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Las crisis 'reales' de los Príncipes de Asturias.
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Las crisis 'reales' de los Príncipes de Asturias.

“Una pareja con altibajos, como cualquier pareja normal”. Estas son las escasas palabras que, de manera extra oficiosa,  salen de la Casa Real, cuando son preguntados

Foto: Los Príncipes, durante un acto en Gran Canaria (I. C)
Los Príncipes, durante un acto en Gran Canaria (I. C)

“Una pareja con altibajos, como cualquier pareja normal”. Estas son las escasas palabras que, de manera extra oficiosa, salen de la Casa Real, cuando son preguntados por la situación que atraviesa la vida matrimonial de los Príncipes de Asturias. Lo asombroso no son los altibajos, sino que Zarzuela sea tan dada a eufemismos a la hora de catalogar situaciones sobre las que no desearían pronunciarse. La palabra crisis produce en la primera familia el mismo escalofrío que un niño cuando muerde de manera ansiosa un helado. Lo asombroso es que utilicen la palaba normal para una familia que de normal tiene poco. Empezando por una línea sucesoria en la que se continúa excluyendo a las mujeres aunque sean primogénitas en favor del hombre y terminando por la inviolabilidad que la ley les concede.

El Príncipe celebra su cuarenta y seis cumpleaños en medio de un huracán que no se ha buscado, pero que le ha salpicado, gracias a los devaneos de su padre y la mano larga de su cuñado, y envuelto en informaciones, que no rumores, de distanciamiento de su bella Princesa.

Don Felipe, que a golpe de adversidad ha adquirido sabiduría, ha decidido no hacer caso a los que hablan de su matrimonio, pensando que mientras los voceros se centren en los temas de alcoba, la mirada no se centrará en el no paseíllo bochornoso de su hermana camino del cadalso. Pero si no existiese preocupación por el qué y cómo se dice del transcurrir de su matrimonio, tampoco se entiende cómo en algunos medios se silencia, a golpe de llamada, la crisis de la pareja. Si son normales, como una pareja normal, siguiendo el discurso “Real”, actuemos con normalidad y dejemos que la información basada en hechos objetivos fluya, porque poner bozales a los que libremente ejercen su profesión solo hará más persistente el ruido cuando el perro ladre. Para ejemplo ya tenemos a Corinna, que durmió durante un tiempo en el cajón de los informantes hasta que se dio el pistoletazo de salida y no quedó una puntilla de su picardías por descubrir.

Precisamente, esa política de tabú es la que ha conducido a la “Casa” al estado de semi derrumbe en el que se encuentra. Contener la corriente con un tapón pequeño es favorecer una riada futura, y acallar es permitir especular y probablemente a un hombre que ha llegado a los cuarenta y seis sorteando las últimas vicisitudes y logrando subir escaños en las encuestas, sea lo que menos le conviene.

“Una pareja con altibajos, como cualquier pareja normal”. Estas son las escasas palabras que, de manera extra oficiosa, salen de la Casa Real, cuando son preguntados por la situación que atraviesa la vida matrimonial de los Príncipes de Asturias. Lo asombroso no son los altibajos, sino que Zarzuela sea tan dada a eufemismos a la hora de catalogar situaciones sobre las que no desearían pronunciarse. La palabra crisis produce en la primera familia el mismo escalofrío que un niño cuando muerde de manera ansiosa un helado. Lo asombroso es que utilicen la palaba normal para una familia que de normal tiene poco. Empezando por una línea sucesoria en la que se continúa excluyendo a las mujeres aunque sean primogénitas en favor del hombre y terminando por la inviolabilidad que la ley les concede.

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