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Casa Doli, la penúltima ‘tasca ilustrada’
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Casa Doli, la penúltima ‘tasca ilustrada’

Siempre se ha cuestionado que Madrid no posea un recetario autóctono y una cocina propia y arraigada. Salvo media docena de platos que por permanencia histórica

Foto: Casa Doli, la penúltima ‘tasca ilustrada’
Casa Doli, la penúltima ‘tasca ilustrada’

Siempre se ha cuestionado que Madrid no posea un recetario autóctono y una cocina propia y arraigada. Salvo media docena de platos que por permanencia histórica se consideran como propios (el cocido, los callos, la tortilla capuchina, el pavo asado, las sopas de ajo, las judías Tío Lucas o la leche frita,), la oferta coquinaria de la capital es –mal que les pese a algunos-, el rico resultado de referencias y posos de los recetarios de todas las comunidades, comarcas, pueblos y ciudades de España.

 

Además de estas incuestionables referencias, el envoltorio gastronómico madrileño ha engordado en los últimos años con las interminables y socialmente justificadas corrientes extranjeras, cocina asiática a la cabeza.

 

Pero si existe un lugar donde poder descubrir y disfrutar con la cocina de meseta, nómada, pastoril y sugestiva de Madrid, ése sitio es la tasca ilustrada. La tasca ilustrada no es otra cosa que una casa de comidas, pero más sofisticada. Una suerte de taberna donde se otorga inusual y sobresaliente importancia a detalles como la materia prima, los buenos vinos, la limpieza y el trato.

 

Las denominadas tascas ilustradas son lugares donde compartir, donde poder confiar -y al mismo tiempo exigir- al tabernero. Establecimientos donde encontramos propuestas simples y cotidianas, pero con la tranquilidad de contar con una auditoria de producto honesta y legítima. Lugares donde las apetencias de la fiel clientela moldean día a día una carta donde se consolida la entidad gastronómica del gusto madrileño.

 

Para muchos, la contrapartida negativa de esta golosa propuesta reside en el precio, la decoración y el trato. Debemos alertar que, por regla general, en estos establecimientos el producto se paga (a veces demasiado). También se prima el ambiente a la decoración, generalmente con resultado desigual. De la misma forma ocurre con el servicio, que conlleva un cierto deje cotidiano y familiar que de vez en cuando se puede volver en contra del comensal.


Desgraciadamente, la tasca ilustrada es una especie en extinción. Recordemos tristes casos como el de LA PLAYA, que con la compra por parte del Grupo Oter perdió toda la esencia que acumuló durante más de 60 años en manos de José Rodriguez de Prada. También merece una especial mención lo que ocurría en tiempos mejores tras cruzar la verja romboidal de LA FUENCISLA de Miguel de Frutos.

 

Por fortuna para nosotros, siguen sobreviviendo lugares a los que destinaré cada cierto tiempo su espacio en el Cuaderno. Hablaremos, entre otros, de CASA MUNDI, EL GORRO BLANCO, DE LA RIVA, NÁJERA, URUMEA y LA CASTELA. También de tascas de nuevo cuño como LA TABERNA LAREDO o EL FIGÓN DE TRIFÓN.

CASA DOLI, en el barrio de Vallecas, es uno de esos refugios que aun perviven en la oferta tabernera del goloso capitalino. Benjamín y Lola abrieron esta cafetería en Noviembre de 1963. Rápidamente triunfó su propuesta, basada en guisos, legumbres y los suculentos pollos asados. Tras 25 años en la brecha popular vallecana, su inquieto hijo José recogió las riendas del establecimiento.

 

Desde entonces, han pasado cuatro lustros con sustanciosos cambios que han afectado en la forma (cambio radical en la decoración, creación de un reservado, servicio de aparcacoches…) y el fondo (mejora de los proveedores, mayor importancia a la experiencia enológica…). Hoy en día CASA DOLI no ha perdido su esencia y José sigue al pie del cañón en la sala y ofreciendo al cliente los sabores de siempre.

 

Cuenta con unas frituras (boquerones, tortillitas de camarones…) que siguen estando entre las mejores de Madrid. También con elaboraciones a la plancha y al horno sencillos para engalanar una excelente materia prima, seña de identidad del establecimiento. Se tiene en esta casa una predilección especial por los pescados y mariscos. Por eso encontramos un papelito añadido con un clip a la carta: “Productos del mar hoy”. Y ahí, como sin darle demasiada importancia, podemos encontrar los percebes y las gambas gigantes, los langostinos de San Lúcar o las coquinas de Huelva.  

 

Los carnívoros siempre encontrarán unos cortes excelentes de buey y vaca vieja, por no hablar de sus embutidos: Jamás deberá faltar en la comanda de CASA DOLI un platito de jamón ibérico de primera. Pero si hay algo que jamás deben ustedes dejar de probar, son las anchoas. Unos memorables filetes, sabrosos y de gran tamaño. Se sirven bañadas en aceite de oliva virgen extra y son pura delicadeza, sin duda entre las mejores que ha probado el goloso que esto suscribe.


El comensal podrá obviar pescados y carnes para dejarse llevar por algo indispensable en una tasca de nivel: Los guisos de la casa. En nuestro caso, y alentados por José, dos platos de los que recuperan sabores de antes, elaborados como antaño, en cazuelas antiguas: Sabrosas albóndigas en salsa (¡qué textura!) y un excelente pollo en salsa de cerveza de abadía.


Y para acabar, les aporto dos detalles más, de los que dignifican al género: La interesante carta de vinos, donde reinan los tintos de Ribera del Duero y Rioja, además de sorpresas de otras denominaciones y un listado de champagnes más que suficiente. También los postres, donde oiremos cantar el listado más tradicional, además de unos excelentes helados caseros de curiosos sabores: After Eight, galleta María, chocolate con naranja…

Querido goloso, si es usted amante de la tasca ilustrada, aprovéchese de este reducto que aun nos queda en Vallecas. Un refugio para los que buscamos buen trato, notable producto y ese toque informal y popular tan difícil de definir, pero que tanto nos atrae y con el que tanto gozamos.


CAFÉ BAR DOLI (CASA DOLI)
Avenida de San Diego, 96 - Vallecas
91.477.15.58
CCM: 13,75/20
45€
A, V y AdV: Lustau Papirusa (Jerez), Don Miguel Comenge 04 (Ribera del Duero), Castelo Ámbar 06 Sauvignon Blanc (Rueda)

 

Siempre se ha cuestionado que Madrid no posea un recetario autóctono y una cocina propia y arraigada. Salvo media docena de platos que por permanencia histórica se consideran como propios (el cocido, los callos, la tortilla capuchina, el pavo asado, las sopas de ajo, las judías Tío Lucas o la leche frita,), la oferta coquinaria de la capital es –mal que les pese a algunos-, el rico resultado de referencias y posos de los recetarios de todas las comunidades, comarcas, pueblos y ciudades de España.