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Por qué creo que el desfile de Victoria's Secret también puede ser feminista
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Zoe Robledo

En la cama con Marita

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Por qué creo que el desfile de Victoria's Secret también puede ser feminista

¿Puede un desfile de lencería con las modelos más bellas de mundo convertirse en un alegato del empoderamiento y de la libertad sexual de la mujer? En mi opinión, sí

Foto: Lais Ribeiro en el último desfile de Victoria's Secret en Shanghái.
Lais Ribeiro en el último desfile de Victoria's Secret en Shanghái.

La semana pasada le comentaba a una amiga, no sin pesadumbre y cierto hastío, que escribo como mínimo cuatro artículos al año acerca del desfile de Victoria's Secret. No solo me cansa hablar de sus entrenamientos y de los números que rodean al show, sino que lo que realmente me incomoda es que siempre llega un punto en el que, al verme en el espejo –confesión lamentable en 3,2,1…– echo en falta tener los oblicuos de las modelos, entre otras cosas que ya os podéis imaginar. Mi amiga me preguntó, mientras yo me martirizaba mentalmente por sentirme mal por no ser una supermodelo, si es posible ser feminista y seguir los desfiles de Victoria's Secret. Respondí con un contundente sí. Sin embargo, al llegar a casa, leí un artículo que acusaba a la firma de vender una imagen hipersexualizada de las mujeres en plena era post-Weinstein, y me pregunté si mi respuesta había sido acertada. Spoiler: estoy segura de que sí lo era.

Mientras los responsables de la firma aseguran que venden la imagen de una mujer empoderada y fuerte, hay publicaciones que dudan de la veracidad de esta afirmación. ¿La razón? Esta mujer segura de sí misma –aseguran– lo es porque es bella y porque tiene una silueta envidiable. Y lo dicen porque están dentro de sus cabezas o porque leen sus diarios, ¿no? Me pregunto si una mujer despampanante –con alas o sin ellas– no puede sentirse empoderada también por su puesto de trabajo, por poder elegir qué proyectos lleva a cabo o por poder ser fiel a su personalidad, algo que, según la modelo de Victoria's Secret Lily Aldridge, se promueve en este desfile. Un artículo de 'The Telegraph​' señala que la audiencia de este show es mayoritariamente femenina, pero se cuestiona si es saludable el que las mujeres vean a esas diosas desfilar porque, según sus palabras, incrementan sus inseguridades. Yo no veo correcto que la firma siga empeñada en contar únicamente con modelos de un tallaje determinado, pero desde luego no es la única plataforma que promueve un ideal de belleza alcanzable únicamente para una minoría.

Las declaraciones de la modelo Emily Ratajkowski, que protagoniza –en lencería– el día tres del calendario de adviento de la revista 'Love​', fueron las que me hicieron darme cuenta de que lo que le había asegurado a mi amiga no era una falacia. “Ahora que Harvey ha sido descubierto, y ante la sorprendente multitud de mujeres que se han atrevido a confesar haber sido víctimas del acoso, me decepciona escuchar a muchas promulgar que tenemos que actuar con responsabilidad, como si nosotras tuviéramos que ajustar nuestra actitud para facilitar las cosas. Estoy harta de tener que pensar acerca de cómo va a interpretar un hombre el que me ponga una falda corta o el que suba una fotografía sexy a Instagram. Si quiero hacerlo, lo hago”, asegura.

Emily es una mujer empoderada, fuerte, segura de sí misma, sexy y, oh sí, feminista. Porque ser feminista no implica no llevar vestidos cortos o no lucir escotes. Lo que defiende el desfile de Victoria's Secret es que las mujeres son las únicas dueñas de su sexualidad. El director y productor ejecutivo del show, Ed Razek, asegura que el mensaje que mandan es el de que las mujeres poseen una fuerza única contra la que los hombres no pueden competir. El fotógrafo encargado de tomar las fotografías del backstage del desfile y autor del libro 'Backstage Secrets, Russell James', coincide: “Estas mujeres deciden cómo posar y cómo ser. Tienen voz y poder”, asegura.

Cierto o no, el mensaje que se esfuerza en enviar la marca es el de que este desfile es una celebración de las mujeres y de su sexualidad. ¿Acaso es habitual poder ver a mujeres posar en lencería o en actitud sexy sin ser víctimas del slut-shaming? No. Rotundamente no. Este show convierte la sensualidad y la sexualidad en una fiesta, en algo de lo que las mujeres no tenemos que sentirnos culpables.

Y si bien es cierto que muchos pueden señalar que venden un ideal de belleza inalcanzable –como he comentado, espero con ansia que modelos como Ashley Graham pasen a formar parte de este ejército de ángeles–, me pregunto si alguien acusó a Armani o al propio Ronaldo de lo mismo cuando el futbolista presumía de músculos en ropa interior en una de sus campañas. ¿O es que los hombres se someten a estándares diferentes? Ronaldo depende de su cuerpo para trabajar, al igual que Andrés Velencoso, y nadie les echa en cara estar musculados ni vender una imagen sexual. ¿Por qué a nosotras sí? ¿Por qué no puede Sara Sampaio estar orgullosa de sus músculos, esos que le han costado meses de entrenamiento?

placeholder Portada de 'Antimanual de autodestrucción amorosa' (Editorial Aguilar)
Portada de 'Antimanual de autodestrucción amorosa' (Editorial Aguilar)

'Antimanual de autodestrucción amorosa' (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.

La semana pasada le comentaba a una amiga, no sin pesadumbre y cierto hastío, que escribo como mínimo cuatro artículos al año acerca del desfile de Victoria's Secret. No solo me cansa hablar de sus entrenamientos y de los números que rodean al show, sino que lo que realmente me incomoda es que siempre llega un punto en el que, al verme en el espejo –confesión lamentable en 3,2,1…– echo en falta tener los oblicuos de las modelos, entre otras cosas que ya os podéis imaginar. Mi amiga me preguntó, mientras yo me martirizaba mentalmente por sentirme mal por no ser una supermodelo, si es posible ser feminista y seguir los desfiles de Victoria's Secret. Respondí con un contundente sí. Sin embargo, al llegar a casa, leí un artículo que acusaba a la firma de vender una imagen hipersexualizada de las mujeres en plena era post-Weinstein, y me pregunté si mi respuesta había sido acertada. Spoiler: estoy segura de que sí lo era.

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