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Marichalar escucha al fiscal que no se equivoca nunca

Eduardo Torres Dulce no se equivoca. El fiscal general ha participado en un una de esas citas en los que todos los que mandan se arremolinan en comandita

Foto: La camisa 'imposible' del exduque de Lugo causó furor. (Enrique Villarino)
La camisa 'imposible' del exduque de Lugo causó furor. (Enrique Villarino)

Eduardo Torres Dulce no se equivoca. Que son los otros, oiga: los jueces. El fiscal general del Estado, que hoy ha participado en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Forum, una de esas citas en los que todos los que mandan se arremolinan en comandita, ha venido a desquitarse de quienes, desde el malvado cuarto poder y desde otras instancias, le acusan de tropezar una y otra vez con sus decisiones más polémicas.

Y es que no hace ni una semana que la Audiencia Nacional le ha dejado con el pompis al aire a un hombre tan importante y tan estudiado como él a cuenta de la sentencia del Caso Faisán. Recapitulemos. Él pedía, o exigía al fiscal del caso (Carlos Bautista), que se pidiera la mayor condena, la de la colaboración con ETA por parte de los dos policías encausados (Pamiés y Ballesteros). La Audiencia, en cambio, ha situado la sentencia en sus justos términos y ha atribuido a ambos un delito de revelación de secretos. Disputas jurídicas con importantes derivadas políticas que han supuesto un verdadero jarro de agua fría o un golpe demoledor a su línea argumentaria. ¿Hace alguna autocrítica?, le han preguntado. Y la respuesta es obvia. No. Que juicios tengas y los ganes, como dice la maldición gitana, y tiempo ha para los recursos si es que han de venir, que tampoco en esto ha sido muy claro. Lo están estudiando. “Nos movemos siempre sobre la base de que el tribunal ha aceptado una de las dos alternativas”. Que es tanto como decir que podría ser A o B y que si es B pero no A no es que la culpa sea suya, sino que se“ha aceptado una de las dos alternativas” posibles. ¿Queda claro?

Torres-Dulce sí ha añadido en su descargo que sigue pensando que lo de colaboración con ETA todavía encaja dentro de un “análisis riguroso” de la doctrina del Tribunal Supremo en lo que se refiere a colaboración con banda armada. O sea, insistimos, que él no se equivoca.

El tema del Faisán, convertido ya en colibrí, ha pasado a un segundo plano detrás del vendaval de la sentencia de Estrasburgo contra la doctrina Parot, sobre la que el jefe de todos los fiscales ha aclarado que se “estudiará cada caso”.

Pero aunque en un segundo término, no deja de tener su morbo que entre las mesas de invitados estuviera, ni más ni menos, que el exministro del Interior, Antonio Camacho, fiscal de profesión, que, de haber habido colaboración con ETA, habría sido uno de los “presuntos” autores intelectuales de la delación y de la colaboración. Pero ya se sabe que de esa línea tampoco han querido tirar los jueces, así que su testa está, de momento, libre de toda sospecha.

No ha sido el único socialista y exministro que ha estado presente en la cita. En otra mesa se ha sentado el célebre Mariano Fernández Bermejo, ex de Justicia y que pasará a la historia como el de la cacería con Garzón. De otro asunto de los de su época, de la Gürtel y de Luis Bárcenas, le han preguntado también a Torres-Dulce. Pero éste se ha limitado a decir que no hay nada que haya cambiado sobre la situación del extesorero y que, por lo tanto, debe seguir en la cárcel en prisión provisional.

Como ven, estos mini-encuentros reunen al mini-estado dentro del Hotel Ritz y es difícil que cualquier asunto de la actualidad del día no afecte de lleno o de golpe y porrazo a alguno de los asistentes. Si se habla de la posible imputación de la Infanta Cristina, ahí está sentado Don Jaime de Marichalar, gran bebedor de zumo de naranja, codo con codo con el máximo representante de la Marca España y degustador de canapés, Carlos Espinosa de los Monteros. Con una camisa imposible y habitual en estos desayunos, si al ex duque un día le da por abrir la boquita y contar todo lo que sabe, temblaría España. Pero él ha demostrado ser más señor que su excuñado, aunque fuera el feo de la película y aunque su estatua de cera fuera vílmente fulminada. No se le conocen desaires públicos hacia la primera familia del Reino.

Si se habla de la Parot, pues ahí está el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, que no ha querido añadir más a lo que ya dijo ayer y que se marchó rápidamente porque tenía cita con el dentista tras compartir mesa y mantel al lado de Salvador Victoria, hombre fuerte de Ignacio González en la Comunidad de Madrid. Y si se sondean otros tantos asuntos, pues seguro que pronto encontraríamos los cordeles subterráneos que unen al orador con alguno de los invitados.

Y es que no suele faltar nadie. Y mira que hay que madrugar para llegar a estas citas. Hoy, por ejemplo, ha reaparecido el banquero Emilio Ibarra (antiguo BBV), que se ha marchado de charleta con Gallardón; tampoco ha faltado otro hueso duro de roer del pasado, el fiscal Eduardo Fungairiño, que se las tuvo tiesas con el fiscal puesto por Zapatero, Cándido Cónde Pumpido. Del mundo de la judicatura, la vocal del CGPJ Margarita Uría; el teniente fiscal antidroga de la Audiencia, José María Lombardo, o el fiscal Ignacio Gordillo. Y de la política, el presidente del Congreso, Jesús Posada, que no dudó en acompañarse del diputado de CiU, Jordi Jané, por mucho que sus respectivos presidentes se tiren los protocolos a la cabeza.

Entre los incondicionales que nunca faltan, Enrique Cerezo, que hoy no ha tenidoa su homólogo Florentino Pérez para conspirar con él a gusto. Y otra exministra, reconvertida en bien retribuida consejera empresarial, Isabel Tocino, con un moreno Zaplana y una extraña pinza en el pelo.

Torres-Dulce ha sido presentado por el exministro y expresidente del Congreso, Landelino Lavilla, que se ha tomado muy en serio su papel de introductor y que, un poco más, y le deja sin tiempo al fiscal para contar sus historias. Al fiscal general le han preguntado, por último, sobre otro varapalo en el que también ha tropezado estrepitosamente. El fiscal al que ha expulsado de la carrera y al que le han obligado a readmitir (Juan Antonio Frago). Tampoco en esto, ha dicho, se siente “desautorizado”. O lo que es lo mismo, que recurrirá. Juicios tengas y lo ganes, aunque seas el fiscal mayor de la Cosa.

Eduardo Torres Dulce no se equivoca. Que son los otros, oiga: los jueces. El fiscal general del Estado, que hoy ha participado en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Forum, una de esas citas en los que todos los que mandan se arremolinan en comandita, ha venido a desquitarse de quienes, desde el malvado cuarto poder y desde otras instancias, le acusan de tropezar una y otra vez con sus decisiones más polémicas.

Doctrina Parot Alberto Ruiz-Gallardón Audiencia Nacional