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El placer del beber (por Tragaldabas)
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El Confidencial

Cuaderno Matoses

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EC

El placer del beber (por Tragaldabas)

Matoses, gratitud y responsabilidad son las palabras que mejor definen el que me escojas como el primer invitado para redactar un post en tu cada vez

Matoses, gratitud y responsabilidad son las palabras que mejor definen el que me escojas como el primer invitado para redactar un post en tu cada vez más afamado, visitado y redondo Cuaderno. Otra brillante idea desde aquel primer comentario del 15 de Enero donde todo empieza. Como fiel seguidor y colaborador (con distinto nick del que aquí firma), considero aquel 15 de Enero un punto de partida para aquellos amantes y disfrutones del comer y beber que bien por egoísmo, falta de tiempo o pereza, no nos lanzamos a esta aventura del escribir y compartir experiencias gastronómicas. Gracias por tu tiempo y tus crónicas, pues puedo imaginar las horas que le dedicas... Ojalá sean cientos, los posts que quedan por escribir y las aportaciones que tus lectores y colaboradores podamos aportar.

Restaurantes en Madrid hay muchísimos, algunos de ellos, los menos, buenos. Ese problema no lo es tal si nos ponemos a hablar de coctelerías. La oferta, es mucho más restringida si cabe. Sin pecar de soberbio ni de partidista, Del Diego es la mejor coctelería de Madrid de largo.

Tiempo atrás encontrábamos varios locales donde el culto al servir una buena copa no era tan escaso como ahora. Contaba la capital con unos Gin Tonics extraordinarios en Cabo Mayor, hoy convertido en Rubaiyat; Balmoral en la calle Hermosilla fue otro que se fue por desgracia y en donde se bebía como dios manda; Embassy no es lo que era y hasta hace bien poco era un "Top 3" de la ciudad; Simposium en Castelló, otro buen ejemplo de un bar a la antigua usanza, como lo era el Miguel Angel. Señores, si ustedes quieren beber bien no lo duden, su sitio está en la calle Reina número 12.

Si hubieran coincidido en Madrid personas tan distintas pero a la vez amantes de la coctelería como Luis Buñuel, Sir Winston Churchill o Frank Sinatra, hubieran acabado sin duda alguna tomando un DRY MARTINI en casa de Don Fernando Del Diego. Esa es otra de las cosas que hace especial a este sitio dada la diversidad de clientes, pero vayamos por partes.

La coctelería Del Diego, propiedad de Don Fernando Del Diego es el templo del beber, el sitio perfecto para tomar un cocktail o una copa bien hecha o bien puesta. No, mejor dicho, perfectamente elaborada y servida.

Don Fernando del Diego empezó a trabajar a muy temprana edad a las órdenes del maestro de maestros españoles en esto de la coctelería, Don Pedro Chicote. Atrás queda el buen gusto y el encanto de este local debido al nuevo rumbo impuesto por modismos de dudosa elegancia. Por entonces, la aristocracia, el poder y la nobleza se daban cita ahí y en lo que es ahora El Cock, había un reservado para gozar de un ambiente más intimo... Posteriormente pasó a trabajar en el Congreso de los Diputados al quedarse Chicote con el catering. Mil y una anécdotas les podrá contar de lo que se cocía en las altas esferas políticas en nuestro país en aquellos tiempos cuando todavía pasaban mulas cargadas de sifones y otras mercancías por la Gran Vía.

El local, sobrio pero moderno (y eso que tiene más de 15 años) es un placer para la vista y la estética. La barra de madera permanece al cabo de los años como nueva, y la disposición de las botellas es para quedarse embobado. Podemos encontrar desde vino Marqués de Riscal hasta Absenta. Todas las marcas y destilados tienen su sentido, nada está por estar. Cualquier botella es susceptible de ser usada en cualquier momento dependiendo de lo que el cliente requiera. La frase “perdone señor, no tenemos lo que usted pide" es prácticamente imposible ser oída.

Los cocktails son como ya he dicho, insuperables. Uno se puede quedar absorto viendo a D. Fernando mezclando todo tipo de brebajes como si fuera Panoramix. Su marmita es su cristalería, cuidadosamente elegida dependiendo de la bebida a preparar o servir, y sus ingredientes, en vez de hierbas de lo más diverso, son las distintas botellas necesarias para crear cualquier coctail o combinado de su extensa carta. En él empieza a funcionar esa máquina perfectamente engrasada que es este bar. Mis favoritos son el Gimlet (sin parangón) y el dry martini (Ginebra y noilli prat). Como debe de ser, el Del Diego y el Whisky Sour son fabulosos. Las copas se sirven como se debiera y no se hace en ningún sitio, es decir: Vaso, piedras de hielo muy frío, macizo y transparente, el alcohol...Y por último la tónica, coca cola o combinado seleccionado.

Don Fernando es un barman de los de antes, de los que ya no quedan, con una educación de Eaton y una psicología sorprendente. Cala al cliente con una mirada. Su amabilidad y franqueza impresionan, y el trato que cada cliente precisa es siempre el acertado por él a la hora de lidiar con cada uno. Entre quien entre, y en las condiciones más diversas, los pases de pecho y el saber hacer innato de Don Fernando te hacen darte de cuenta de por qué no es necesario un portero en la puerta.

No todo son espiritosos. En la mini cocina, su señora esposa prepara unas croquetas que son "Top 3" de Madrid: deliciosas, suaves y todas tan iguales, que sino fuera por lo buenas que están, uno pensaría que son congeladas. La tortilla de patata puntúa alto también y si uno se queda con capricho de algo dulce, siempre tendrá la posibilidad de probar los típicos rosquillos de tierras conquenses que tanto gustan.

Del Diego no es sólo Don Fernando y su mujer aunque a decir verdad, casi todo queda en casa, sus hijos David y Fernando y los dos empleados David y Jorge siguen la estela del jefe en lo que se refiere a cordialidad y educación. A mí me encanta ver cómo al entrar una señora, amablemente le ayudan a quitarse el abrigo. ¡Qué tiempos en los que esto no era una excepción!

En cuanto a los precios, que les voy a decir, no es barato. Pero parafraseando a Don Fernando, una frase que define el espíritu y la forma de ser del local y al propietario: “¿Yo? Yo no soy exigente, solo me gusta lo mejor".

Fdo.,
Tragaldabas.

Matoses, gratitud y responsabilidad son las palabras que mejor definen el que me escojas como el primer invitado para redactar un post en tu cada vez más afamado, visitado y redondo Cuaderno. Otra brillante idea desde aquel primer comentario del 15 de Enero donde todo empieza. Como fiel seguidor y colaborador (con distinto nick del que aquí firma), considero aquel 15 de Enero un punto de partida para aquellos amantes y disfrutones del comer y beber que bien por egoísmo, falta de tiempo o pereza, no nos lanzamos a esta aventura del escribir y compartir experiencias gastronómicas. Gracias por tu tiempo y tus crónicas, pues puedo imaginar las horas que le dedicas... Ojalá sean cientos, los posts que quedan por escribir y las aportaciones que tus lectores y colaboradores podamos aportar.

Restaurantes en Madrid hay muchísimos, algunos de ellos, los menos, buenos. Ese problema no lo es tal si nos ponemos a hablar de coctelerías. La oferta, es mucho más restringida si cabe. Sin pecar de soberbio ni de partidista, Del Diego es la mejor coctelería de Madrid de largo.

Tiempo atrás encontrábamos varios locales donde el culto al servir una buena copa no era tan escaso como ahora. Contaba la capital con unos Gin Tonics extraordinarios en Cabo Mayor, hoy convertido en Rubaiyat; Balmoral en la calle Hermosilla fue otro que se fue por desgracia y en donde se bebía como dios manda; Embassy no es lo que era y hasta hace bien poco era un "Top 3" de la ciudad; Simposium en Castelló, otro buen ejemplo de un bar a la antigua usanza, como lo era el Miguel Angel. Señores, si ustedes quieren beber bien no lo duden, su sitio está en la calle Reina número 12.

Si hubieran coincidido en Madrid personas tan distintas pero a la vez amantes de la coctelería como Luis Buñuel, Sir Winston Churchill o Frank Sinatra, hubieran acabado sin duda alguna tomando un DRY MARTINI en casa de Don Fernando Del Diego. Esa es otra de las cosas que hace especial a este sitio dada la diversidad de clientes, pero vayamos por partes.

La coctelería Del Diego, propiedad de Don Fernando Del Diego es el templo del beber, el sitio perfecto para tomar un cocktail o una copa bien hecha o bien puesta. No, mejor dicho, perfectamente elaborada y servida.

Don Fernando del Diego empezó a trabajar a muy temprana edad a las órdenes del maestro de maestros españoles en esto de la coctelería, Don Pedro Chicote. Atrás queda el buen gusto y el encanto de este local debido al nuevo rumbo impuesto por modismos de dudosa elegancia. Por entonces, la aristocracia, el poder y la nobleza se daban cita ahí y en lo que es ahora El Cock, había un reservado para gozar de un ambiente más intimo... Posteriormente pasó a trabajar en el Congreso de los Diputados al quedarse Chicote con el catering. Mil y una anécdotas les podrá contar de lo que se cocía en las altas esferas políticas en nuestro país en aquellos tiempos cuando todavía pasaban mulas cargadas de sifones y otras mercancías por la Gran Vía.

El local, sobrio pero moderno (y eso que tiene más de 15 años) es un placer para la vista y la estética. La barra de madera permanece al cabo de los años como nueva, y la disposición de las botellas es para quedarse embobado. Podemos encontrar desde vino Marqués de Riscal hasta Absenta. Todas las marcas y destilados tienen su sentido, nada está por estar. Cualquier botella es susceptible de ser usada en cualquier momento dependiendo de lo que el cliente requiera. La frase “perdone señor, no tenemos lo que usted pide" es prácticamente imposible ser oída.