El disgusto de Marisa de Borbón

A Marisa de Borbón casi le da un patatús en la fiesta organizada por la firma Suárez en Madrid la semana pasada. Muy a su pesar, vivió la misma situación que Lola Flores cuando la folclórica perdió un pendiente mientras actuaba en una gala en directo. En el caso de Marisa, el extravío podría haber supuesto un incidente familiar.

Se trataba de piezas de gran valor, pero sobre todo con una historia sentimental detrás mucho más importante. Hace veinte años su marido le regaló unos pendientes de oro y brillantes (en la foto) por su aniversario. Tiempo después, los ladrones le limpiaron el joyero donde se encontraban, además de otras alhajas, los famosos pendientes. Nunca se recuperaron las valiosas piezas.

Con el tiempo fue reponiendo las pulseras, anillos, broches… pero siempre le quedó la espinita. Lo que más echaba de menos eran precisamente los zarcillos. Un buen día Alfonso de Borbón, el marido solícito, apareció con una réplica casi idéntica de la que parece ser la alhaja fetiche. Por eso, la noche en que creyó que de nuevo desaparecían de su vida organizó la búsqueda del tesoro. Menos mal que todos los invitados eran de fiar y nadie tuvo la tentación de quedárselos.