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El lenguaje aristocrático del novio de la duquesa de Alba
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El lenguaje aristocrático del novio de la duquesa de Alba

Si Letizia Ortiz tuvo que aprender protocolo e idiomas para poder convertirse en Princesa de Asturias, no estaría mal que Alfonso Díez siguiera unos cursillos

Foto: El lenguaje aristocrático del novio de la duquesa de Alba
El lenguaje aristocrático del novio de la duquesa de Alba

Si Letizia Ortiz tuvo que aprender protocolo e idiomas para poder convertirse en Princesa de Asturias, no estaría mal que Alfonso Díez siguiera unos cursillos acelerados, aunque sean por correo, para transformarse en un digno duque de Alba consorte. Mientras la duquesa un día confirma y otro desmiente su enlace con el novio más famoso de España, el funcionario intenta adaptarse a marchas forzadas a su nuevo papel mediático. Sin embargo, alguien debería explicarle que hay algunas cosas que no se pueden decir ni en broma.

De momento, las apariciones públicas de Díez se han caracterizado por su discreción. Incluso rodeado de cámaras y fotógrafos, ha sabido permanecer en silencio con un porte aristocrático. Y casi es mejor que siga así. Nos explicamos. El otro día se atrevió a contestar una pregunta de las miles que le hacen a lo largo del día. A la entrada del trabajo, no quiso aclarar ni si va a hacer un viaje con ella, ni si está triste por la separación. Pero la última cuestión, la más sencilla, fue vital. “¿Cómo se encuentra doña Cayetana? Cojunudo”. ¿Se imaginan al Rey diciendo que la ‘Sofi’ está “cojunuda”, “dabuti” o de “p… madre”? A ciertas alturas, y cuando uno se codea con la aristocracia, hay que cuidar el lenguaje.

Pero no es el único detalle que Díez debe limar si aspira a representar a una institución tan veterana como la de los Alba. En público hay que dar buena imagen. El otro día, cuando estaban paseando por Sevilla, llevaba una camisa con una especie de flores de Lis, pero eso no es suficiente. En la iglesia, sentados ante el Cristo de los Gitanos, con la duquesa en pleno éxtasis espiritual, el novio de Cayetana tenía las piernas abiertas y los brazos cruzados en una actitud muy relajada, casi irrespetuosa si consideramos el lugar donde estaba. De todo se puede aprender.

 

Si Letizia Ortiz tuvo que aprender protocolo e idiomas para poder convertirse en Princesa de Asturias, no estaría mal que Alfonso Díez siguiera unos cursillos acelerados, aunque sean por correo, para transformarse en un digno duque de Alba consorte. Mientras la duquesa un día confirma y otro desmiente su enlace con el novio más famoso de España, el funcionario intenta adaptarse a marchas forzadas a su nuevo papel mediático. Sin embargo, alguien debería explicarle que hay algunas cosas que no se pueden decir ni en broma.