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Diarios de Motocicleta
Por
Crónica Día 8 y 9. Honningsvag, Murmansk, Kargolpol. Total 1.830 kilómetros
Jueves y viernes, 23 y 24 de Agosto de 2012 No he parado desde que nos hemos separado con Ángel.Por la mañana del jueves nos hemos repartido
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Jueves y viernes, 23 y 24 de Agosto de 2012
No he parado desde que nos hemos separado con Ángel.
Por la mañana del jueves nos hemos repartido el material. Yo he decidido ir lo más ligero posible, así que he pasado de casi todo. Ya no llevo el magnífico botiquín, ni casi nada del material de acampada. Solo las herramientas básicas, los recambios esenciales, ropa de abrigo, jabón y cepillo de dientes, estos equipos desde los que escribo y casi nada más. He dejado hasta mis puros.
Antes de salir de Honninngsvag, hemos visitado el Artic Ice Bar de nuestro amigo José Mijares. Es un gran aventurero. Hace unos días los cuadernos técnicos de Barrabés le publicaron 12 páginas de sus aventuras cruzando las cuatro Laponias, con su absolutamente impresionante y muy amistoso perro Lonchas. Visitamos su tienda y su bar de hielo, que es un espectáculo extraordinario. Tarda casi dos meses con un equipo de varios hombres, cada año en montarlo y oírle contar la historia de la calidad del hielo, y él de eso sabe mucho, con el que lo construye, es fascinante. Una visita obligada.
Ángel y yo henos ido juntos hasta Ivalo y desde allí él ha tomado la carretera hacia Estocolmo y yo hacía Murmansk (Rusia). Eran sobre las 18:00s. Abrazos, un nudo en la garganta deseándole buen regreso y viaje.
La frontera con Rusia está a unos 30 kilómetros hacia el Este. Los trámites han sido más sencillos de lo esperado. Pasaporte, papeles de la moto y revisión del equipaje.
He salido encantado y solo dos kilómetros más tarde me encuentro con una carretera de piedras. Estas eran como las de las vías del tren. No era grava. Este estado de la carretera se ha repetido numerosas veces. La verdad es que prefiero la tierra, al menos de noche, antes que este asfalto. El asfalto está lleno de socavones con el canto afilado y temo por los neumáticos y las llantas. Los trallazos hacen crujir toda la moto y te hacen sentir muy incómodo. En la tierra los socavones son más suaves.
Hasta Murmansk hay unos 250 kilómetros hacia el Este. Se han hecho eternos. Solo me he cruzado con dos coches. Ni una sola luz a lo lejos. Sin gasolinera ni áreas de servicio alguna. De noche con algo de penumbra, como son aquí en esta época del año. Algunos tramos con los bosques muertos, supongo que por encharcamiento. Solo dos grados.
Murmansk la he visitado buscando un hotel. En dos se han negado a darme habitación y claramente las tenían libres. Supongo que no habrán tenido buenas experiencias con moteros. Los borrachos son muy peligrosos de noches en esas ciudades conduciendo. He tenido varios incidentes en los semáforos y en una gasolinera. He decidido seguir y refugiarme en la carretera. Eran las doce de la noche.
La carretera M-18 que va hasta San Petersburgo está bien, muy bien para lo que es esto, siempre en dirección Sur, pero estaba de obras y aquí hay que ver como organizan la señalización de las obras…
He echado un par de cabezadas en una parada de autobús y en el bosque. Habré dormido solo una hora en total. La carretera es bonita, con muchos lagos a los lados y unos bosques asombrosos por densidad y variedad de especies. Al llegar a Medvezjegorsk he tomado la P5, que luego se convierte en R2, hacia Pudoz.
Esto ya es Sur-Sureste. Horrible de baches, pero era de día y podías ir atento. Esta carretera era claustrofóbica. Son uno 200 kilómetros, sin nada, solo árboles altísimos cortados justo a nivel de la carretera. No ves nada. Solo los árboles. Todos hemos pasado por carreteras así, pero 200 kilómetros son muchos. Estoy haciendo una especia de “U”. Ahora estoy bajo y empiezo a ir hacia el Este y luego iré haciendo cada vez dirección Norte, hasta acabar yendo hacia el Noreste puro que dirección Vorkuta.
Desde Pudoz hasta Kargopol hay 160 kilómetros de una carretera señalada en amarillo en todos los mapas de Rusia. Las reseñas dicen “ruta secundaria”. Pues era de ¡tierra!, casi toda ella, barro en realidad, ayer por la noche. Hacer 100 kilómetros de barro no es nada especial, si ya llevas tus ruedas de tacos montadas, pero con ruedas mixtas ya gastadas por el viaje, de noche, sin un pueblo cercano…¡Qué paliza!. Me he caído dos veces. Todavía puedo levantar la moto yo solo, pero he desencajado una maleta de aluminio, que esta mañana trataré de arreglar.
Tengo cinco para intentar llegar a Vorkuta. Luego he de emprender el regreso. Sé que el viaje parece un poco a contrarreloj, pero es exactamente eso. El objetivo era hacer los cuatro extremos cardinales de Europa continental en el menor tiempo posible. Ahora, además, lo del tiempo ya viene impuesto por razones de trabajo y sobre todo por el invierno. Ya está llegando. En Cabo Norte los abedules ya estaban pardos. Aquí, 1.500 kilómetros más al Sur, lo están menos, pero ya empiezan también a dar señales de la llegada del otoño. He de espabilar.
Hasta mañana….
Jueves y viernes, 23 y 24 de Agosto de 2012