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Érase una mujer a una nariz pegada
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Laura S. Lara

Escuela de Glamour

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Laura S. Lara

Érase una mujer a una nariz pegada

La actriz de rostro picassiano, la mujer de belleza 'distraída', la que fuera chica Almodóvar, parece vivir una segunda juventud más allá de los Pirineos. Pero, ¿qué

Foto: Érase una mujer a una nariz pegada
Érase una mujer a una nariz pegada

La actriz de rostro picassiano, la mujer de belleza 'distraída', la que fuera chica Almodóvar, parece vivir una segunda juventud más allá de los Pirineos. Pero, ¿qué hace Rossy de Palma en Francia? Pues de todo un poco. La última vez que la vimos demostraba su desparpajo ante las cámaras en el Festival de Cine de Cannes, y durante la ceremonia de clausura anunciaba uno de los grandes premios. Y es que mientras en España se queja de pobreen Francia se la rifan.

Ha sido jurado en el festival LGTB de París, acude puntualmente a las semanas de la moda, se pasea por las red carpets, realiza videoclips incluso con George Michael, hace esculturas, comercializa telas africanas... y tienen en el cajón numerosas iniciativas en música, teatro, baile y programas de televisión (recordemos que participó en el Mira quién baila francés). Todo ello sin contar con al menos una peli francesa al año y un libro a punto de publicarse sobre 'genitalidad' (que no sexualidad) femenina. Para qué queremos más. La actriz española no pierde el tiempo en el país galo, donde después de pasar largas temporadas se estableció hace ya unos cuantos años. Rossy siempre ha dicho que aunque no sea francesa se siente profundamente francófona, y que emigró porque en la France la cultura es considerada un bien del Estado. Le ha salido bien el plan. Hoy, allí es ya casi más conocida que en España.

Protagonista de la 'movida' madrileña, compañera de aventuras de Bibi Andersen, Alaska y Loles León, y dueña y señora del mamarracheo almodovariano (cariñosamente hablando), se deja ver poco por España más allá de alguna que otra gala de los Goya y un par de eventos al año en los que aprovecha para ver a viejos amigos. No es de extrañar, teniendo en cuenta que en la república francesa se siente como una reina.

En Cannes ha coincidido esta vez con Paz Vega, con quien también acudió a la pasarela parisina. Fue en el front row de uno de los desfiles donde, precisamente, nos mostró la 'flor de su secreto' en un descuido. Y es que a Rossy la moda le interesa, pero a su manera. Su pintoresco rostro ha atraído a los nombres más vanguardistas del diseño. De hecho, ha tenido el honor de trabajar con Jean-Paul Gaultier, quien supo ver en ella una 'belleza cubista'. El año pasado prestó su apoyo a la Black Fashion Week, el evento de moda africano por antonomasia que ella conoce bien, y que por primera vez salió del continente para celebrarse en Europa. Y si hablamos de photocalls, a Rossy de Palma no hay quien la gane.

La clave de su estilo es la extravagancia, de eso no hay duda. Sus outfits nos siguen recordando a aquellas primeras películas del director manchego. Lo sorprendente es que, de alguna manera, suele salir airosa con las prendas más arriesgadas. Un sentido de la elegancia algo distorsionado pero gracias al cual Rossy de Palma se ha convertido en uno de esos excéntricos personajes que todos esperan ver en la alfombra roja. Como Helena Bonham Carter, pero en versión española. Y ella encantada. 

A todo esto, ¿alguien sabe a qué se dedica Paz Vega en Francia?

La actriz de rostro picassiano, la mujer de belleza 'distraída', la que fuera chica Almodóvar, parece vivir una segunda juventud más allá de los Pirineos. Pero, ¿qué hace Rossy de Palma en Francia? Pues de todo un poco. La última vez que la vimos demostraba su desparpajo ante las cámaras en el Festival de Cine de Cannes, y durante la ceremonia de clausura anunciaba uno de los grandes premios. Y es que mientras en España se queja de pobreen Francia se la rifan.