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¿Existe la mirada femenina?
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María José S. Mayo

La hija del Acomodador

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María José S. Mayo

¿Existe la mirada femenina?

Ay, Kathryn, Kathryn, quién hubiese dicho que te llevarías un Oscar como directora. Todavía me acuerdo cuando se presentó a competición en el Festival de San

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¿Existe la mirada femenina?

Ay, Kathryn, Kathryn, quién hubiese dicho que te llevarías un Oscar como directora. Todavía me acuerdo cuando se presentó a competición en el Festival de San Sebastián tu película El peso del agua, y la acogida fue todo menos calurosa. De nuevo, te pasabas de seca y cortante. En tierra hostil obró el milagro, pero resulta curioso que el primer premio que se otorga en la categoría de director a una mujer sea para una que haga notar tan poco su mirada femenina ¿Pero existe tal manera de observar?

 

Muchas teorías se preguntan por qué las mujeres no triunfan tanto en el arte como los hombres, algo que se justifica en el hecho de que la tradición ha hecho que nos acostumbremos a la manera de crear, a la subjetividad masculina, y con la mayor independencia y acceso a la educación de las féminas, lo que éstas empezaban crear parecía chirriar más. Quizá por ello, las pocas que triunfaron estaban más cerca de las formas varoniles. A Bigelow le ha pasado lo mismo.

Parece, desde luego, que existe una mirada femenina, pero la manera más fácil de localizarla en su máxima expresión es a la hora de retratar el objeto de deseo, masculino, principalmente, tan obviado salvo en casos viscontianos o fassbinderianos. En la mitomanía cinematográfica estamos hartos de ver cómo se resalta la belleza de Ava Gadner, de Gene Tierney, de Dona Reed, pero resulta chocante que se ensalcen los atributos de un actor más allá de su capacidad de actuar.

Por eso resulta realmente gratificante descubrir esa mirada a la hora de retratar el erotismo desde otro punto de vista. Jane Campion volcó sobre Harvey Keitel una mirada totalmente femenina cuando lo mostró como inesperado seductor en El Piano; pero me fascina especialmente la manera en que Pascal Ferran tradujo en imágenes las palabras de Lawrence en Lady Chatterley. Nuestra aristocrática protagonista se adentra en el bosque y la visión de la espalda del guardabosques supone un auténtico shock. La mujer dejaba de ser, en casos como éstos, elemento espectacular en la narración para cedérselo al hombre, la cámara se entretenía en otras cosas; pero claro con otro toque que no es precisamente, y volvemos a lo de antes, viscontiano o fassbinderiano.

Interesante el análisis de Annette Kuhn, que en los 80 afirmaba que, a falta de personajes femeninos positivos con los que pudieran identificarse, las mujeres adoptaban el papel del héroe y al no ser la película indiferente a la hora de marcar las diferencias sexuales, creaba no pocos conflictos en la espectadora femenina. Y los siguen creando. La imagen erótica de la mujer es un elemento más del espectáculo, por lo que la identificación es complicada. No éramos las que mirábamos, sino a las que miraban.

A medida que pasa el tiempo nos vamos acostumbrando a otras cosas; la subjetividad femenina empieza a tener su lugar. Pero muy poco a poco. Felicitaciones a Bigelow, pero no será ella quien siga abriendo camino…

Ay, Kathryn, Kathryn, quién hubiese dicho que te llevarías un Oscar como directora. Todavía me acuerdo cuando se presentó a competición en el Festival de San Sebastián tu película El peso del agua, y la acogida fue todo menos calurosa. De nuevo, te pasabas de seca y cortante. En tierra hostil obró el milagro, pero resulta curioso que el primer premio que se otorga en la categoría de director a una mujer sea para una que haga notar tan poco su mirada femenina ¿Pero existe tal manera de observar?