Praga, elegancia y soberbia para el Festival de Invierno

Ciudad monumental, alfombrada por un empedrado limpio, uniforme, gris y perfectamente conservado, que transcurre a través de altas torres y sólidos palacetes, lujosos, elegantes y refinados, pero sobrios. Patios, pasadizos y pasajes que sigilosamente comunican una callejuela con otra. Iglesias de cúpulas que recortan el cielo con afiladas agujas. Un maravilloso puente que hace de cordón umbilical entre uno y otro lado de la ciudad... y un puzle de tejados rojizos y anaranjados vierten aguas sobre fachadas soberbias.

El Castillo de Praga, un complejo majestuoso e imponente de palacetes; una catedral que eleva sus torres góticas sobre la ciudad, de extraordinarias vidrieras y enormes puertas de bronce; el convento de san Jorge y antiguas caballerizas transformadas en modernas galerías de arte... A un paso de la verde colina Petrin, el monasterio blanco de Strahov guarda una valiosa joya: la librería teológica y su maravilloso techo abovedado pintado con frescos.

Malá Strana, el barrio 'pequeño', encajado entre el castillo y el río a lo largo de la calle Nerudova, con preciosos palacetes y edificios barrocos convertidos en suntuosas embajadas. El muro de John Lennon, símbolo de transgresión frente a la dictadura comunista, ¡el grafiti como reivindicación! Uno de los puentes más bonitos de Europa, el de San Carlos, con sus 30 estatuas y 16 arcos sobre el río Vltava, flanqueado por las tres torres-fortaleza que lo guardan.

Desde 1410, en la plaza mayor, en la torre sur del viejo ayuntamiento, el reloj astronómico más bello, delicado y fascinante del mundo, sigue el trayecto del sol mientras mide el tiempo. Cada hora los apóstoles se asoman para bendecir a la muchedumbre allí concentrada bajo las estatuas que representan los males de la época: la vanidad, la miseria, la parca y la lujuria.

Al norte de la Plaza Mayor, el barrio judío de Josefov,  de calles empedradas, sinagogas y un pequeño cementerio de lápidas verticales colocadas en un acertado desorden. La vieja sinagoga, de 1270, la más antigua de Europa en servicio, exuda la huella del paso del tiempo.

A un costado de esta plaza, la calle Celetna es una de las más antiguas de la ciudad, y recorre preciosas mansiones de época de asombrosos murales en sus fachadas, como las de los tres reyes o el león blanco y el sol.

Dancing House o Ginger y Fred, el característico edificio de Frank Ghery que como todas sus creaciones se contonea en el espacio. Acude a un evento en el teatro del estado, donde Mozart estrenó Don Giovanni. El grandioso teatro nacional, levantado a orillas del río por suscripción pública, testimonio del esfuerzo de todos y su deseo por acceder a la cultura. En enero se celebra el Festival de Invierno, muy buena música clásica, ópera, ballet y jazz.

En el país del mundo donde más cervezas se consumen dicen que el labio superior siempre está machado de la espuma blanca de la última pivo (cerveza). La Budweiser no tiene nada que ver con la americana, esta es mucho mejor.

Cafés escondidos de la mirada del paseante, elevados en el primer piso de algún edificio. El café Louvre, favorito de Einstein y Kafka. Junto a sus amplios ventanales, paredes rosa pastel, y cálida moqueta, un buen y espeso chocolate caliente.  Palffy Palac Club, en un palacio barroco, un restaurante delicioso y elegante de comida francesa y buenos vinos.

Alchymist Gran Hotel & Spa, un precioso hotel bien situado, cerca de las embajadas. Todos los detalles, techos, tapices, sofás, la vajilla del restaurante, están pensados para una estancia de lujo. El ambiente y la cocina mediterránea del restaurante son fabulosos.