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Sara, tan bella que no quisiste envejecer
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Laura S. Lara

Escuela de Glamour

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Laura S. Lara

Sara, tan bella que no quisiste envejecer

"Nací pobre, pero increíblemente bella", presumía con gracia la Montiel. Razón no le faltaba, pues todas las abuelas le tenían envidia. "Fíjate, de mi edad y

Foto: Sara, tan bella que no quisiste envejecer
Sara, tan bella que no quisiste envejecer

"Nací pobre, pero increíblemente bella", presumía con gracia la Montiel. Razón no le faltaba, pues todas las abuelas le tenían envidia. "Fíjate, de mi edad y tan espléndida", se las oía decir. Y es que hasta el final ella fue mucha Sara, Saritísima. Su belleza, tan inalcanzable como castiza, brilló durante décadas. Fue musa, inspiración, objeto de deseo de todos y cada uno de los hombres que aparecieron en su vida, y también de las mujeres, pocas, que se quedaron a su lado. Con una personalidad arrolladora y un ácido sentido del humor, Sara Montiel devoraba pantallas y traspasaba fronteras como la primera española en conquistar la meca del cine... y a sus gerifaltes. Solo la diva manchega podía cortar la Gran Vía para pasearse una última vez y despedirse entre cuplés y gritos de 'guapa'.

Junto a Lola Flores, Carmen Sevilla, Paquita Rico o Marujita Díaz, la Montiel abrió la puerta al estrellato hollywoodiense a todas las actrices nacionales que, como ella, conseguirían triunfar años más tarde. Demostró que nuestro cine pisa fuerte y que la española, cuando besa, besa de verdad. Una casi mítica caída de ojos y una forma de colocar la lengua tan suya y tan imitada que se convirtió en su marca de cara al mundo. Talento a raudales y una sensualidad innata que burló a censores y opinión pública. Que se lo digan a Gary Cooper, Burt Lancaster o Charles Bronson. El único que no cayó rendido a los pies de la actriz de habla castellana mejor pagada de los 50 fue el guapo de Rock Hudson, su 'espinita'. Por razones más que obvias, sabríamos más adelante.

Sara Montiel fue nuestra Ava Gardner, nuestra Sofia Loren, nuestra María Félix (diva mejicana a la que admiraba profundamente y que casualmente murió otro 8 de abril, el de 2002), pero sobre todo nuestra Elizabeth Taylor, por aquello de los múltiples paralelismos que existen entre ambas. Desde la inestimable belleza a los devaneos amorosos, pasando por el gusto por las joyas o un fondo de armario similar. María Antonia, su nombre verdadero, no tenía los ojos violetas, pero sí tanto o más glamour que su homóloga anglosajona. Con un encanto solo equiparable al de aquella gata sobre el tejado de zinc, esta eterna violetera que a su paso embaucaba a todo hombre, aquí y al otro lado del charco, no quiso o quizás no supo envejecer. La atractiva y carismática mujer que compartió cuchillo y tenedor con Marilyn Monroe, le hizo huevos fritos (con puntilla) a Paul Newman y advirtió a James Dean horas antes su accidente de coche, se resistió a vivir sin amor. Incluso cuando la decadencia llamaba con insistencia a su puerta presumía de conquistas, fueran o no ciertas.

De Severo Ochoa a Hemingway, actores, poetas, empresarios, periodistas y políticos pasaron por la vida de una de las artistas más espectaculares que ha dado España. Se casó con Anthonny Mann, Ramírez Olalla, Pepe Tous... y más recientemente con el cineasta cubano Toni Hernández, un 'invento' que le pasaría factura económica y sentimental. Pero el verdadero amor de su vida fue el italiano Giancarlo Viola, gran amigo y mejor amante, una historia antigua que renació en la última etapa de su biografía.

Tras una vida entregada al cine y la música, se negó en rotundo a volver a la gran pantalla a pesar de la obsesión de Pedro Almodóvar, aunque no tuvo reparos en subirse al escenario de la mano de Alaska y terminar de convencer al mundo gay. Pero se enfrentó al paso del tiempo con temor y uñas imposibles, demasiado maquillaje y extravagantes pelucas, hasta hacer que su imagen fuera poco más que un leve destello de la brillante estrella que una vez fue. Una triste y ajada caricatura de la hermosa española que hizo leyenda, que hoy cuesta tanto reconocer. Para un icono de belleza no debe ser fácil marchitarse... aunque en realidad poco importa lo que fuera o hiciera Sara Montiel en sus últimos años. Lo que ocurre con las más grandes es que siempre son recordadas en todo su esplendor.

En vísperas de su fallecimiento supimos que el Festival de Cine de Berlín planeaba un homenaje en su honor y se rumorea que Jennifer López proyectaba rodar un biopic sobre ella. Quién sabe. Como diría Sara, quizás, quizás, quizás...

"Nací pobre, pero increíblemente bella", presumía con gracia la Montiel. Razón no le faltaba, pues todas las abuelas le tenían envidia. "Fíjate, de mi edad y tan espléndida", se las oía decir. Y es que hasta el final ella fue mucha Sara, Saritísima. Su belleza, tan inalcanzable como castiza, brilló durante décadas. Fue musa, inspiración, objeto de deseo de todos y cada uno de los hombres que aparecieron en su vida, y también de las mujeres, pocas, que se quedaron a su lado. Con una personalidad arrolladora y un ácido sentido del humor, Sara Montiel devoraba pantallas y traspasaba fronteras como la primera española en conquistar la meca del cine... y a sus gerifaltes. Solo la diva manchega podía cortar la Gran Vía para pasearse una última vez y despedirse entre cuplés y gritos de 'guapa'.