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El Chascarrillo
Por
Más sobre espermatozoides vagos y otras historias
El Thyssen pródigo, por lo menos a ojos de la baronesa, ha decidido no atender a razones de sangre y reclamar lo que considera que es suyo. La vaticinada
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El Thyssen pródigo, por lo menos a ojos de la baronesa, ha decidido no atender a razones de sangre y reclamar lo que considera que es suyo. La vaticinada guerra por la herencia Thyssen ha empezado, esto es harto sabido.
Muchos años después, la voluntad de Heinrich Thyssen no se ha cumplido: la familia se encuentra desmembrada. Incluso el núcleo más fuerte -Borja/Tita- se halla en una situación irreconciliable. En medio, según ha podido saber La Otra Crónica, el desglose de esos 300 millones de la discordia: una colección de 900 cuadros valorados en 100 millones de euros, residencias por 35 millones, joyas y el ansiado cash, que asciende a unos 132 millones, de los que 105 corresponden a la venta en 1993 de 775 obras de la colección del barón al Estado español y el resto, al dinero líquido que Heini dejó a su viuda.
Pero al parecer no son sólo cuadros y desavenencias lo que dejó Heini a sus herederos. Según el biógrafo David R L Lichtfield, el barón podría haber sido el donante de los espermatozoides necesarios para fecundar el óvulo de la madre de alquiler que al fin trajo al mundo a dos preciosas niñas... ¡A este paso el barón podría ser hasta el padre de Walt Disney!
Pues no trae cola ni nada el espermatozoide vago que se hizo famoso un día desde estas páginas de Vanitatis: "Un espermatozoide vago viajaría allende los mares con destino final California. La “semillita” lo haría en avión privado por aquello de preservar su integridad. Es difícil imaginar a una persona contratada por el dueño de la célula para que traslade su futuro genético en línea regular.
El segundo aspecto tendría que ver con la propia baronesa, a la que alguien le habría comentado la intención de hacer público el nombre del padre de las hijas adoptivas. Y un tercer punto, que confirmaría que fue la propia Tita la que habría querido mantener una línea de consanguinidad. Algo así como el final de la película El Código Da Vinci, donde la protagonista resulta que es la descendiente directa de María Magdalena.
El Thyssen pródigo, por lo menos a ojos de la baronesa, ha decidido no atender a razones de sangre y reclamar lo que considera que es suyo. La vaticinada guerra por la herencia Thyssen ha empezado, esto es harto sabido.