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Siena, ciudad medieval y eterna
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Siena, ciudad medieval y eterna

Su arte universal, incomparable e inmortal; sus delicados paisajes de suaves colinas, cipreses verticales e interminables viñedos, hileras de olivos, y una gastronomía excepcional hacen de la

Foto: Siena, ciudad medieval y eterna
Siena, ciudad medieval y eterna

Su arte universal, incomparable e inmortal; sus delicados paisajes de suaves colinas, cipreses verticales e interminables viñedos, hileras de olivos, y una gastronomía excepcional hacen de la Toscana un sitio único en el mundo. Campos de tierra rojiza, pisados por peregrinos que durante siglos enriquecieron la ciudad al repostar aquí, en su camino a Roma. En otoño, apenas recupera el aliento, tras un verano de mareas y oleadas de turistas que todo lo invaden.

Sobre tres colinas, escalonadamente tras la muralla, se alza un mar de techumbres de teja rojiza que esconde tesoros medievales. Callejones unidos por arcadas que unas veces parecen unir y otras separar las casas a uno y otro lado de la calle; farolas ancladas en las paredes de hogares que han visto pasar la historia; plazoletas que se van abriendo tras una sucesión de callejuelas acotadas por casas de piedra. Contraventanas de color verde, abiertas sobre fachadas ocres y rojizas; sorprendentes hornacinas que aparecen de repente, mostrando una pequeña estatuilla, una imagen o una fuente.

Su arte universal, incomparable e inmortal; sus delicados paisajes de suaves colinas, cipreses verticales e interminables viñedos, hileras de olivos, y una gastronomía excepcional hacen de la Toscana un sitio único en el mundo. Campos de tierra rojiza, pisados por peregrinos que durante siglos enriquecieron la ciudad al repostar aquí, en su camino a Roma. En otoño, apenas recupera el aliento, tras un verano de mareas y oleadas de turistas que todo lo invaden.