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El posible intento de suicidio de Rosa Benito ¿Ficción o realidad?
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

El posible intento de suicidio de Rosa Benito ¿Ficción o realidad?

Viernes por la tarde y saltan las alarmas. La salud de Rosa Benito pende de un hilo. Al parecer, la colaboradora habría intentando quitarse nuevamente la

Foto: Rosa Benito, en una fotografía reciente (I. C)
Rosa Benito, en una fotografía reciente (I. C)

Viernes por la tarde y saltan las alarmas. La salud de Rosa Benito pende de un hilo. Al parecer, la colaboradora habría intentando quitarse nuevamente la vida. Su estado es lamentable, la medicación ha provocado que ni ella misma se reconozca y la escena que describen personas que conocen el funcionamiento del centro en el que permanece ingresada desde el 13 de febrero, recuerda a una escena de la mítica película Alguien voló sobre el nido del cuco.

Y esa es precisamente la sensación que queda en el espectador que cada día asiste desde su casa a la vida novelada de la cuñada de 'LaMás Grande'. Un guión en el que es difícil discernir entre realidad y ficción, entre dolencia y comparecencia pública, entre la receta y el cheque al portador.

Sobre una grave enfermedad y un posible trágico final solo existe dos caminos: el de la información veraz por parte de sus allegados o el del silencio, pero todo lo que envuelve la vida de los Mohedano- Benito invita a la confusión, porque son ellos mismos los que se encargan de improvisar sobre la marcha el devenir de sus vidas, en una opereta lamentable cuyo final está aún por escribir.

Tan solo unas horas después de hacerse público el estado de salud de Rosa y sin que ningún familiar haya intervenido para tranquilizar a la audiencia, se produce un nuevo giro. La Benito ha sido dada de alta y descansa en el sillón de su casa. El mismo sillón en el que se sienta cada tarde para ver como otros comentan su vida. Ni siquiera ella sabe ya diferenciar entre personaje y persona, ya quela colaboradora ha fagocitado a la madre de familia que vivía en un barrio de la periferia de Madrid, mientras su público suspira entre aliviado y ofendido.

Muchos se preguntan el por qué de la duda sobre un ingreso en el que todos han jugado al despiste. La respuesta está en la manera de utilizar los tiempos televisivos y sacar rentabilidad de manera apresurada a una ingesta masiva de medicamentos hace un par de meses. Rosa era trasladada al hospital en ambulancia y mientras las sirenas recorrían las calles de Torrejón, alguien en su nombre gestionaba su regreso a la televisión.

Varios días después, Benito se sentaba en la butaca de los bien pagados para contar que le había conducido hasta esa lamentable situación. Pero Rosa solo aguantó en su papel de colaboradora entregada varios programas. La que un día había sido la sombra de Rocío Jurado y la televisión había convertido en protagonista indiscutible de la sobremesa, volvía a desaparecer de la pequeña pantalla y, al mismo tiempo y una vez más, sus familiares solicitaban tranquilidad y ella se reunía para preparar su segunda bajada de escaleras en prime time.

A estas alturas, ni yo misma soy capaz de aclarar que está pasando en este reality en el que se ha convertido su vida, lo cual es absolutamente lamentable. La única reflexión posible es que algo se ha hecho muy mal para que, ante un posible intento de suicido, pocos sean capaces de distinguir entre ficción y realidad.

Viernes por la tarde y saltan las alarmas. La salud de Rosa Benito pende de un hilo. Al parecer, la colaboradora habría intentando quitarse nuevamente la vida. Su estado es lamentable, la medicación ha provocado que ni ella misma se reconozca y la escena que describen personas que conocen el funcionamiento del centro en el que permanece ingresada desde el 13 de febrero, recuerda a una escena de la mítica película Alguien voló sobre el nido del cuco.

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