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El lucrativo timo de la retirada de Justin Bieber
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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El lucrativo timo de la retirada de Justin Bieber

El cantante anuncia su retirada coincidiendo con el lanzamiento de su nueva película. Nuevo punto álgido de una carrera entre el llanto y el marketing

Foto: Justin Bieber
Justin Bieber

Justin Bieber (Ontario, 1994) es el rey del llanto. Cada vez que se contonea sobre el escenario, medio planeta se echa a llorar: sus fans, por los nervios, y sus enemigos, por la risa. Lo mismo ha ocurrido esta semana cuando el cantante anunció vía Twitter que abandonaba definitivamente los escenarios. Lloros (de sus fans) y risas (del resto del planeta) en función de la credulidad de cada cual.

El aviso de su jubilación concentró en menos de 140 caracteres la esencia del bieberismo: drama, cachondeo y habilidad para tocar la tecla adecuada del marketing globalizado. El anuncio se hizo coincidiendo con el estreno de su nueva película (Believe). El rey del pop ha muerto. ¡Viva el rey del pop!

Un mar de lágrimas

Dos escalofriantes datos sobre la capacidad de Bieber para hacer llorar a nuestros hijos; es decir, sobre la gigantesca influencia cultural del fenómeno.

Dato primero. Andreita, la mitológica hija de Belén Esteban, no sólo ha visto ya varias veces la nueva película de Bieber, sino que acaba de pulverizar un nuevo récord mundial al escribir 110 tuits seguidos sobre el cantante en cuatro horas. Con Bieber en copia. Una avalancha de tuis en los que Andreita se fue calentando progresivamente ("Te amo, baby"; "You are mi life really") hasta acabar ofreciendo matrimonio a Justin: "Cásate conmigo cariño, tú eres mi amor". Poca broma: Andreita somos todos (o al menos todos nuestros hijos).

Dato segundo. Fecha del último concierto de Justin Bieber en Madrid: 14 de marzo. Fecha en la que arrancó la cola de decenas de adolescentes a la puerta del Palacio de los Deportes: 28 de febrero. ¡15 putos días de cola a la intemperie! Resumiendo: o acabamos pronto con Justin Bieber o acabará él con nuestros hijos.

Ya se pueden ustedes imaginar, por tanto, el soponcio que les debe haber dado a las Andreitas del mundo cuando Justin anunció su retirada. Amiguitos: igual no hay motivos para disgustarse tanto...

Retiro de juguete

"Mis queridos beliebers, me retiro oficialmente" es ya a Twitter lo que "En un lugar de La Mancha" a la literatura universal y "Españoles, Franco ha muerto" a la democracia española. El alfa y el omega. El principio y el fin.

No es la primera vez que Bieber protagoniza un hito de la Historia del internet social. En 2008 se convirtió en el artista más lucrativo salido de ese agujero negro cultural llamado YouTube. Si algún día tenemos que explicarles a unos alienígenas la era del YouTube, las celebrities y la cultura contemporánea, nada mejor que enseñarles los vídeos musicales caseros que convirtieron a Bieber en estrella planetaria (aún arriesgándonos a que los marcianos quieran destruir la Tierra tras verlos):

Nada más ver estos vídeos, un avispado mánager cogió las riendas de la carrera de la criatura. Cinco años de giras, discos, risas, lágrimas y performances varias. Un lucrativo psicodrama pop con infinidad de momentos estelares. Como el día en que Bieber, en plena gira mundial, aterrizó en Alemania abrazado a un monito. Tres titulares mundiales del suceso en orden cronológico: "Mally, el mono capuchino de Justin Bieber, retenido en el aeropuerto". "Justin Bieber tendrá que pagar 8.000 euros por abandonar a su mono". "El mono abandonado por Bieber ya es alemán". En dos palabras: el delirio.

El mono capuchino de Justin Bieber retenido en Alemania (EFE)

Advertencia para los que se han hecho ilusiones con el anuncio de Bieber: El concepto "retirada" no significa lo mismo en el mundo del pop que en el real. Tres meses de retiro espiritual de Justin Bieber equivale a 30 años de jubilación para una persona normal. Por ahí pueden ir los tiros.

No es que el muchacho no tenga motivos para echar el freno, no. Que Justin Bieber no puede ni ir a cagar sin que nos enteremos, es real. Que está bajo una gran presión mediática, también. El problema es que la maquinaria propagandística y el volumen de negocio que gira a su alrededor es tal que su retirada ha sido recibida con gran escepticismo. Puede que Bieber no pueda más, pero si quiere que nos tomemos en serio sus crisis quizás debería empezar por no propagarlas a los cuatro vientos coincidiendo con el lanzamiento de sus nuevos productos.   

Las fantasías pop de Bieber requieren de un marketing gigantesco para funcionar a pleno rendimiento

En ese contexto viciado, la frase "Mis queridos beliebers, me retiro oficialmente" contiene tanta verdad como "Los unicornios viven en el Retiro" o "He llegado tarde a trabajar porque he sido abducido por extraterrestres". La verdad de los mundos de fantasía. Eso sí, las fantasías pop de Bieber, que han conquistado el corazón de miles de adolescentes, requieren de un gigantesco ingenio de marketing para funcionar a pleno rendimiento. 

Lo que quizás quiere indicar Bieber cuando dice "Mis queridos fans, me retiro oficialmente" es lo siguiente: "Mis asesores me han dicho que estoy al borde de saturar la marca infantil Bieber. Es hora de ampliar mi público. Para permanecer en la cima del pop hay que reinventarse a cada paso. Del niño prodigio al adolescente tórrido. Volveré en cuanto la industria decida que estoy listo para vender un nuevo producto/fantasía pop. ¡Weah". Pero, claro, si Justin Bieber llega a decir esto en lugar de lo otro, se le hunde el chiringuito (y sus fans le linchan).

Vale, de acuerdo, esta visión sobre la carrera de Bieber derrocha cinismo, pero quizás no cabe otra para defenderse del estruendoso aparato promocional que le rodea (managers y sellos, pero también cualquier medio de comunicación rendido al brillo de las nuevas celebrities). En otras palabras: su capacidad para saturar nuestros oídos por tierra, mar y aire contrasta con su asombrosa incapacidad para crear canciones no ya memorables, sino sencillamente audibles.

En defensa de Justin

Al hilo de esto, dos argumentos en defensa de Bieber para acabar:

1) Reírse de Bieber en plan cínico es una postura demasiado facilona. Hay que currárselo un poco más. Esa es la teoría del escritor estadounidense Teddy Wayne, que acaba de publicar una estupenda novela sobre un alter-ego de Bieber que bascula entre la astucia de un experto en marketing y la fragilidad de un adolescente (al fin y al cabo, quizás el Bieber real necesita un descanso tras años de giras y estrés).

2) Salvo gloriosas excepciones (los Jackson Five y otras bandas históricas) es todo un clásico que las canciones de las estrellas infantiles provoquen dolores de cabeza entre veinteañeros y adultos. Como si cantasen en una frecuencia especial sólo apta para pubertones fuera de sí. No obstante, ojo con meterse con Bieber porque podemos acabar tragándonos nuestras palabras: no sería la primera vez que el salto al pop adulto de una estrella infantil acaba dando óptimos resultados (ejemplo reciente: Justin Timberlake). A ver si al final vamos a acabar todos coreando las canciones de Justin Bieber como si nos fuera la vida en ello (rotos en mil pedazos y con una corbata en la cabeza).

Justin Bieber (Ontario, 1994) es el rey del llanto. Cada vez que se contonea sobre el escenario, medio planeta se echa a llorar: sus fans, por los nervios, y sus enemigos, por la risa. Lo mismo ha ocurrido esta semana cuando el cantante anunció vía Twitter que abandonaba definitivamente los escenarios. Lloros (de sus fans) y risas (del resto del planeta) en función de la credulidad de cada cual.

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