En la cama con Marita
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¿Y si la clave de una relación sana fuera una fidelidad diferente a la que conocemos?
Tras años de fracasos amorosos y citas inverosímiles, mi reciente cumpleaños me ha servido como punto de partida para una nueva actitud vital. A continuación te explico por qué
He descubierto que cuando haces caso a lo que tu corazón te dice –me acabo de dar cuenta de que parece la letra de una canción del verano– sin poner de por medio bismarckianas –y absurdas– estrategias cuyo fin es no agobiar o mantener un halo de tensión y misterio, las cosas van sobre ruedas. Si te apetece ver a alguien sin descanso, hazlo: los detox emocionales autoimpuestos son absurdos. No caigas en el error de quedarte en casa mirando el móvil a la espera de que te mande un mensaje para quedar. Si quieres verlo, díselo. Porque es mejor arrepentirse del error que de lo que podría haber sido. Sí, esta última frase ha sido digna de psicología de café con leche, pero así son los textos catárticos.
Deja de pensar a largo plazo y disfruta del momento. Si los fantasmas del desamor pasado visitan tu mente y te susurran que no hay futuro para tu relación –y créeme: lo van a hacer–, ponte tapones. No temas que todo se haga añicos e intenta disfrutar de lo que tienes. Aprende a hacerlo. Al fin y al cabo, es mejor tener un historial de “fracasos” –aunque no son tal cosa, sino enseñanzas– que un historial en blanco. Si se te escapa un “amor” o “cariño” en una conversación o si pones un icono de corazón en plena charla de WhatsApp, no mires con miedo el doble check azul. Porque si lo has puesto porque te apetecía ponerlo, no hay icono de flamenca que pueda suavizarlo. Ahora es cuando la catarsis la has hecho tú y créeme: sienta de maravilla. Porque cuando descubras que la conversación continua y que ese terror a camuflar emociones o impulsos carecía de sentido, respirarás por fin con alivio.
En mi libro 'Antimanual de Autodestrucción Amorosa' (editorial Aguilar) hablo del mítico momento en el que llevas ya un tiempo viendo a alguien y de repente andas a su vera por la calle pensando que te apetece que te dé la mano. ¿Por qué no lo haces tú? ¿Por miedo a que se asuste? He comprobado que si quieres hacerlo y lo haces –hayan pasado dos días o dos meses desde que estáis juntos–, no pasa nada. NADA. Porque tenemos que dejar de pensar en lo que piensa o quiere el otro para centrarnos en nosotros mismos. No es un acto de egoísmo, sino de autoconocimiento. La fidelidad es complicada, pero ser fiel a lo que quieres no lo es tanto y exige un proceso de aprendizaje.
Para serte fiel has de seguir tus instintos y tus apetencias. Has de aprender a disfrutar de cualquier experiencia, por insospechada que parezca, y no juzgarla. Hay que dejar de preguntarse si tiene sentido o si tiene futuro, porque tener presente es lo suficientemente grande como para boicotearlo con dudas y miedos.
Quizás este texto suene más Mr. Wonderful de lo que me gustaría y quizás sea el texto con menos odio –ese que siempre me achacan en los comentarios, cuando lo cierto es que estoy llena de ironía, no de rencor–, pero también es el más sincero. Porque estoy inmersa en este proceso y estoy aprendiendo a vivirlo sin sentir vértigo. He descubierto que la clave para que las cosas salgan bien es respetarte y serte fiel. Quizás te pongan los cuernos o quizás lo hagas tú, pero la fidelidad a uno mismo es más complicada de romper si aprendes a tomar las riendas de tu vida. Así que termina el verano probando a dejarte llevar y a conocerte. Y hazme el favor: no te pongas los cuernos a ti mismo.
'Antimanual de autodestrucción amorosa' (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.
He descubierto que cuando haces caso a lo que tu corazón te dice –me acabo de dar cuenta de que parece la letra de una canción del verano– sin poner de por medio bismarckianas –y absurdas– estrategias cuyo fin es no agobiar o mantener un halo de tensión y misterio, las cosas van sobre ruedas. Si te apetece ver a alguien sin descanso, hazlo: los detox emocionales autoimpuestos son absurdos. No caigas en el error de quedarte en casa mirando el móvil a la espera de que te mande un mensaje para quedar. Si quieres verlo, díselo. Porque es mejor arrepentirse del error que de lo que podría haber sido. Sí, esta última frase ha sido digna de psicología de café con leche, pero así son los textos catárticos.
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