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¿El novio de tu amiga sigue en Tinder?
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Marita Alonso

En la cama con Marita

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¿El novio de tu amiga sigue en Tinder?

¿Qué harías tú si te toparas con el novio de tu amiga en una aplicación para ligar? Nos hemos encontrado ante esta situación y las cosas han salido de forma muy distinta a lo que pensábamos...

Foto: Imagen: Pretty Little Liars.
Imagen: Pretty Little Liars.

Hace un par de fines de semana, mis amigas y yo celebrábamos lo bien que le va a una de las nuestras con su nuevo novio tras haber pasado todo tipo de calamidades sentimentales. En plena celebración, una de nosotras sacó el móvil temblorosa. Yo solo cojo el teléfono con tanto miedo cuando voy a ver mi cuenta bancaria, por lo que pensé que me disponía a asistir a una charla acerca de la necesidad de ahorrar y de asumir que cobramos una miseria y que pese a todo, vivimos por encima de nuestras posibilidades. "Os tengo que contar una cosa", dijo con la voz entrecortada. Yo no entendía a qué se debía esa repentina tensión. Cuando abrió Tinder, todas sonreímos: otra vez había vuelto a caer en las redes de esa app que siempre asegura nunca va a utilizar más. Pero nos equivocábamos. Cuando nos enseñó la pantalla, enmudecimos: Ahí estaba el nuevo novio de nuestra amiga, sonriente, en Tinder. La descubridora aliada le había dado 'like' para ver si hacían ‘match’ y así podía desenmascararle, pero no había ocurrido nada. Porque supongo que una cosa es seguir en Tinder y otra ligar con las amigas cercanas de tu novia, ¿no? La pregunta fue clara: y ahora, ¿qué hacemos? ¿Se lo decimos? ¿Nos callamos?

En la primera fase de una relación es habitual que los miembros de la misma no se separen del banquillo, es decir, no cierren sus oportunidades sexuales y sentimentales por si todo se va al traste. Tinder y las redes sociales son perfectas para mantener las opciones B, C y 'todas las anteriores' latentes, pero al mismo tiempo pueden dinamitar tu relación por no ser apps invisibles.

Al principio me convencí de que no pasaba nada porque el novio de nuestra amiga siguiera en Tinder, ya que no había forma de saber si seguía hablando con otras. Pero el nefasto historial amoroso de nuestra amiga me hizo pensar que había que contárselo para que supiera a qué se estaba enfrentando, y eso que mi máxima es no meterme jamás en las historias de pareja de mis amigos. Afortunadamente, esa misma tarde, un exnovio me envió un pantallazo de Tinder en el que yo le había aparecido. “No hemos hecho match”, me dijo. Un momento: ¿por qué demonios sigo en Tinder si me lo cerré hace año y medio? Al día siguiente, otro ex me mandó un pantallazo junto al texto “No sabía que volvías al mercado”. Por si fuera poco, otro amigo me comentó que estaba también en Bumble, la dating app feminista. No voy a excusarme: he tenido todas las aplicaciones para ligar del mundo -exceptuando Raya, porque es para ricos e influencers y no hace falta que aclare que no soy ninguna de esas cosas- por razones personales y por razones laborales. Hace un año, escribí tantos artículos sobre dating apps que tuve que abrirme aplicaciones que jamás pensé tendría en mi teléfono móvil. El problema es que deshacerte de ellas no es tan sencillo como eliminar la app. Resulta que en muchas de ellas has de seguir un sinfín de pasos e incluso responder a unos cuestionarios que me hacen pensar que es más fácil darte de baja de Orange que de Tinder.

Gracias a esa avalancha de ex indicándome que seguía en Tinder, comprobé que simplemente había eliminado la app, por lo que en realidad no me había dado de baja. Una cosa es que mi móvil no tuviera el icono de la llamita que tantos capítulos me ha dado, y otra que mi cara no siguiera apareciendo en la aplicación tras llevar casi dos años inactiva. ¿Y si es eso lo que le había ocurrido al nuevo novio de nuestra amiga? ¿Y si no era yo la única torpe del mundo? ¿O y si plantearme estas cuestiones quería decir, en realidad, que es más fácil colármela que hacer match?

Cuando lo comenté en el grupo, un par de amigas que han huido de Tinder -o eso creían- me dijeron que gracias a esa revelación, se habían dado cuenta de que les había pasado lo mismo. Resulta que o esta es la mejor excusa de la historia, o Tinder se ha convertido en un cementerio de almas fracasadas en la app. ¿La conclusión? Si yo seguía en Tinder sin saberlo tras más de un año sin utilizarlo, quizás a él le haya ocurrido lo mismo. No descarto tener una charla con él para ver por dónde van las cosas, pero por el momento guardo la captura de pantalla de su perfil mientras me doy de baja de cada una de las aplicaciones que me abrí durante los últimos años. Mi vida es ahora tan aburrida y tranquila que la única app que necesito es la del tiempo, para que me diga qué temperatura hay fuera de estas cuatro paredes que mi condición de freelance han convertido en mi cárcel. Si me abriera Tinder, en mi perfil lo único que pondría sería: "Ayúdame".

placeholder Portada de 'Antimanual de autodestrucción amorosa' (Editorial Aguilar)
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'Antimanual de autodestrucción amorosa' (ed. Aguilar) es el primer libro que publica la periodista Marita Alonso, quien se ha convertido en nuestra consultora semanal en cosas de amor, desamor, sexo y otras dichas y desdichas. Plantéale tus preguntas e intentará darles respuesta.

Hace un par de fines de semana, mis amigas y yo celebrábamos lo bien que le va a una de las nuestras con su nuevo novio tras haber pasado todo tipo de calamidades sentimentales. En plena celebración, una de nosotras sacó el móvil temblorosa. Yo solo cojo el teléfono con tanto miedo cuando voy a ver mi cuenta bancaria, por lo que pensé que me disponía a asistir a una charla acerca de la necesidad de ahorrar y de asumir que cobramos una miseria y que pese a todo, vivimos por encima de nuestras posibilidades. "Os tengo que contar una cosa", dijo con la voz entrecortada. Yo no entendía a qué se debía esa repentina tensión. Cuando abrió Tinder, todas sonreímos: otra vez había vuelto a caer en las redes de esa app que siempre asegura nunca va a utilizar más. Pero nos equivocábamos. Cuando nos enseñó la pantalla, enmudecimos: Ahí estaba el nuevo novio de nuestra amiga, sonriente, en Tinder. La descubridora aliada le había dado 'like' para ver si hacían ‘match’ y así podía desenmascararle, pero no había ocurrido nada. Porque supongo que una cosa es seguir en Tinder y otra ligar con las amigas cercanas de tu novia, ¿no? La pregunta fue clara: y ahora, ¿qué hacemos? ¿Se lo decimos? ¿Nos callamos?

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