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El Hotel Wellington, un lujo reencontrado
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María José Navarro

Y comieron perdices

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El Hotel Wellington, un lujo reencontrado

Con motivo de la presentación de My Bodabox de recientemente, he tenido el gustazo de reencontrarme con uno de los grandes clásicos de Madrid, un hotel emblemático

Foto: El Hotel Wellington, un lujo reencontrado
El Hotel Wellington, un lujo reencontrado

Con motivo de la presentación de My Bodabox de recientemente, he tenido el gustazo de reencontrarme con uno de los grandes clásicos de Madrid, un hotel emblemático para celebrar bodas maravillosas. En la Calle Velázquez, donde actualmente se encuentra el Hotel Wellington, vivió hasta 1936 Ramón Gómez de la Serna, y fue allí desde donde construyó su universo mágico. De la Serna quiso hacer de Madrid un centro de referencia que fuera al mismo tiempo local y universal, madrileño y mundial. Y esa esencia pervive en el Wellington: es a la vez cosmopolita y auténtico, referencia del 'taurineo' pero también  de la vanguardia gastronómica, alojando uno de los mejores restaurantes japoneses de la capital, el Kabuki.

Ha sido recientemente renovado y redecorado, y se pueden celebrar bodas civiles en un salón con unas paredes recubiertas con un papel exquisito pintado a mano y absolutamente palaciego.

El salón donde celebramos la presentación de My bodabox, y donde se suelen celebrar las bodas, es amplio pero no desangelado, con una araña de cristal decididamente espectacular y en general con una decoración a manos del portugués Duarte Pinto Coelho, que destila clase y elegancia. Lo decoraron los chicos de Floreale, y pinchó el DJ más de moda Mickey Pavón y las casi 300  novias y profesionales del mundo boda que convocamos allí no salían de su asombro ante la decoración y el despliegue. Súmale un photocall donde posaban con tocados de Mimoki y... ¡planazo!

No es un hotel enorme e impersonal, y esto también se nota en el servicio: es realmente impecable pero a la vez humano y cercano, de grandes profesionales que llevan toda una vida en “la casa”, lo cual se aprecia y se agradece. Lo más inesperado, en pleno centro de Madrid, un roof garden con piscina, bar y chill out para los que quieran una boda diferente y más cool. Es sorprendente y para no perdérselo. Desmonta la imagen que yo tenía del hotel, donde he acudido a infinidad de eventos de tipo taurino. Claro que si la pareja es aficionada a los toros, este es el hotel por excelencia. Tiene que dar gustazo poder decir: “Yo me vestí en el Wellington“, aunque sea de novia, como los grandes maestros.

En fin, por sus habitaciones han pasado personalidades históricas como Gene Kelly,  Graham Greene, Ernest Hemingway, Severo Ochoa, o Los Duques de Wellington. Y por supuesto, lo más granado del panorama taurino internacional y más recientemente Adrien Brody, Matt Damon, Salma Hayek, el Presidente de la República Francesa más glamuroso, Nicolás Sarkozy, o el premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus.

Entre los momentos históricos vividos en el Hotel, y volviendo a las bodas, hay que destacar que La Casa Real seleccionó al Wellington como lugar para alojar a los invitados que asistían a la boda de Los Príncipes de Asturias y contó con los profesionales del hotel para desarrollar el banquete nupcial en el Palacio Real de Madrid.

La ventaja de casarte en pleno centro de Madrid, a tiro de piedra del Retiro, en un hotel de cinco estrellas con uno de las mejores propuestas gastronómicas de la ciudad, es un lujazo. Un lujazo reencontrado.

Con motivo de la presentación de My Bodabox de recientemente, he tenido el gustazo de reencontrarme con uno de los grandes clásicos de Madrid, un hotel emblemático para celebrar bodas maravillosas. En la Calle Velázquez, donde actualmente se encuentra el Hotel Wellington, vivió hasta 1936 Ramón Gómez de la Serna, y fue allí desde donde construyó su universo mágico. De la Serna quiso hacer de Madrid un centro de referencia que fuera al mismo tiempo local y universal, madrileño y mundial. Y esa esencia pervive en el Wellington: es a la vez cosmopolita y auténtico, referencia del 'taurineo' pero también  de la vanguardia gastronómica, alojando uno de los mejores restaurantes japoneses de la capital, el Kabuki.