Una lámpara reciclada que sueña con ser la reina de cualquier porche

¿Qué es? “Una lámpara de 60 centímetros de altura y 77 centímetros de diámetro fabricada a través una botella de plástico reutilizada y mimbre. Es obra del diseñador Álvaro Catalán de Ocón y está manufacturada por unos artesanos de los Andes colombianos. El modelo Chimbarongo Triple pertenece a la colección ‘PET Lamp’: un proyecto cuya finalidad es reflejar en estas creaciones ‘la identidad de cada cultura que ha participado en él’, asegura Catalán de Ocón”.

¿Por qué la deseo? “Porque a pesar de su ligereza, sofisticación y esas altas dosis de diseño que iluminarían con gracia cualquier salón o porche de verano, detrás de la lámpara Chimbarongo Triple hay muy buenas intenciones: la de la preservación y difusión de la artesanía tradicionalde Colombia, así como la de ayudar a esos maestros del mimbre de la región deCauca que han sido desplazados a Bogotá como consecuencia de la guerra de guerrillas del país. Además, y palabras de su diseñador, “las PET Lamps han sido un pretexto para conocer diferentes países y culturas así como una apuesta por introducir de nuevo en la vida laboral a todos esos artesanos”.

La Chimbarongo Triple también respira reciclaje en cada recoveco de sus trenzados. Sus botellas tienen una segunda vida convirtiéndose en un claro objeto de deseo para amantes de la decoración y los ‘hecho a mano’. Un objeto que, con su transformación, se convierte en un producto coherente y funcional. Una pieza ‘deco’ contemporánea cuyas ‘imperfectas’ formas geométricas la convierten en la mejor luminaria para cualquier rincón de mi casa. Lo artesanal de su ADN la convertiría en una pieza única ya que tanto sus materiales como sus colores la convierten en única. Una lámpara que tiene, sin duda, una historia que contar”.

¿La tendré algún día? “Espero que así sea. Aunque tendré que soñar con ella hasta que llegue la ‘rentrée’. O no… Tiene un precio de 907,50 euros, está disponible en Domesticoshop.com y, con ese coste, quizá tenga que ponerla como la primera en mi carta a los Reyes Magos. Si Sus Majestades tienen en cuenta que en estos escasos ocho meses de 2016, me he portado bien, deberían dejarla el próximo 6 de enero junto a mis zapatos. Ellos, como yo, saben que adquirirla es algo más que una buena causa”.

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