La Reina que susurraba a los equinos

El amor a los animales es algo que se da en todos los países del mundo. De sobra conocido por todos es el amor que la Reina Isabel II siente por sus perros o, ya en sus tiempos, la adoración de los egipcios por los gatos. En la Familia Real española lo que se estilan son los animales de gran envergadura: los caballos.

La Infanta Elena fue la primera en abrir la veda con su pasión desde bien pequeñita por la hípica, un deporte que se le da a las mil maravillas y que sigue practicando a día de hoy. En el mundo del caballo y de la hípica la Infanta ha logrado mantener un selecto grupo de amigos con los que comparte su afición por los caballos.

La Princesa de Asturias por su parte fue condecorada con el ‘Lazo de Dama’ de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, un honor concedido por “una corporación nobiliaria integrada por caballeros pertenecientes a antiguas familias nobles que llevan a cabo múltiples actividades de carácter benéfico y social, de fomento del arte ecuestre y de apoyo a la tauromaquia”, tal y como ellos mismos se definen.

Ahora es el turno de doña Sofía, de esa Reina que se paseó en burro por las cuestas de la Grecia de sus orígenes y que se acercó a córdoba a bautizar al Pollino ‘Lluvia’ en la localidad de Rute. La esposa del Rey Juan Carlos se desplazará mañana a León. Allí, además de inaugurar el Instituto Bíblico y Oriental en la Colegiata de San Isidoro, se irá a visitar el centro ecuestre ‘El Caserío’, a poco más de seis kilómetros de la capital leonesa.

Los encargados del funcionamiento del centro son los miembros de la Fundación Carriegos, una entidad dedicada a la ayuda a discapacitados, fundamentalmente utilizando los caballos para ayudar al desarrollo y mejora de sus condiciones de movilidad. La Reina estará mañana allí para ver cual es el trabajo de la fundación y, quien sabe, a lo mejor también bautiza algún equino.