copas repletas de vino de la tierra, las alergias las producían los comportamientos morales y las peticiones de perdón, por eso ambos carecieron de gestos nobles.

Ahora, trincados por la mano justiciera, los gases se multiplican y las rojeces de la piel duelen más que nunca.

Acorralados por la justicia cualquier salida es válida. Esto es lo que deben pensar dos de los ajusticiados más mediáticos de nuestro país, que presos por sus actos o a punto de ingresar en prisión por su irresponsabilidad, han tirado de volante médico, alegando dolencias poco mortales, para librarse del lugar al que un tribunal les ha enviado.

Hospital Gregorio Marañón Luis Bárcenas José Ortega Cano