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Mariló Montero y el coche fúnebre
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Mariló Montero y el coche fúnebre

Las ‘chicas Hermida’ han encanecido mal, como su preceptor, el mismo que se pasó recientemente media hora de reloj recitando de corrido ante el Rey la

Las ‘chicas Hermida’ han encanecido mal, como su preceptor, el mismo que se pasó recientemente media hora de reloj recitando de corrido ante el Rey la conjugación completa del verbo lamer. Sus mozas siempre han sido también bastante relamidas. Para entender los artículos novelados de Teresa Viejo en Interviú hay que utilizar el diccionario español-feminista de salón con ínfulas de Corín Tellado que te regalan cuando compras un libro de Lucía Etxebarria. Nieves Herrero colgó en Alcàsser un cartel de Se Busca con la foto de su dignidad y no hemos vuelto a saber casi nada de ella. Me refiero a su dignidad. Nieves, por el contrario, se ha dejado ver últimamente en la embajada del Vaticano en España, que está instalada en el plató central de 13tv. Otras como Concha Galán y Consuelo Berlanga han vivido todo este tiempo cual Rómulo y Remo, sorbiendo a chupitos de las siete colinas lactíferas de la ‘chica Hermida’ capitalina, María Teresa Campos, que es de las pocas que, hoy por hoy, puede presumir de tener spa dentro de su casa de muñecas.

Pero sin duda la más descollante del harén ha sido últimamente Mariló Montero, esa Eva al desnudo que hace vudú con una muñeca a la que llama Margo Channing, para despistar, pero que se parece bastante a Anne Igartiburu. Mariló no para de crear. Es carne trémula de zapping a cada instante. Poco le importa que pesen sobre ella un secuestro temporal de su editorial tras razonar en él, influida por la escuela filosófica de Pitita Ridruejo, sobre el alma de los asesinos en relación a la donación de órganos y una amenaza de sustitución con nombre propio: Marta Robles. Su última aportación a su serial de greguerías audiovisuales ha sido la pregunta más absurda realizada en el cátodo desde que Pedro Ruiz cerró La noche abierta. Retrasmitía la señora Montero este martes el cortejo fúnebre de Sara Montiel por la Gran Vía madrileña cuando le sobrevino una duda que ni la metódica de Descartes: "¿Qué hay dentro del coche fúnebre?", le preguntó a la reportera que se había desplazado hasta el lugar, que se quedó tan helada como las noches de Vostok. Se hizo el silencio durante unos segundos, segundos que Carlos Sobera, que tampoco para nunca de crear, aprovechó para redactar cuatro opciones para la presentadora.

¿Qué hay dentro del coche fúnebre?

a) Walt Disney robando los órganos (y el alma) al asesino del Salobral.

b) Marta Robles bailando con Melody y los 7 Vivancos en la cola del INEM.

c) Anne Igartiburu chorreando óxido de azufre por las pestañas postizas.

d) Todos los reporteros de La mañana de La 1 fallecidos en acto de servicio.

“El coche fúnebre tiene… los restos mortales de la actriz”, dijo la reportera con miedo, con ese miedo en el cuerpo del que hace gala quien sabe que, de algún modo, a pesar de las evidencias, va a fallar la respuesta. En efecto lo hizo. Mariló amonestó la obviedad de su contestación. No era para menos, sobre todo a tenor del docto empaque de la cuestión que ella había realizado previamente. “A ver, bonita, eres nuestros ojos allí”, espetó. No lo dijo exactamente así, pero así lo quería decir, con ese tonillo de supremacía erudita que sólo se pueden permitir las personas que tienen alma en el hígado e incluso en los riñones.  

Mariló no fue la única predicadora matutina que se ocupó de la muerte de Sara Montiel. Faltaría más. Con lo que le gusta a España una muerte. No le des a un español a elegir entre una esquela y un poema de Pablo Neruda. Pues eso. Susanna Griso y Ana Rosa, que no son ‘chicas Hermida’, pero lo podrían ser perfectamente, también se enlutaron el lunes y el martes hasta la coronilla. Entre las tres reinas del alba han conseguido, sacando brillo a las catanas de parricidas, fratricidas, regicidas y demás –idas de turno cada mañana, que la necrofilia industrial suponga ya al menos el 3% del PIB. Se rumorea que van a montar una empresa conjuntamente con la cara de Nacho Abad como logotipo. Razón social: dar sentido a la vida de miles de amas de casa que, gracias a ellas, siguen encontrando sentido a sus estúpidas e insignificantes vidas (esto lo he robado del epílogo de American Beauty) al comprobar que siempre hay alguien al que las cosas le van peor. 

Ana Rosa, por cierto, retrasmitió el cortejo de Saritísima en formato multipantalla. Los colaboradores hablaban de Belén Esteban en plató y los espectadores podían seguir al tiempo el paseo del féretro por Callao. Bueno, eso dando por bueno que el féretro fuera dentro del coche, ¿verdad, Mariló? El cóctel de Ana Rosa esa mañana, un funeral de masas narrado al tiempo que el drama de la princesa del pueblo, era una verdadera bomba de relojería. Una señora de Parla ha declarado en Twitter que su audímetro no pudo aguantar tanta presión y se suicidó. En realidad, existía una solución de continuidad entre ambos temas, ya que el canibalismo es la máxima expresión de la necrofilia, y a Belén Esteban en Telecinco la están despellejando viva. “Yo me presto para lo que necesites”, dijo Ana Rosa a cámara buscando en el infinito la mirada de Belén. Seguidamente participó en un debate de media hora acerca de la anómala dilatación de sus pupilas. Para empezar a ayudar, se entiende. Entre todos han creado un monstruo que, tarde o temprano, se tenía que devorar a sí mismo. Pero eso es harina, harina muy pura, de otro costal. 

Las ‘chicas Hermida’ han encanecido mal, como su preceptor, el mismo que se pasó recientemente media hora de reloj recitando de corrido ante el Rey la conjugación completa del verbo lamer. Sus mozas siempre han sido también bastante relamidas. Para entender los artículos novelados de Teresa Viejo en Interviú hay que utilizar el diccionario español-feminista de salón con ínfulas de Corín Tellado que te regalan cuando compras un libro de Lucía Etxebarria. Nieves Herrero colgó en Alcàsser un cartel de Se Busca con la foto de su dignidad y no hemos vuelto a saber casi nada de ella. Me refiero a su dignidad. Nieves, por el contrario, se ha dejado ver últimamente en la embajada del Vaticano en España, que está instalada en el plató central de 13tv. Otras como Concha Galán y Consuelo Berlanga han vivido todo este tiempo cual Rómulo y Remo, sorbiendo a chupitos de las siete colinas lactíferas de la ‘chica Hermida’ capitalina, María Teresa Campos, que es de las pocas que, hoy por hoy, puede presumir de tener spa dentro de su casa de muñecas.

Mariló Montero