En la cama con Marita
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Siete señales de alarma para huir de una primera cita
Estas situaciones son reales como la vida misma. Y de todas deberías sacar idéntica conclusión: echa a correr y no pares hasta que llegues a tu casa. Mejor sola, por cierto
Tengo miedo a muchas cosas en el mundo: a los tirantes de silicona transparentes, a los tacones de aguja, a los mimos, a la ropa de Rick Owens y, por encima de todas las cosas, a las primeras citas. Para superar mis miedos, llevo años sumida en una espiral de quedadas con tufillo sentimental impostado. Y créeme: soy tan desastrosa que nunca llego a la segunda. Pero de mis experimentos de autosuperación ha nacido un prolífero radar que detecta señales de alarma, esas que te indican que la primera cita no solo ha de ser la última, sino la que te empuje a saltar por la ventana del baño. Si tu Romeo da alguna de estas señales -o un compendio de todas, porque hay hombres muy completitos-, hazme caso: huye.
No para de hablar de su ex
Hablar de tus relaciones pasadas en una primera cita es tan habitual y poco adecuado como escalar el Himalaya en tacones. Pero ocurre. Lo de ahondar en el pasado, no lo de jugarte un esguince y una muerte segura a alturas vertiginosas. Una cosa es hablar de tu ex una vez para dictaminar tu estado emocional, pero cuando un hombre habla de ella repetidas veces… Tenemos un problema. En una ocasión, estuve con un hombre que citó a su expareja unas 40 veces a lo largo de la velada. No exagero. Estaba cargado de rencor y de odio, y nunca es fácil saber si planea vengarse contigo o si sigue enamorado de la mujer que le ha vuelto loquito. Pero créeme: no hay que averiguarlo. Ser una relación o el polvo puente nunca es buena idea, porque ¿sabes qué? Los puentes no son tan estables como parecen.
Cita a su madre constantemente
Lo sé: al principio, el que hable de su madre puede parecer tierno, pero deja que te recuerde un personaje que parece no olvidarse nunca de la suya: Norman Bates. Si no quieres terminar como su progenitora, huye. De acuerdo: no es muy factible que planee matarte, pero Freud habló de esta temática mucho mejor de lo que yo lo haría y la conclusión es que no puedes ni quieres -espero- ser su madre. No quiero sonar a Jennifer Lopez y a su 'Ain´t your Mama', pero lo que necesitas es un hombre, no un hijo lastimero.
No despega la mirada de tu escote
Puede ocurrir y ocurre. De acuerdo. Entiendo que los pechos son y serán siempre imanes para la mirada masculina, pero es harto desagradable cenar con una persona que es incapaz de recordar si tus ojos son verdes, marrones o si tan siquiera tienes. Esta es sin duda una de las razones de peso para dar la cita por terminada. Y que nadie me venga con el manido “para qué te pones escote si no quieres que lo mire”. Porque si quiero, tengo todo el derecho del mundo a ponerme escote o a vestirme de hot dog andante. Yo no te digo si tiene sentido que lleves gorrito de lana en pleno mes de junio, por muy hipster que seas.
Es un soliloquio de testosterona
No para de hablar de él y no se molesta en preguntarte nada acerca de tu vida. ¿Quiere conocerte o quiere rellenar su perfil de Linkedin? Las citas están hechas para conocerse y para conversar, y cuando solo uno es el que habla, te estás enfrentando a un claro 'Cinco horas con Mario'. Y a no ser que sea Mario Casas, no es muy apetecible.
Presume de ser un fucker
Hay hombres que, por increíble que parezca, consideran oportuno contarte en la primera cita todas sus hazañas sexuales y hacerte saber que están viendo a muchas mujeres. De acuerdo, es de agradecer saber de primeras que no quiere nada serio, pero yo no le digo a mi jefa que miro Infojobs cada día. ¿Por qué tienes tú que hacerme saber que revisas Tinder con tanta asiduidad como yo las ofertas de Privalia?
Te juzga
Una de las peores citas de mi vida fue con un hombre que se sintió herido por un comentario que le hice. Juro que no fue a propósito. El caso es que desde ese preciso momento se pasó la cita metiéndose conmigo. Y si es Berto Romero el que lo hace, bienvenido sea, porque lo hará con gracia, inteligencia e ironía. Pero cuando los comentarios vienen de un hombre herido… La cita se torna desastrosa. Y yo ya las colecciono.
Se pone nervioso cuando otros hombres te miran
Señal de alarma máxima. Un hombre que se siente incómodo cuando otros fijan en ti su atención será tu peor pesadilla a la larga. Los celos son muy bonitos en las canciones, pero en la vida real son una zancadilla a la libertad y a la tranquilidad. Estaría más tranquilo si llevaras un burka y tú si él se fuera a su casa. Que es de donde no debería salir.
Antimanual de Autodestrucción Amorosa (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.
Tengo miedo a muchas cosas en el mundo: a los tirantes de silicona transparentes, a los tacones de aguja, a los mimos, a la ropa de Rick Owens y, por encima de todas las cosas, a las primeras citas. Para superar mis miedos, llevo años sumida en una espiral de quedadas con tufillo sentimental impostado. Y créeme: soy tan desastrosa que nunca llego a la segunda. Pero de mis experimentos de autosuperación ha nacido un prolífero radar que detecta señales de alarma, esas que te indican que la primera cita no solo ha de ser la última, sino la que te empuje a saltar por la ventana del baño. Si tu Romeo da alguna de estas señales -o un compendio de todas, porque hay hombres muy completitos-, hazme caso: huye.