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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Ex presidiarios por el mundo

De todos los medios que habitan el cuarto poder en este país de necrófagos e ignorantes, sin duda tenía que ser Telecinco. Desde luego, hay reputaciones

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Ex presidiarios por el mundo

De todos los medios que habitan el cuarto poder en este país de necrófagos e ignorantes, sin duda tenía que ser Telecinco. Desde luego, hay reputaciones que cuesta mucho mantener. Lo que nunca sabremos es exactamente cuánto. A los escépticos -supongo que lo hacemos también por mantener una cierta reputación- nos cuesta mucho creer que ese hijo bastardo de Curro Jiménez apodado ‘El Rafita’, que por cierto lleva implícita en el sobrenombre su idoneidad para la práctica de todas y cada una de las modalidades artísticas en las que subdivide la delincuencia juvenil, haya abierto por la face las puertas de su casa a una cadena de televisión. El susodicho les ha puesto el brasero, les ha sacado unas pastas y les ha respondido a todas las preguntas con las que le agobian, desde hace tiempo, los microfonistas del gore que salen cada día a la calle en busca de la exclusiva del año.

De todos modos, como el periodismo ya es lo que es y jamás volverá a ser otra cosa mejor, aquí lo lamentable no es tanto el fondo como la forma; el continente de esta nueva emisión sorpresa en Telecinco de Ex presidiarios por el mundo, ese docu-show cuyos anteriores episodios habían protagonizado su ilustrísima Julián Muñoz, el honorable Luis Roldán y la célebre novia quinceañera de Miguel Carcaño, que no es ex convicta, pero va de camino.

Le prestó ayer Telecinco –vea el vídeo- su espacio en prime time de mediodía a un delincuente común para que se redimiera ante su club de fans, al que, de uno u otro modo, todos pertenecemos un poco. Con la desvergüenza que se gasta el buen actor que se ha aprendido las frases de un mal guión y el cinismo puesto por montera, pide este bandolero de poca monta perdón a la madre de la chica a la que ayudó a asesinar hace siete años, al mismo tiempo que alaba su lucha contra todos los capullos que, como él, le joden la vida a la gente. Hay que tener la cara…

Pero más cara hay que tener para presentarse en la casa de esa pobre mujer con esta entrevista, meter la cinta en el aparato de vídeo y preguntarle qué es lo que opina de la rigurosa exclusiva que Telecinco va a vender en ese mercadillo de carne roja que emite a las tres de la tarde. La señora se hunde, llora y maldice a su interlocutor en la distancia, mientras el reportero de Telemorbo se frota las manos al percatarse de la portentosa carga dramática que posee el material que tiene entre manos. “Todo serán insignias en el pecho para mí”, se dice. Y lleva más razón que un santo.

El bucle infinito del morbo

Y a las 15:08 h. de ayer, con todo el percal vendido con anterioridad en El programa Ana Rosa, en la web, en todas partes, comienza el noticiario. Tras informar de la muerte de dos montañeros en el pirineo catalán, del derrumbe de un edificio en una localidad de la lejana Bélgica y de otros infortunios varios, Piqueras presenta su exclusivón a las masas. Más de cinco minutos de película de Scorsese, con buenos, malos, asesinatos y redenciones.

Después, el análisis pormenorizado en el resto de programas de la casa y, en el tintero, una posible TV movie sobre el protagonista del thriller, de título: El Rafita, digno sucesor de El Lute. Y un reality protagonizado por el menda en cuestión, el Gran Capullo. Y una entrevista matinal con Ana Rosa, claro. Y un reportaje de rigurosa investigación sobre el estado de cosas by  Mercedes Milá. En fin, el bucle infinito del morbo.

Como, por suerte, ni todo el mundo ve la tele ni todo el mundo vive en España, seguro que, cuando el reloj marcaba las 15:08 h. de ayer, exactamente a la misma hora en la que Telecinco emitía su filme de terror para buitres y marujas, un ciudadano del mundo que veía Primera Plana, de Billy Wilder, escuchaba la frase lapidaria que lo resume todo: "Se trata de un hatajo de pobres diablos, con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros, que miran por la cerradura y que despiertan a la gente a medianoche para preguntarle qué opina de Fulanito o Menganita. Que roban a las madres fotos de sus hijas violadas en los parques. ¿Y para qué? Pues para hacer las delicias de un millón de dependientas y amas de casa". Amén.

De todos los medios que habitan el cuarto poder en este país de necrófagos e ignorantes, sin duda tenía que ser Telecinco. Desde luego, hay reputaciones que cuesta mucho mantener. Lo que nunca sabremos es exactamente cuánto. A los escépticos -supongo que lo hacemos también por mantener una cierta reputación- nos cuesta mucho creer que ese hijo bastardo de Curro Jiménez apodado ‘El Rafita’, que por cierto lleva implícita en el sobrenombre su idoneidad para la práctica de todas y cada una de las modalidades artísticas en las que subdivide la delincuencia juvenil, haya abierto por la face las puertas de su casa a una cadena de televisión. El susodicho les ha puesto el brasero, les ha sacado unas pastas y les ha respondido a todas las preguntas con las que le agobian, desde hace tiempo, los microfonistas del gore que salen cada día a la calle en busca de la exclusiva del año.

Pedro Piqueras Telecinco