Los Alba hacen rico a Amancio Ortega

No es ningún secreto que durante años la fortuna de la duquesa de Alba ha sido considerada como una de las más grandes del viejo continente. Joyas, inmuebles, tres palacios, goyas, zurbaranes, murillos, vestidos de los mejores diseñadores… pero, durante los últimos tiempos, y sin que sirva de precedente, su amor fou con el entrañable Alfonso Díez, también atesora artículos que no se podrían subastar en Christie's. Le encantan los ‘pongos’, de ¿Dónde lo pongo?- figuritas o jarrones de porcelana a la venta en cualquier bazar de barrio- y comprar en los mercadillos y en las tiendas de high street.

Fuere por falta de cash o por simple ahorro, la duquesa de Alba sorprendió a la generalidad cuando confesó su gusto por los trapitos frescos y alegres de Mango acordes con su actual estado de ánimo. Y lo hizo porque la elección no estaba acorde con su patrimonio. La noticia tuvo el mismo alcance que cuando Carmen Lomana hacía pública que además de dedicar habitaciones a sus diors, guccis y armanis también tenía una alcoba temática sobre H&M.

Fernando Martínez de Irujo, quinto de los seis hijos de Cayetana, también se ha apuntado a la nueva tendencia entre la aristocracia y la gente de bien de ahorrarse unos eurillos en vestuario. El hermano de Cayetano y Eugenia se compra sus trajes, que no dejan de ser impecables, sin necesidad de tomarse las medidas, en otro de los templos de Amancio Ortega: Massimo Dutti. Queda claro que los tiempos han cambiado. Y que la opción política, el rango aristocrático o el patrimonio -el de la Casa Alba en esta ocasión y que el propio Fernando gestiona- no es suficiente para comprar en Zara, Mango o tener abono mensual en la Milla de Oro.