El valle del Loira: un paseo gastronómico entre castillos

Remontando el curso del Loira, entre castillos de ensueño, amplias llanuras verdes y frondosos bosques, el llamado jardín de Francia nos descubre pueblos de hermosas calles empedradas, recias casas medievales, opulentos castillos y bellas catedrales.

Es tierra de almenas cubiertas por cielos sobrecogedores y grises unas veces, y murallas a la sombra de cielos azules y limpios otras. Es la cuna del idioma de Julio Verne y de Victor Hugo. Son bodegas de solera de excelentes vinos blancos. Es la huerta que nutre una de las mejores despensas del viejo continente: verduras, foie, quesos, mostazas y una gran pastelería. Son recetas de siempre, viejos fogones y nuevas técnicas, platos sorprendentes y mesas muy bien atendidas.

Tapices en Angers 

Un castillo recio, de gruesas y poderosas torres. Contiene el tapiz del apocalipsis, un valioso tesoro de sorprenderte belleza. Cruzar al otro lado del río para comer en el restaurante Favre d’Anne, con vistas al castillo y a la catedral de San Mauricio. Pascal, un chef obsesionado por la mejor materia prima de la zona. Ofrece una cocina moderna que busca potenciar y combinar sabores que den fuerza y contenido al plato. Su mujer, Mathilde, con esa eterna sonrisa, aconseja sobre lo más conveniente de su bodega. Deliciosos menús desde 65€.

Frondosa Montbazon

El Château d'Artigny, convertido en un gran hotel; la gran torre, que corona una impresionante estatua de la Virgen y el Niño. Un paseo atravesando la pasarela hasta la otra orilla del río para perderse entre sus frondosos bosques y sentarse después a la mesa del restaurante La Chancelière. Fabuloso el joven chef, Olivier Arlot, reconocido con la máxima distinción en la prestigiosa guía Gault & Millau. Dirige un restaurante sencillo y sobrio en el exterior pero elegante en el interior y mágico en una cocina, delicada, moderna y de mercado.  Para darse un homenaje a precios muy razonables. Menús desde 40€. 

Histórica Tours 

La antigua plaza cuadrada de Plumereau, casas que visten fachadas con falsas vigas de madera vista, agradables terrazas donde tomar algo. La torre de Carlomagno, vestigio de la antigua basílica. La Rue Colbert repleta de restaurantes y terrazas. Los martes, mercado en el boulevard Huerteloup. La Petite Cuisine, curioso restaurante que se define como comer en la cocina de tu casa y así es. 

Dulce Amboise

“Aquí serás libre para soñar, pensar y trabajar”, así convenció Francisco I al hombre del Renacimiento, el genio Da Vinci, que vivió aquí los últimos tres años de su vida, muriendo en el castillo Du Clos Lucé.

A doscientos metros del imponente castillo de la ciudad, la gran pastelería Bigot, centenaria e insuperable, una trampa mortal en la que si uno entra, ¡peca! Tartaletas extraordinarias, deliciosos eclair de chocolate que se deshacen en la boca. Es la esencia de esa Francia que asociamos a la mejor repostería. 

Imponente Chambord

En un marco de ensueño, el castillo más espectacular del valle, renacentista y esbelto, desborda opulencia, como salido de un cuento. Su escalera interior de doble hélice se atribuye a Da Vinci. Dimensiones de otra época: 426 habitaciones, 282 chimeneas y 77 escaleras interiores. 

A dos pasos del castillo, La biscuiterie, elabora y vende desde hace más de 30 años, deliciosas galletas y pastas en originales cajas metálicas. Max Vaauche, maestro chocolatero, invita a descubrir los aromas de los diferentes cacaos empleados en sus inigualables bombones.

Heroica Orleans

Tras frondosos bosques se alza la imponente catedral de la Santa Cruz donde acudía a orar la omnipresente heroína Juana de Arco. El museo de Bellas Artes: Veronés, Tintoreto y Correggio además de Gauguin.Los viernes, mercado en la amplia plaza du Martroi. Quesos, patés y libros de recetas de segunda mano.

Pastelería Les Musardises, del maestro Desbois. Delicioso clou d’Orléans, mezcla de chocolate negro, con praliné de almendras.

Monumental Chartres

Esplendida catedral con vidrieras de azules irrepetibles, curioso laberinto en el suelo y dos afiladas torres apuntando al cielo. Les Feuillantines, un pequeño restaurante con encanto, algo escondido, deliciosa comida tradicional francesa de raciones esmeradas y buenos precios.