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La era de la infamia
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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La era de la infamia

Hay sujetos, formas y entidades que, sencillamente, no cumplen años; los incumplen. Permanecen anclados en el tiempo. Anclados a algo que les impide evolucionar…Sálvame ‘incumplió’ ayer

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La era de la infamia

Hay sujetos, formas y entidades que, sencillamente, no cumplen años; los incumplen. Permanecen anclados en el tiempo. Anclados a algo que les impide evolucionar…

Sálvame ‘incumplió’ ayer su primer año de vida. 365 días anclados a la violencia y al escarnio; 365 días hacia la evolución 0.

Puede, quizá, que haya ocurrido en este tiempo exactamente todo lo contrario. Si hacemos caso a la Odisea fílmica de Kubrick, todo ciclo comenzaría con un acto violento. Así que puede que, en verdad, Sálvame sea un homenaje velado a 2001… y, en última instancia, el punto de partida de una nueva era irreversible: la de la infamia.

Si uno ve con atención el programa de Telecinco y es amigo de la metáfora visual, no tendrá demasiadas dificultades para imaginar al homínido Jorge Javier Vázquez con un hueso de otro homínido en la mano, bailando a cámara lenta los compases enfáticos de Así habló Zaratustra… Y descubriendo, a la sombra del monolito, la esencia del mono, su despertar.

El monolito que ilumina a Jorge Javier y su manada de monstruos es en realidad el decálogo tácito de un cierto tipo de televisión que es ahora menos cierto que nunca, porque lo ha inundado todo y porque se fabrica en ausencia de toda verdad.

El monolito transfiere el don: el don de gentes. Y quien tiene don de gentes en televisión, evoluciona. Se compra trajes de Armani y bolsos de Dior. Y por eso evoluciona. A costa de la regresión del resto. Esa corte de analfabetos funcionales, el necio vulgo, decía Lope de Vega, que ven un circo donde en realidad hay una empresa: la empresa de la infamia.

Esa es, quizá, la clave maestra de todo este entuerto existencial. Mientras los que son iluminados por el monolito evolucionan, los que les observan retroceden. Pero mientras tanto se divierten, contemplando a los monos golpearse falsamente. ¡That’s entertainment! ¡That’s business! Todo lo demás no importa. Lo dice la televisión, el monolito de esta nueva era que nos lleva hacia ninguna parte.

¡Felicidades, Sálvame! Larga vida.

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Hay sujetos, formas y entidades que, sencillamente, no cumplen años; los incumplen. Permanecen anclados en el tiempo. Anclados a algo que les impide evolucionar…