Rooster, cocina honesta para comer muy bien a precios sensatos

El nacimiento de un nuevo proyecto gastronómico siempre es motivo de satisfacción ya que a pesar de la que (aún) está cayendo,pone de manifiesto que existen valientes dispuestos a asumir riesgos. En este caso, la satisfacción es triple porque vuelve a traer a la primera línea a tres profesionales que, en mayor o menor medida, se encontraban algo agazapados en diversos locales capitalinos; Alfonso Vega, exJefe de Sala de la Terraza del Casino y Premio Nacional de Gastronomía 2009, Alfonso Castellano que tras cerrar el añorado Patio de Leo con los primeros vientos de la crisis encontró refugio gestionando las cocinas de Estado Puro y por último, su hermana Ana, hasta la fecha sumiller de Goizeko Wellington.

El reto no es fácil, ya que las opciones gastronómicas de calidad en el Barrio de Salamanca se cuentan con los dedos de una mano y no son pocos los proyectos frustrados que hemos vivido en esta noble zona de Madrid. Siendo muy conscientes de estos antecedentes, los tres responsables del proyecto encargaron un profundo lavado de cara al local del extinto Juan Bravo 25, convirtiendo en acogedor y luminoso lo que hasta hace por era, al menos, “kitsch”.

En la cocina, el planteamiento se aleja de modernidades, nitrógenos y cursilerías varias. Una magnífica parrilla tipo japonés “cuida” de la mayoría de productos frescos, productos que por otra parte se buscan con mimo entre un puñado de pequeños productores que garanticen producto fresco de gran nivel aunque la disponibilidad de los mismos sea limitada y obligue a frecuentes cambios de carta. Sólo producto de temporada. Sólo lo que sea capaz de suministrarse en un momento determinado. Si hay pargo, pargo a la brasa con una sencilla concassé de tomate. O unos mejillones al vapor de tamaño XL. Si no, bonito, o lubina o... En el capítulo de las carnes, distintos cortes de ternera a la parrilla, o unas magníficas mollejas, simplemente a la brasa acompañadas de puré de calabacín. Todo notable, rico y sencillo.

No toda la carta cambiará diariamente sino que algunos básicos como la ensaladilla, las croquetas de gallo o jamón ibérico (de magnífico rebozado que ganarían con una bechamel más líquida), el salmorejo o el icónico (y potente) “huevo con manteca colorá” (herencia de El Patio de Leo) tendrán asegurada su presencia. Además, existe la posibilidad de elegir entre formato ración y tapa (realmente una media ración) que permite conformar la comanda desde el clásico “primero y segundo” hasta un pequeño menú degustación en función de las preferencias de cada comensal. Postres caseros y contundentes como la tarta de chocolate con (demasiadas) nueces de macadamia o el estupendo arroz con leche.

Para redondear la experiencia, carta de vinos y de cervezas artesanales (es la moda…) a precios muy suaves a la que sólo se le puede poner el “pero” de olvidar referencias extranjeras (excepto algunos champanes) y servicio muy joven pero diligentemente aleccionado; aunque aquí se juegue en una liga distinta, más de una década de experiencia en la sala de La Terraza del Casino imprime carácter.

En definitiva, un sitio honesto, sin grandes florituras, en el que comer muy bien a precios sensatos.

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