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Roma, monumental e insuperable
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Kike Sarasola

La mochila de Kike Sarasola

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Roma, monumental e insuperable

¿Podéis creer que se me han cumplido los deseos que pedí cuando lancé la moneda en la Fontana de Trevi? No eran deseos materiales, ya que

¿Podéis creer que se me han cumplido los deseos que pedí cuando lancé la moneda en la Fontana de Trevi? No eran deseos materiales, ya que para conseguir algo material no hay que creer en la suerte, hay que trabajarla. Eran más bien deseos emotivos, como volver a Roma y vivir toda la vida con mi marido. ¡Hasta ahora se están cumpliendo!

 

Hoy he escuchado una palabra que me ha hecho ¡click! La palabra es potencial o, lo que es lo mismo, fuerza y poder.

Eso tiene Roma: potencial a lo bestia. Ya lo tenía cuando fue la capital del mundo con el Imperio Romano y ahora te permite descubrir una ciudad de más de 2.000 años de historia donde todavía hay edificios que construyeron los antiguos romanos y que, a día de hoy, siguen ocupados y visitados por los romanos actuales, incluido “papi Silvio”.

Como una vez llegué a escuchar que en las Vegas encuentras réplicas exactas de dichos monumentos con la ventaja de que son construcciones modernas y sin las desventajas de lo antiguo. ¡Qué barbaridad! Yo, instintivamente, cada vez que me dicen que un edificio es del año tal, y especialmente si es tan representativo como El Coliseo romano, automáticamente, lo toco. Es un acto reflejo y me encanta imaginar qué cosas pueden haber pasado entre sus muros. Sin lugar a dudas es cierto que Roma es una Ciudad Eterna.

Eterna, extrema, caótica y llena de vida. Recuerdo que mi primera visita se debió a un concurso hípico en Piazza di Siena que se celebraba a mediados de mayo. Durante ese viaje, el mejor recuerdo que tengo fue una vuelta por las calles de Roma en Vespa. Mi padre y yo conducíamos una, y mi amigo Fabio Verni estaba en la otra haciéndonos de guía.

Nunca me ha gustado visitar las ciudades con mapas turísticos, me dejo llevar y guiar por amigos locales y mi curiosidad. En Roma vas a estar en sitios donde puedes pensar que entras en la máquina del tiempo y que vuelves miles de años atrás, y sólo el ruido del tráfico o la típica discusión elevada de tono entre dos romanos te recordará que estás en 2009.

La primera parada que hicimos con mi padre fue la Piazza di Spagna, pasando por el Foro Romano. Voy a hurgar en mi memoria para intentar recuperar esos lugares que mi amigo Fabio nos enseñó. Sitios que seguramente no todo el mundo, incluso ni todos los romanos, conocen.

Empezaría por dividir la ciudad en dos áreas: la Roma Imperial dentro de la Muralla Aureliana y la Roma de Mussolini.

Recuerdo el primer hotel donde me hospedé: el Aleph (Via San Basilio, 48) que está en la Piazza Barberini. Os recomiendo que después de admirar la Fontana del Tritone de Bernini, hagáis una visita a la Iglesia dei Cappuccini. No para desayunar, por supuesto, sino por sus curas, que así se llaman, que han hecho todas las lámparas con huesos humanos; un poco macabro pero muy interesante.

Seguimos subiendo por la Vía Veneto, la calle de la Dolce Vita, y al pasar por delante del Excelsior, os recomiendo que os toméis una copa o una birra gelata en el Doney. A unos 50 metros se encuentra la Galleria Borghese, que se puede visitar con cita previa. Una vez volvamos a caminar, llegamos a la famosa Piazza di Spagna, donde se puede sentir la sensación de que todo el mundo te está mirando desde las escaleras y, si te marcas un baile a lo Jackson o cantas el “moving”, serás famoso por un minuto. Tomaos un refrigerio en el Café Greco. Si continúas por la Vía Condotti, entras en el mundo de las tiendas más importantes de la capital.

Después de todo este recorrido, seguro que habrá hambre. Como primera opción está el Restaurante Nino (Vía Borgognona, 11) y la otra opción es Da Alfredo Alla Scrofa (Vía de la Scrofa, 104).

Roma tiene tanto que ofrecer que podríamos estar hablando horas. Desde la Piazza del Popolo con parada en el bar Rosati y Ciampini, hasta la Fontana de Trevi. ¡De verdad que se cumplen los deseos! El que no lo crea que espere a los que lanzan monedas tomando un helado en una de las más famosas heladerías de la ciudad: Il Gelato di San Crispino. El helado de merengue es la especialidad de la casa.

Cruzando el Corso, llegarás a una de las pinacotecas privadas más afamadas del Mundo la Galería Doria-Pamphili, donde podrás admirar desde un Caravaggio, Tiziano o Tintoretto hasta uno de los mejores retratos de la historia de la pintura, el Inocencio X de Velázquez. Cuentan que cuando el Papa vio terminada la obra le pareció Troppo vero!, demasiado real, aunque no pudo evitar reconocer el genio de Velázquez. Esa mirada no deja indiferente a nadie.

Seguimos a pata por Roma. Pasamos por el Panteón donde están enterrados los Reyes de Italia y seguimos caminando hasta la Piazza Navona, donde hay tres famosísimas fuentes, a cada cual más bonita: la de Neptuno, la del Moro, y la central y más espectacular: la de los Cuatro Ríos. Dedicadle un buen rato porque de verdad que vale la pena.

Luego se puede recorrer un palacio tras otro: Palazzo Farnese, actual sede de la Embajada Francesa; Palacio Spada y el Castillo de San Ángel, que fue el antiguo refugio papal. Todavía existe la muralla que conecta con el Vaticano. En verano está abierto hasta tarde, y tarde para un romano es media noche.

Aprovechando el muro, camino del Vaticano, hacemos parada y fonda en El Mondo Arancino (Vía Macantonio Colonno, 38) para tomar un helado de pistacho que es su especialidad. Una vez repuestas las fuerzas, entramos en San Pedro con la Piedad y la Capilla Sixtina también diseñada por Miguel Ángel. “Es una experiencia única y maravillosa”.

¡Entra un hambre después de ver la Capilla Sixtina! Os recomiendo volver al centro y comer en el restaurante Convoglia (Via Giolitti, 36) donde ponen las mejores pizzas que he comido, otra alternativa es en la Trattoría Monti (Vía San vito 13) “Auténtica cuccina marchigiana.

Dejad que os dé un consejo: en Roma se patea más que en ningún otro sitio. Después de comer, y ya que estamos en los aledaños de la estación Termini, os recomiendo un baño relajante en el nuevo Spa Equilibrio (Via Giolitti, 34), donde caerá seguro una pequeña siesta reparadora. El masaje es sin Happy Ending… ¡por si alguno se estaba animando! Lo acaban de abrir y es espectacular.

Después seguiría hacia la Piazza Esedra, que son los antiguos jardines de las termas de Diocleciano, las más grandes de Roma. Tampoco dejéis de entrar en la Iglesia de Santa María de los Ángeles, último grandioso proyecto del genio Miguel Ángel. Os daréis cuenta por la dimensión de las termas que eran en realidad un caldarium.

De aquí, parada y sentada en lo que todo el mundo conoce como la máquina de escribir, aunque también parece una tarta de boda, el monumento a Vittorio Emanuele II que fue inaugurado en1911.

Al llegar al Foro Romano se encuentra otro de mis restaurantes favoritos, la Piazzetta (Vicolo del buon Consiglio, 23), cuya especialidad es la pasta Norma o Sorrentina. Y a pocos metros la Domus Aurea, que se está restaurando y era la casa del Emperador Nerón.

Desde hace un rato, ya no puedes quitarte de vista el Coliseo y el Circo Máximo. Aquí es cuando mis piernas se rinden al agotamiento o a no creerme dónde me encuentro y a las ampollas en los pies por haber elegido un mal calzado. Antes de volver a descansar, y si os quedan fuerzas, debéis visitar las Catacumbas de San Sebastián.

Recuerdo que una vez, de vuelta al hotel, pedí gran cantidad de hielo que repartí entre el Martini Rosso y el barreño para meter mis pies. Tenía que prepararlos para la noche.

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Tengo la impresión de que los españoles solemos decepcionarnos con la vida nocturna en Roma. A pesar de compartir nuestro carácter latino, los horarios en Italia están más alineados con los del norte de Europa, así que tenedlo en cuenta. Eso sí, si os adentráis en ella os recomiendo uno de los bares que más me han gustado, con diferencia. Es el Bar de La Pace (Via de la Pace, 3), ubicado en un edificio del siglo XVIII, al que llegas callejeando por la vieja Roma. Verás a gente, yo diría, bohemia. Si no, tienes el KURA, KURA (Via delle Belle Arti) enfrente del museo de Bellas Artes. Es una copia del KUDETA de Bali, con luz tenue y muy buen ambiente.

Otra opción es la Discoteca Sofia Club Roma (Piazza Maresciallo Diaz, 24), que es como un anfiteatro dividido en espacios donde puedes desde cenar a ver un espectáculo. Tiene lo que llaman Disco Privé, con normas de acceso y demás, algo muy típico de Roma.

Con ambiente gay tenemos el clásico MUCCA ASSASSINA (Via Portonaccio) con todo tipo de fauna en el buen sentido. Y los domingos se hacen unas Pool Party en Caracalla (Viale Terme, 55) que se animan mucho.

Ojo con los hoteles: te sueles llevar decepciones entre las expectativas y lo que te encuentras. Yo os recomendaría estos tres, pero, como siempre, el gusto es infinito:

El primero es el DOME CAMILLA SAVELLI que era un Convento (Vía Garibaldi, 27). Otro es el ART HOTEL con una decoración muy moderna y pomposa. (Via Margutta, 56). Por último una buena opción es el EMPIRE (Vía Aureliana, 39).

Como podéis ver, la Roma monumental es insuperable. La Roma nocturna es casi anecdótica, pero con la magia de sentirte en unos de los lugares más bellos del mundo.

¡Arrivederci!

¿Podéis creer que se me han cumplido los deseos que pedí cuando lancé la moneda en la Fontana de Trevi? No eran deseos materiales, ya que para conseguir algo material no hay que creer en la suerte, hay que trabajarla. Eran más bien deseos emotivos, como volver a Roma y vivir toda la vida con mi marido. ¡Hasta ahora se están cumpliendo!