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Siente un famoso en su mesa
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Siente un famoso en su mesa

Desde que uno tiene uso de razón, poner un famoso en una fiesta es asegurarse inmediatamente su éxito, sobre todo cuanto más alto sea el caché

Foto: Siente un famoso en su mesa
Siente un famoso en su mesa

Desde que uno tiene uso de razón, poner un famoso en una fiesta es asegurarse inmediatamente su éxito, sobre todo cuanto más alto sea el caché del susodicho. Algunas empresas colocan a dos o tres estrellones para conseguir mayor repercusión. A los que atraen a cuatro o cinco parece que les sobra el dinero o que han tirado la casa por la ventana. ¿Y si a alguien se le ocurriera celebrar un sarao con más de sesenta comensales de alta alcurnia y diverso grado de famoseo? Todo es posible.

La edición española de Vanity Fair se ha rascado el bolsillo para organizar el fiestón de la temporada en Sevilla. ¿Qué tienen en común Hillary Swank y Jesús Quintero? ¿Y Salma Hayek y los señores de Trapote? ¿Y Lucía Bosé y Mar Flores? Y… Todos han conseguido invitación para sentarse en la mesa del sarao del siglo. Hasta la capital hispalense llegarán por AVE, por avión y, si es necesario, hasta en helicóptero.

A los nombres ya reseñados, hay que unir un largo listado difícil de reproducir. Por una noche, y vestidos de tiros largo, compartirán charlas y canapés actrices importadas de Hollywood, artistas franceses, intérpretes españolas como Goya Toledo o Mónica Cruz, empresarios como el marqués de Griñón y su hija Sandra, la crème de la crème de la moda española, la triste Ariadne Artiles sin Fonsi Nieto, algunos clásicos del sarao nacional como Carla Goyanes o el aprovechado Rosauro, el clan Alaska con Bibi y Vaquerizo incluido… Vamos, que esto va a ser como una gran boda. Y como siempre lo difícil será colocar a los invitados en las mesas. Seguro que los organizadores no fallan.

Desde que uno tiene uso de razón, poner un famoso en una fiesta es asegurarse inmediatamente su éxito, sobre todo cuanto más alto sea el caché del susodicho. Algunas empresas colocan a dos o tres estrellones para conseguir mayor repercusión. A los que atraen a cuatro o cinco parece que les sobra el dinero o que han tirado la casa por la ventana. ¿Y si a alguien se le ocurriera celebrar un sarao con más de sesenta comensales de alta alcurnia y diverso grado de famoseo? Todo es posible.