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¿Hay casos Hollande en España?
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Graciano Palomo

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¿Hay casos Hollande en España?

Acabo de regresar de la grandeur francesa, cada vez más deshilachada e imperceptible, con una V República que hace remover en su tumba de Colombey a su

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Acabo de regresar de la grandeurfrancesa, cada vez más deshilachada e imperceptible, con una V República que hace remover en su tumba de Colombey a su fundador (Charles de Gaulle), donde las aventuras amorosas de su presidente oscurecen mediáticamente los conflictos raciales, el 11% de paro, la pérdida de competitividad de la segunda potencia de la UE y en general una gran nación en plena decadencia.

En determinados debates televisivos y radiofónicos el caso de Juliette y Valerie son percha para intentar rebuscar en los armarios hispanos acerca de si aquí el poder constituido también tiene sus alcantarillas.

Siempre las hubo. Los que están en campaña recuerdan de inmediato a una rubicunda austriaca o algo parecido que, al parecer, habitó durante un tiempo por los montes de El Pardo.

El gran maestro Dovifat, que también era alemán, decía en sus manuales que un dirigente político que vive en habitáculo público, que come a expensas de los ciudadanos y viaja en coche pagado con los impuestos el único sitio privado que dispone es la alcoba estrictu sensu.

En los ya largos años que llevo desarrollando mi trabajo como periodista profesional he conocido muchos casos “tipo Hollande”, aunque ninguno tan esperpéntico como el del presidente de Francia. Algunos se acercan pero sin las connotaciones versallescas y de croissants ofrecidos por el Servicio Secreto de una gran potencia como el país vecino.

Aquí, en efecto, se dan casos “a la española” y de menor nivel. Otra cosa es la literatura subwayque se vehicula en un país sureño como el nuestro donde casi siempre se aplica el viejo cliché de que no dejes que la realidad te estropee un buen reportaje.

Esos reportajes se podrían tabular en la derecha extrema, la derecha, el centro, la izquierda, la extrema izquierda hasta lo marginal de toda marginalidad.

Acabo de regresar de la grandeurfrancesa, cada vez más deshilachada e imperceptible, con una V República que hace remover en su tumba de Colombey a su fundador (Charles de Gaulle), donde las aventuras amorosas de su presidente oscurecen mediáticamente los conflictos raciales, el 11% de paro, la pérdida de competitividad de la segunda potencia de la UE y en general una gran nación en plena decadencia.

François Hollande