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Estambul, la cuna de las civilizaciones
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Kike Sarasola

La mochila de Kike Sarasola

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Estambul, la cuna de las civilizaciones

Napoleón dijo que “si el mundo fuera un solo estado, Estambul sería su capital”, y es que Estambul representa para mí el punto de partida de

Foto: Estambul, la cuna de las civilizaciones
Estambul, la cuna de las civilizaciones

Napoleón dijo que “si el mundo fuera un solo estado, Estambul sería su capital”, y es que Estambul representa para mí el punto de partida de dos mundos: Europa y Asia, donde convergen civilizaciones y culturas. Es una mezcla única de tradición y modernidad.

 

Es muy difícil describir con palabras lo que representa esta ciudad. Entre mis amigos turcos es frecuente oír “yo vivo en Asia” o “yo vivo en Europa”. Y es que aunque Turquía es un país musulmán siempre ha sido un Estado laico, pero en los últimos tiempos ha surgido una cierta preocupación por islamizar la vida turca.

Este año, la capital de Turquía es también capital europea de la cultura, así que os aconsejo que aprovechéis lo que queda de año para visitarla. Exotismo, luz, intensidad de colores y olores…  Estambul a vista de pájaro es una amalgama de minaretes y cúpulas de iglesias. Aunque la ciudad es muy occidental, los sonidos de las llamadas a la oración envuelven al visitante varias veces al día. Llama la atención la cantidad de gente por todas partes y su actitud al caminar: muchos hombres muy pegados o cogidos de la mano. Algo que en una ciudad occidental haría pensar en una relación íntima aquí puede ser una muestra de amistad.

El mestizaje de culturas se remonta al 650 a.C. por ello conviven iglesias, sinagogas y mezquitas y hace falta un mínimo de cuatro o cinco días para disfrutar bien de toda su riqueza. También, calzado muy cómodo (andaréis mucho) y cámara de fotos. Aquí os lanzo algunas sugerencias sobre qué ver y qué hacer en “mi Estambul”.

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Santa Sofía y la Mezquita Azul

Empiezo mi visita en la zona de Sultanahmet, cuyo punto emblemático es la Catedral de Santa Sofía-Hagia Sofia. Al entrar en el templo, el emperador Justiniano dijo todo lo que se puede decir de él: “Salomón, te he superado!”. Es una construcción grandiosa y proporcionada y los mosaicos que se conservan dan idea de lo que debió ser el interior. Santa Sofia actualmente no es ni iglesia ni mezquita, sino un museo donde se puede observar la influencia de las religiones y de las culturas católica e islámica en sus decoraciones y frescos. Para ver mosaicos bizantinos también es recomendable la iglesia de San Salvador en Chora (Kariye Camii). Mejor en taxi, porque está un poco lejos.

 

Cerca de Santa Sofía quedan las huellas del hipódromo con sus obeliscos y en esta misma zona tenemos que hacer otras dos paradas. La primera es la mezquita del Sultán Ahmet o Mezquita Azul. Como su nombre indica está adornada en azulejo y cristal de ese color y dentro no hay imágenes o estatuas porque la religión islámica prohíbe la idolatría. Al entrar, os harán despojaros de los zapatos, y si vais con poca ropa os darán una manta para cubriros. Tiene más de 21.000 azulejos de Iznik; los mejores de su época y una belleza exterior e interior impresionantes.

La segunda parada cerca de Santa Sofía es el palacio de Topkapi, con su harén y sus colecciones. Es un gran museo con muchas habitaciones en exposición, además de multitud de patios, terrazas, estanques y jardines. Los baños ya contaban antes del siglo XIX con grifos de agua fría y caliente y sus colecciones de armas y joyas son dignas de Las mil y una noches. En el recinto de Topkapi está el Museo Arqueológico, donde se puede contemplar un conjunto de sarcófagos; entre ellos, el de Alejandro Magno. En el mismo museo está el palacio de los Azulejos, donde en gran parte de la decoración permanece el oro incrustado originalmente.

Otro lugar que me parece muy recomendable en un viaje a Estambul es la cisterna de Yerebatán, sostenida por 336 columnas. Bajando las escaleras te adentras en un mundo mágico. ¡Fijaos en la base de dos de las columnas con las cabezas de medusa! También son alucinantes las carpas gigantescas que están por ahí nadando. Es un palacio subterráneo, la iluminación va cambiando y se puede escuchar música clásica.

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Parada en el Gran Bazar y el Bazar de las Especias.

 

En este mismo barrio abundan los restaurantes y los cafés, y hay otros dos lugares que a mi pareja y a mí nos entusiasman: el Gran Bazar y el Bazar de las Especias. Más de una vez nos hemos perdido en los enormes corredores del Gran Bazar. Aquí puedes comprar alfombras, joyas, sedas… Puedes encontrar cosas de muy buena calidad pero te intentarán vender de todo así que hay que llevar mucho cuidado. Es típico llevarse de recuerdo o para regalar un “ojo de la suerte”, que es un brazalete o colgante con un ojo. Se supone que quien lo lleva está muy protegido. Mientras que en el Gran Bazar es muy fácil perderse, en el Bazar de las Especias, con forma de “l”, es casi imposible. Aquí se mezclan los olores de azafrán, perejil, canela, pimentón, salvia… Pero en lugar de especias, mucha gente viene buscando caviar: el más conocido es el Topkapi.

 

Nos marchamos ahora al puente Gálata, donde podemos hacer una parada en uno de los muchos restaurantes con terraza, muy apetecibles para comer o cenar. El puente enlaza las riberas del Cuerno de Oro antes de que desemboque en el Bósforo. Está lleno de pescadores y se puede alquilar una caña y probar suerte. Es un espectáculo maravilloso cruzar el puente y ver los barcos que navegan constantemente por allí, así como contemplar la silueta de la Torre Gálata, que sobresale entre edificios y minaretes. En su unión de Beÿoglu y Eminönü, el lugar siempre está lleno de gente. Huele a mar y desde el muelle de Eminönü sube mucho olor a pescado frito. Los turcos son muy amables y se desvivirán por hacer tu estancia agradable. A mí me transmiten mucha paz. Merece la pena la subida a la Torre de Gálata, de 140 metros, ya que desde la parte más alta se contempla una vista maravillosa de Estambul, el Bósforo y el Cuerno de Oro.

Para alojarse en Estambul, algunos de los hoteles que me gustan son: el W, el Radisson SAS, el Radisson Blu del Bósforo, así como el muy recomendable el Pera Tulip Hotel.

Bullicio en Istiklal.

Otro recorrido muy recomendable por Estambul es la parte de Beyoglu, o la zona europea, donde están las Embajadas, el Instituto Cervantes y la famosa calle Istiklal, que empieza en la plaza de Taksim con el monumento a Ataturk. En este lugar te haces una idea de la vida cotidiana de los turcos, y puedes perderte en sus tiendas, restaurantes, cafeterías, cines…

Al recorrer la calle, sorprende ver muchos pequeños pasajes escondidos. Uno de ellos es el ‘de las flores’, de estilo ´rococó., que es famoso por los restaurantes, el mercado de pescado y las pequeñas tiendas. En esta zona de Beyoglu también hay buenas librerías como Istiklal Cad.

 

Comer en Estambul.

En Estambul puedes encontrar restaurantes de todo tipo. Hay mucha comida internacional y occidental aunque resulta muy buena idea probar alguna de las ensaladas autóctonas, el típico kebab y, de postre, unos pastelillos de baklava que suelen ser de miel y pistachos. A mí con uno me basta porque son un poco empalagosos. También es recomendable el ayran (bebida de yogur). Después hay que probar el café turco o el té de manzana. En Turquía la bebida típica caliente es el té y cualquier lugar o momento es bueno para probar su variedad negra que se bebe siempre en vaso de vidrio. El café turco también es un poco distinto porque se prepara con café recién tostado y recién molido; los posos se quedan en el fondo de la taza y como son muy supersticiosos siempre te encontrarás a alguien dispuesto a leer el futuro.

Hay diversos restaurantes que he probado y que me han gustado. Zuma, el mejor restaurante japonés de Estambul, que también tiene sede en Londres y Hong Kong. Ulus 29 tiene cocina fusión turco-francesa y allí todo es excepcional: las vistas, la terraza, la comida y la discoteca. En Cahide además de comer bien resulta divertido ver el espectáculo de danza del vientre. Changa ha sido elegido uno de los 50 mejores restaurantes del mundo, y Lucca es un bistró recomendable desde el desayuno a la cena. Anjelique y Blue Topaz tienen impresionantes vistas y precios muy asequibles: es como cenar en un barco. Poseidón es ideal para tomar pescado en la zona europea; es caro pero se toma el mejor pescado. Rigel resulta genial para pescado en la zona asiática, y tiene una atmósfera de gente turca y pocos turistas. Otto ofrece buena música y comida. El Meyra Café `propone una impresionante mezcla de arte contemporáneo local, librería y restaurante con buenas vistas al Bósforo. Por último, también es recomendable (eso sí, hay que llamar con tiempo para reservar) Mikla, un restaurante con cocina turca e internacional en el Marmara Pera Hotel.

Estambul de noche

 

Para tomar una copa merece la pena ir a Reina. Está en pleno Bósforo y mientras disfrutas tu copa ves los grandes barcos pasar. 360 Istambul es un bar y restaurante en la última planta de un edificio de apartamentos con unas fantásticas vistas del Bósforo, Santa Sofía e, incluso, se puede ver el mar de Mármara. Anjelique y Crystal son perfectos si buscas un afterhours. Para ambiente gay específico están: Boy Bars, Love Point, Tekyon y Ajda.

 

Una vez más me dejo un millón de lugares en el tintero. Mochila a Mochila intento daros a conocer lo que me provocan todas estas ciudades, pero estaré encantado de descubrir aquellos nuevos lugares que me sugiráis de todas ellas. Que paséis un estupendo verano. Nos vemos en la próxima Mochila, aunque esta vez el destino es una sorpresa.

Napoleón dijo que “si el mundo fuera un solo estado, Estambul sería su capital”, y es que Estambul representa para mí el punto de partida de dos mundos: Europa y Asia, donde convergen civilizaciones y culturas. Es una mezcla única de tradición y modernidad.

Kike Sarasola