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Los mejores bares de España (III): En zigzag
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Carlos Herrera

La alacena de Carlos Herrera

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Los mejores bares de España (III): En zigzag

Quedaba uno para completar mi personal Top 5, las cinco mejores barras de España, o los cinco mejores bares. Y hay que acabar en Madrid. A

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Los mejores bares de España (III): En zigzag

Quedaba uno para completar mi personal Top 5, las cinco mejores barras de España, o los cinco mejores bares. Y hay que acabar en Madrid. A mi entender, y no sin dificultad en la elección, Puerta 57, Barra Cibeles, es una perfección elegante, céntrica y equilibrada. Me refiero a la barra del restaurante anexo al estadio Santiago Bernabéu. Barra Cibeles es el reino de los alimentos de España, siempre frescos, siempre bien cocinados, variados, bien presentados y centrados en la cocina popular española. Todas las tapas posibles, servidas con diligencia, nos acercarán a los sabores de siempre, bien sea la difícil tortilla de patata, la ensaladilla rusa -al que hay que dedicarle un especial-  o el pulpo, el jamón o la fritura. Puerta 57 pertenece al grupo La Máquina, que ha diseminado por la capital una variada oferta gastronómica de múltiple factura: desde arroces a exquisiteces gourmet, todo con la hechura de los mejores profesionales. En Barra Cibeles uno puede saborear un excelente arroz o la mejor fabada -con permiso de mi amigo Paco Rodríguez de La Hoja, indudable Rey de la cosa-  o unas lentejas indiscutibles. Sin ir más lejos, el Cocido Madrileño o los callos son de indudable trascendencia. Y el marisco, indiscutible.

Aunque sería injusto no nombrar algún accésit. Sin salir de Madrid me quedo con dos barras de muy diferente factura pero de absoluta intensidad. Una es Catapa en la calle Menorca, en la que unos jóvenes e ilusionados creadores confeccionan pequeñas delicias muy bien elaboradas. Y otra es El Brillante, en Atocha, frente a la estación. Sí, ya lo sé, ya lo sé, que no es templo de diseño, pero a mi entender es la barra en la que deglutir el bocadillo de calamares marca de la ciudad, amén de cientos de cosas más, en ambiente de turistas, viajeros, jóvenes de afterhours, lugareños, amantes de las sensaciones de los bares de antes, del vocerío, de los tipos de paso, de las maneras rápidas. El Brillante no es ninguna exquisitez y carece de amaneramiento, pero me gusta por su contundencia, por su permanencia en viejos clasicismos: está igual que hace cincuenta años y no tiene ninguna intención de cambiar.

Más barras. Más accésits. Vamos hacia Valladolid, acopio de excelentes bares, de barras descomunalmente apetitosas. En la misma calle -Calixto Fdez. de la Torre- hay dos elementos que merecen parada y fonda. Uno es Villa Paramesa, lugar creativo y artesanal como pocos, en el que un equipo joven y familiar preparan sorpresas diarias que nunca habremos de olvidar: boletus, tempuras, foies y buenos vinos, por ejemplo. Frente a ellos, un gran clásico de la ciudad, un número uno: La Criolla, barra inacabable, superior, completa. Paco Martínez lleva muchos años dando de comer a propios y extraños y ciñéndose siempre a la mejor calidad. Goza de todos los premios posibles y, amén de toda la cocina que genera para su restaurante, su barra es un paraíso del mejor canapé, que es una palabra cursi que remite a las basurillas que dan en algunos cócteles de por ahí pero que no tiene nada que ver. Yo no los he probado tan completos y rotundos. E imaginativos.

Si nos queda tiempo y queremos visitar una de las más bellas ciudades de España, nos podemos acercar a Cuenca y detenernos en otro de los aspirantes a la mejor barra de España: La Ponderosa. Es otro de los tesoros nacionales en el que podemos disfrutar la grandeza del mejor producto: huevos de corral, chuletas, perdices, boletus, todo sin concesiones y en su hechura tradicional, casi eterna, inalcanzable.

Tras este zigzag, establecemos una nueva serie de barras que habrá de comenzar en la próxima semana. Añadan ustedes las que consideren oportunas.

Quedaba uno para completar mi personal Top 5, las cinco mejores barras de España, o los cinco mejores bares. Y hay que acabar en Madrid. A mi entender, y no sin dificultad en la elección, Puerta 57, Barra Cibeles, es una perfección elegante, céntrica y equilibrada. Me refiero a la barra del restaurante anexo al estadio Santiago Bernabéu. Barra Cibeles es el reino de los alimentos de España, siempre frescos, siempre bien cocinados, variados, bien presentados y centrados en la cocina popular española. Todas las tapas posibles, servidas con diligencia, nos acercarán a los sabores de siempre, bien sea la difícil tortilla de patata, la ensaladilla rusa -al que hay que dedicarle un especial-  o el pulpo, el jamón o la fritura. Puerta 57 pertenece al grupo La Máquina, que ha diseminado por la capital una variada oferta gastronómica de múltiple factura: desde arroces a exquisiteces gourmet, todo con la hechura de los mejores profesionales. En Barra Cibeles uno puede saborear un excelente arroz o la mejor fabada -con permiso de mi amigo Paco Rodríguez de La Hoja, indudable Rey de la cosa-  o unas lentejas indiscutibles. Sin ir más lejos, el Cocido Madrileño o los callos son de indudable trascendencia. Y el marisco, indiscutible.

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