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Las exigencias de Falete
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Las exigencias de Falete

Enterarse a pocos días de la boda y que tu novio haya simulado su secuestro es para descolocar al más pintado. Este el caso de Falete.

Foto: Las exigencias de Falete
Las exigencias de Falete

Enterarse a pocos días de la boda y que tu novio haya simulado su secuestro es para descolocar al más pintado. Este el caso de Falete. De la noche a la mañana se encuentra compuesto y sin futuro marido y encima bajo el manto de la sospecha. Y lo peor no es tener que cancelar el enlace, desconvocar a los muchos invitados y devolver  los regalos, sino darse cuenta de lo poco hábil que es el que se habría convertido el 12 de diciembre en el “hombre de su vida”. Hilvanar una historia tan mal como lo ha hecho el muchacho y encima dar como dato referencia la del muñequito movible del coche de sus supuestos secuestradores -un carrofary, que así se denomina- es para dudar desde el primer momento de la veracidad de la narración.

 

Quizás por eso se entiende mejor las exigencias de Falete en la rueda de prensa multitudinaria de hoy. El cantante, copiando la estela de algunas de las grandes estrellas de Hollywood, ha exigido a los periodistas que antes de entrar en la sala del Teatro Álcazar de Madrid firmen un documento donde se comprometen a no preguntar por cuestiones que no tengan que ver con el nuevo disco. Es decir, del secuestro de su novio nada de nada, del montaje de su pareja cero patatero y de lo que hará con los regalos de boda tres cuartos de lo mismo.

Seguramente, y por el estrés, Falete no se ha percatado que en estos momento no está en condiciones de exigir, sino de todo lo contrario. Es mejor dar facilidades a los informadores para que no malpiensen lo que todos intuyen. Esperemos que logre su meta.

Enterarse a pocos días de la boda y que tu novio haya simulado su secuestro es para descolocar al más pintado. Este el caso de Falete. De la noche a la mañana se encuentra compuesto y sin futuro marido y encima bajo el manto de la sospecha. Y lo peor no es tener que cancelar el enlace, desconvocar a los muchos invitados y devolver  los regalos, sino darse cuenta de lo poco hábil que es el que se habría convertido el 12 de diciembre en el “hombre de su vida”. Hilvanar una historia tan mal como lo ha hecho el muchacho y encima dar como dato referencia la del muñequito movible del coche de sus supuestos secuestradores -un carrofary, que así se denomina- es para dudar desde el primer momento de la veracidad de la narración.