Es noticia
Menú
Edimburgo, alma y esencia de Escocia
  1. Estilo
  2. Business Class
Daniel Camiroaga

Business Class

Por
Daniel Camiroaga

Edimburgo, alma y esencia de Escocia

Tierra de héroes, mitos, leyendas y fantasmas. Un par de imponentes volcanes extintos, el del cerro de Arthur’s Seat y el promontorio sobre el que se

Foto: Edimburgo, alma y esencia de Escocia
Edimburgo, alma y esencia de Escocia

Tierra de héroes, mitos, leyendas y fantasmas. Un par de imponentes volcanes extintos, el del cerro de Arthur’s Seat y el promontorio sobre el que se asienta el castillo, imprimen y dan carácter a la ciudad. Majestuosa y elegante, la capital de Escocia mantiene intacta la atmósfera y el alma forjadas a lo largo de 500 años.

La parte vieja, medieval y romántica, construida en piedra, destila elegancia y acentúa la bruma y umbría de estas latitudes. Callejuelas empedradas, pequeños patios y jardines alrededor de la hermosa catedral de St Giles, conocida como High Kirk. Pasadizos imposibles llamados “close”, nos adentran en callejones en los que imaginamos las duras condiciones de vida de la Edad Media. Escondidas, casi ocultas, se mantienen algunas tabernas que parecen haber estado allí desde siempre.

Como una acrópolis real, en lo alto, dentro del recinto del castillo, se encuentra la pequeña capilla de Santa Margarita, del siglo XII. Las baterías disparan una salva a la una para informar de la hora. Desde la colina, recorre el camino que desciende por la Royal Mile hasta el palacio Holyrood, residencia de la reina cuando se encuentra en Escocia. Grassmarket, el antiguo mercado de ganado a los pies del castillo, es hoy una animada zona de bares y restaurantes (arriba, en la imagen).

La parte nueva, más racional, ordenada y neoclásica, forma elegantes manzanas que juegan con los edificios para encerrar hermosas plazas interiores ajardinadas, de un césped verde intenso.

El tren llega hasta la céntrica Waverley Station, junto a las calles que articulan la ciudad nueva: Princes, Georges y Queens. La imponente plaza Charlotte, diseñada por Robert Adam en 1791, cuenta con algunas de las mejores obras arquitectónicas de estilo georgiano. El español Enric Miralles modeló el Parlamento como un vibrante ejemplo de modernismo.

En el mundo anglosajón, Edimburgo rivaliza como ciudad literaria con Dublín. Escritores de la talla de Robert Louis Stevenson, quien escribió una vez que las mejores vistas de la ciudad se observaban desde Calton Hill, se suma a Scott, Conan Doyle y la más reciente J.K. Rowling, madre de Harry Potter, que escribió su primer volumen, entre taza y taza de café, en Elephant House.  

La esencia de Escocia enraíza con el whisky, la bebida nacional, hecho a base de agua y cebada malteada con turba y envejecida en barricas centenarias; con costumbres y tradiciones de aquellos que mantienen la esencia y los colores del clan sobre los Kilts de lana suave y abrigada y el alma de melodías sopladas por los Highlander Pipers.

El yate real, Britania, expone muchos de los regalos que los mandatarios de otros países han hecho a la reina. Edimburgo es la ciudad de los festivales: gastronómicos, musicales y artísticos. Como el del Tatto, bandas militares de gaitas y tambores desfilando acompasadamente. O el mítico Murrayfield, catedral del rugby, en cuya tienda puedes adquirir alguna camiseta de recuerdo.

Un magnifico desayuno en el italiano Valvona & Crolla, toda una institución en la ciudad. Para comer, en la calle peatonal de Rose Street, un sinfín de pubs que ofrecen comida sencilla. David Bann es uno de los mejores restaurantes vegetarianos del país. Ofrece una fascinante versión de una cocina de altura, entra por los ojos y solo utiliza verduras. La Brasserie Hadrian’s en el lujoso Hotel Balmoral, buenas vistas de Arthur’s Seat. Fishers, en Leith, el mejor pescado de la ciudad.

Para dormir, el Balmoral, de la prestigiosa cadena Rocco Forte, en pleno centro, en Princes Street. 

Tierra de héroes, mitos, leyendas y fantasmas. Un par de imponentes volcanes extintos, el del cerro de Arthur’s Seat y el promontorio sobre el que se asienta el castillo, imprimen y dan carácter a la ciudad. Majestuosa y elegante, la capital de Escocia mantiene intacta la atmósfera y el alma forjadas a lo largo de 500 años.